El
5 de mayo de 2007 nos reunimos con Geneviève Morel en una jornada de trabajo en
Girona para hablar de: Síntoma, fantasma
y patologías de la ley. Desde hace tiempo tenía aparcado el tema, creo que
es momento de recuperar algo de lo allí manifestado.
Totem |
- ¿A qué se refiere Morel cuando habla de
“ley de la madre”?
- ¿Qué sentidos tiene el término ley?
Tesis de G. Morel: Ley de la madre como
efecto de la palabra.
Desde
los primeros balbuceos hasta que dominamos nuestra lengua entre ofertas y
demandas nos enfrentamos al goce de nuestra madre. Ella es la más cercana, la
más influyente. Todo lo que ella es y ha heredado afectivamente se nos traslada
en cada relación. Es un goce que se nos impone como una ley singular y loca que
nos sujeta[1]. El
inconsciente guardará la huella impertérrita de este sometimiento toda la vida.
Se trata de una ley ligada al lenguaje, anterior a la ley del padre y será la única.
Vayamos
por partes. Somos seres sujetos al lenguaje (parlêtres)[2] seres
hablantes, hablados por aquellos que nos engendran y quieren. Recordemos que la
palabra nos sostiene, nos hace “ser”
A
menudo se trata de un mensaje seco, frío, abarcante de toda una historia
enquistada que se transmite generacionalmente. Mensaje que se clava y que hace
síntoma, hace ley, marca de un destino.
El lenguaje es la expresión viva del deseo, nos bañamos en lenguaje y de esta manera nuestros deseos nacen y se entrecruzan. El lenguaje nos hace seres ligados y sujetados al goce materno. Goce que de no recibir una especie de freno nos condena a una ley singular. Si no hay separación de la madre aparece una patología de la ley. Es así, en definitiva la primera confrontación del niño con la ley.
El
lenguaje es una ley que se recibe o se impone porque al comunicarnos con la
madre hundimos nuestro deseo en el suyo y en los estigmas de su goce, entonces
una patología materna tiene un efecto sobre el sujeto, efecto de ley: el sujeto
entra a formar parte del síntoma materno.
Ellas,
las madres, marcan nuestro destino. Separarse de la “ley de la madre”[4] es
costoso. Romper este destino necesita la fabricación de un síntoma como algo
necesario e inevitable Fabricamos síntomas separadores que son el envoltorio de
la única ley universal (prohibición del incesto).
La
clínica nos acerca a historias de sujetos abandonados, amados, odiados: el niño
como objeto del deseo paterno (a). Ni ellos ni él saben nada, pero
no evita que se creen cicatrices en el inconsciente. Estas cicatrices se recrearán
en un fantasma que se cuestiona. ¿Qué soy
para su deseo? Este (a) lacaniano informa sobre el objeto
del deseo de los padres y sobre el objeto causa del deseo en lo que llamamos el
fantasma.
Para
pasar del objeto (a) de los padres al (a) propio del fantasma debe de producirse
una separación de la madre. Separación difícil que a veces llega al acto, que no
es otra cosa que el esfuerzo de recuperación de lo que el sujeto representa para
el deseo de sus padres.
Sentido de ley de la madre.
¿Estamos
hablando de una ley particular o de una ley universal?
No
es universal. Parece ser que se impone al sujeto de forma imperativa (ver Kant con Sade). Conocemos los
efectos de las leyes superyoicas. Leyes que reflejan para cada individuo la
manera particular de solucionar su problema con el goce. Ley superyoica como imperativo de goce.
Nos referimos entonces a una ley del padre y una ley de la madre. ¿Estamos quitando privilegios a la ley paterna, es una cuestión de caída de la figura paterna? ¿O más bien se trata tal vez de una transmisión o efecto de la madre como particularidad, como “sinthome” que para nada anula la ley paterna? Es decir, una salida propia del sujeto fuera de la referencia típica lacaniana.
Por
tanto ya no hablamos exclusivamente de deseo materno, del tema del hijo
apresado dentro del deseo (fantasma) del capricho materno.
¿Podemos
pasar de lo anterior a hablar de una ley materna?
Lacan,
esmerado en el lenguaje, no habla de “ley
materna”, sino de “ley paterna”
“La
ley de la madre, es por supuesto, el hecho de que la madre es un ser hablante,
con eso basta para legitimar que diga la ley de la madre. Sin embargo, esta ley
es, por así decirlo, una ley incontrolada…[5]
Por
tanto esta presentación del G. Morel del término “ley de la madre” vendría a decir que el goce de ésta, tiene tal
trascendencia sobre el hijo, que
adquiere categoría de ley, de determinismo fatal y que tal sujeto necesita
salvarse ejecutando una danza particular que conocemos como “sinthome” que anuda los tres registros
R,S e I.
Caso película ”Tutta la verità”
Se trata de un drama policial (no muy bueno). Una bella y joven madre, felizmente casada se ve impulsada a una relación extramatrimonial desenfrenada, justo cuando es más feliz con su esposo e hijo. Su madre hizo algo similar cuando era joven, dejando solos a su marido y a ella. Para la protagonista este abandono nunca tuvo sentido, siempre fue un interrogante el hecho de que les pudiera abandonar. Una madre que nunca, hasta ahora de adulta, fue capaz de acariciar a su hija y de darle una especie de explicación del por qué lo hizo. De hecho también lo desconocía ¿Qué era así una madre?
