LA ANOREXIA: Una enfermedad del deseo

 

  

Es el niño al que alimentan con más amor el que rechaza el alimento y juega con su rechazo como con un deseo (anorexia mental). Confines donde se capta como en ninguna otra parte que el odio paga al amor, pero donde es la ignorancia la que no se perdona.

Jacques Lacan, Escritos I Siglo XXI Editores  1981, pág. 259

 


LA ANOREXIA: Una enfermedad del deseo.

Me gustaría dar una visión diferente a la que están acostumbrados. Corremos el riesgo de que otra información venga a interferir las ya conocidas y nuevas dudas nos asalten. Aún así, no podemos permanecer silentes a lo que ocurre. Y es que detrás de la anorexia se ha tejido un tupido velo clínico que  ha oscurecido las causas etiológicas enfocando el conflicto hacia la moda imperante y el culto al cuerpo. Nada más lejos de la realidad.

A los padres 

Sólo un experto está en condiciones de hacer un diagnóstico diferencial ante un trastorno alimentario: No todo es anorexia. Si bien hace años se hablaba de enfermedades propias de las ideas, pensamientos..., ahora hemos pasado a las patologías del cuerpo, del límite, del flirteo con la muerte.  Se nos insiste en datos estadísticos relativos al 6% de escolares entre 14 y 24 años; miles de mujeres hospitalizadas, algo menos hombres, pero ninguna razón etiológica. Los tratamientos no reciben la atención necesaria ni adecuada, se reducen las plazas... Realmente los familiares y los afectados directamente deben de estar preocupados. Queridos padres, la anorexia no es nada nuevo:  Portio  (1500), Morton (1694) y en especial  Lasègue y Gull (1873). Es obvio que los cánones de belleza no eran los mismos que los actuales. Es por ello que la moda no es agente causal. No es un defecto de imagen corporal, ni es apreciarse gorda...; cualquier mujer está en condiciones de entender y calibrar el punto en el cual se encuentra atractiva, deseada..., El binomio cuerpo-mente ha sido una polémica y una evidencia en psicodiagnóstico.

Hay un cuerpo imaginario, que cuidamos con el ejercicio, que dejamos caer en el sillón o que prologamos con ropa, con coches, con joyas..., de ese cuerpo se encarga la medicina. Hay un cuerpo real que parece gozar con la enfermedad (el que nos es más lejano de entender) y hay un cuerpo simbólico mediante el cual transmitimos mensajes hacia el exterior. De ese mensaje quiero hablarles: El mensaje de la anorexia.

Síntoma y estructura.

El síntoma, lo visible, lo aparatoso, no deja de ser una manifestación de una estructura particular: se imaginen una grieta y un edificio. ¿De qué es síntoma la grieta? ¿Qué debemos tratar el síntoma o la estructura? Taponen el síntoma y surgirá otra manifestación. Por ello las resistencias de esta enfermedad. Sabemos que de la adolescencia se está trasladando a edades adultas, se está haciendo crónica.

Se ha olvidado que “anorexia” proviene del griego (An = negación y Orexis = deseo).

Definamos el deseo cómo aquello que nos queda una vez calmada y colmada la necesidad.  Una estructura es una forma de desear. La anorexia es una forma de desear, una forma de mantener vivo su deseo. Un grito a quien quiera escuchar para manifestar que la “comida” no es suficiente: No comiendo mantengo una actitud.

¿Por qué elegir esta manera? A pesar de ser inteligentes en extremo, los anoréxicos están lejanos al saber de las manifestaciones inconscientes. La enfermedad es “ex -tima” neologismo que viene a indicar que es lo más cercano y lo más lejano a nosotros mismos. Nos quiere indicar que el bien más preciado no es la felicidad.

Que se presente más en chicas que en chicos es propio de la estructura histérica (sin sentido peyorativo) La histeria no es otra cosa que una manera de enfrentarse al deseo, como la obsesión es otra. Y la histeria siempre ha caminado paralela a la moda, imitando la subjetividad de la época. De aquí que aproveche para manifestarse la imagen, el culto al cuerpo tan apreciados hoy día. El intento por parte ministerial de cambiar las tallas de las pasarelas es un buen propósito pero que no hará más que patinar sobre el enfermo que buscará nuevas vías alternativas para manifestar su queja.

A las hijas y a los hijos que desean “nada

Vivimos apremiados por la necesidad. Vivir en la anorexia es vivir en la eterna insatisfacción, negar la atiborrante papilla y al hacerlo mantenernos deseantes. Es el aviso de que me dejen vivir aunque no sepa cómo hacerlo; es gritar con el cuerpo que los padres tengan un deseo fuera de ella. Porque si he de ser tan perfecta como se espera de mí,  perfecta como una modelo,  no tengo otra elección que pensar en la perfección como una manera de morir. Comportamiento vital para el sujeto, pero mortal para el cuerpo. Muere el cuerpo pero permanece vivo nuestro deseo. Y es que hay una pregunta clave: ¿Qué he de hacer para ser mujer? A veces desaparecer como fémina, anular mis curvas: Anorexia, adelgazamiento y amenorrea. El síntoma de las tres “As”.

Miro y observo que otra ha dado el paso. Cuando aparece una anoréxica no tardarán en aparecer más a su alrededor: Identificación al síntoma.

¿Qué hace la medicina?

La medicina se encarga del cuerpo imaginario, no del simbólico. No se puede controlar el deseo con la satisfacción de la necesidad. Y si algo no quiere la anorexia es que la alimenten (pero sabemos que la caquexia invita obligatoriamente a hacerlo) Falta la atención a la escucha de su sufrimiento, se necesita  procurar un dispositivo de escucha, de poder oír su deseo.

Sabemos por la historia clínica que la histeria era la gran temida por los médicos de la época. Las histéricas eran calificadas de confabuladoras, falsas..., El Proteo, dios de las mil caras, por ello fueron abandonadas. Nunca supieron los facultativos que en realidad ellas siempre buscaban un saber al cual vencer. Siempre se negaron a la domesticación.  ¿O acaso la anorexia no acaba triunfando, aunque su victoria sea pírrica? Es más fuerte la sed que el miedo al veneno.

A padres e hijas

Ante la situación, sentirse culpables es la solución más recurrida. Craso error. Ni los padres han hecho mal ni los hijos dejan de ser buenos hijos. Vivir bajo el lenguaje, bajo los afectos y los sentimientos en un mundo difícil conlleva a fracasos en nuestra función de padres y de hijos. Algo se escapa en la transferencia de sentimientos. Hay algo que nuestros hijos deben saber y que tiene que ver con la manera de acceder, de cómo llegar a ser personas. Las maneras de preguntar se adaptan a los tiempos. En algo fracasamos y no podemos permitirlo. Lean el pequeño epígrafe del inicio.

Ante cualquier manifestación de lo expresado anteriormente y antes de que la delgadez nos deje inactivos, procuren ofrecer a sus hijos la posibilidad de escuchar qué es lo que les falta y una vez lo sepan posibilitarles que su queja tome caminos más libres.

 

 

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