Para
encontrar sentido a ese interrogante ella se ve
impulsada al mismo acto que su predecesora, acto impulsivo,
incontrolado, repetitivo, enigmático, que destroza su matrimonio. Una ley imperativa
hace que su mundo se destruya, sin poder dar explicaciones a esta obediencia
ciega. Sólo así repitiendo descontroladamente lo que hizo la madre podrá
encontrar su verdad a medias.
Caso de G. Morel.
El
niño objeto, objetado, derelicto, amado, odiado, indiferente…al deseo de los
padres.
Una paciente internada en hospital psiquiátrico narra su historia. Hace un intento de suicidio después de intoxicar a sus dos hijos gemelos y a otra niña. Es tratada y devuelta a casa sin trama judicial. 20 años después ella comenta las palabras de su madre cuando daba a luz a su hermano gemelo: “No la esperaba”, “ella no estaba prevista”, “ella no habría debido estar allí” “no debería haber vivido”… ¿era este el deseo de su madre? Su vida ha sido como una condena a muerte materna, una suma de pérdidas amorosas. Se casa con 17 años, se hará bulímica, enfrentada a suegra y marido. Embarazada de dos gemelos, depresión postparto, quiere como Medea vengarse del marido a través de sus hijos… intenta el suicidio infanticidio, cumpliendo sobre sus hijos el deseo de su madre en su propio nacimiento: “ellas no deberían de haber nacido” frase que tiene fuerza de ley que acaba perpetuando la maldición familiar. El sujeto construirá un fantasma.
Ley y lenguaje
Para
abordar el tema de esta “Ley singular”
(la de la madre) que propone G. Morel recordé algo referente a la etología[6]
Existe
en los primates algo parecido a una ley moral, a la distinción-separación entre
el bien y el mal, de tal manera que cuando infringen una norma y son castigados
por el primate adulto, léase madre, aprehenden esta diferencia ética. Este
hecho les avanza la adultez.
Esto
ya lo decía Freud, su efecto normativizante es consecuencia de la separación
entre los jóvenes cachorros y sus madres por tanto una especie de ley. Aunque
para Freud hay que matar al padre y hacer un pacto posterior que anula la
posibilidad de que alguien pueda ser el falo.
Ya
sabemos que todo lo prohibido tiene que ver con el mundo simbólico: Lenguaje y
ley se hallan ligados.
Definiciones
Ley: Del latín lex, legis, ley o proyecto de ley, que a su vez viene de legere, reunir, escoger y también leer.
En griego, nomos)[7]
- - En
el ámbito moral es la imposición internamente aceptada de una conducta que
obliga en conciencia.
- - En el ámbito científico equivale a una ley de la naturaleza, es la descripción contrastada de las regularidades que se observan en los fenómenos naturale
Ley
jurídico moral |
Prescriptiva
imperativa: Debe de ser. |
Puede
no observarse. |
Ley
natural |
Descriptiva:
necesaria. Lo
que es. |
Observación
necesaria. |
Hipótesis
La
ley materna al ser transmisible, vinculada, vía “lalangue” es de carácter primario, inicial, de obligada vivencia y
cumplimiento. La ley materna sería una ley natural (estas leyes expresan
necesidad y universalidad; la ley jurídica, obligatoriedad.)
La Ley funda el deseo.
Antes de la ley sólo había goce.
En
la definición de ley se dice que es disposición coercitiva, sin embargo hay ley
porque hay deseo.
En
el origen está la ley. Anterior a la madre sólo hay goce, no hay deseo. Es
necesaria la ley. Porque hay ley, hay
deseo; porque hay norma, hay deseo y no al revés. No es que hubiera deseo y por
sus particularidades tuvo que ser legislado para regularlo. Porque lo que había
previo a la instalación de la Ley no era deseo, sino que era goce, un placer
sin medida que lleva al sufrimiento.
¿Qué necesita un sujeto para constituirse?
-
Una
prohibición que lo aleje del goce mortífero.
-
Que nazca
un deseo fruto de esa prohibición.
Cuando
Nietzsche manifiesta “Dios
ha muerto”, por consiguiente: “Si
Dios ha muerto, todo está permitido” -atribuida al parecer erróneamente a
Dostoievsky- Lacan se opone al axioma dostoievskiano del “Dios ha muerto, todo está permitido”, afirmando que “si Dios ha muerto, nada está permitido”,
en tanto es la existencia de la prohibición la que motoriza el deseo.
Pero,
¿dónde está la prohibición en la función paterna o en el lenguaje? Para Lacan “el goce está prohibido para quien habla como
tal” El falo es el soporte de esa
Ley.
En
definitiva separar cuerpo de goce. La ley no prohíbe el deseo, prohíbe el goce[8].
“En esta medida, el niño que ha constituido a su madre como
sujeto, por fundamento de la primera simbolización se encuentra enteramente
sometido a lo que podemos llamar, pero únicamente por anticipación, "la
ley", pero esto no es más que una metáfora, quiero decir que es preciso
desplegar la metáfora que hay en este término de "la ley", para dar
su verdadera posición a este término en el momento en que yo lo empleo.
La ley de
la madre es, por supuesto, el hecho de que la madre es un ser hablante, y esto
basta para legitimar que yo diga "la ley de la madre". Sin embargo,
esta ley es, si puedo decir, una ley incontrolada. Esta ley es también, en todo
caso para el sujeto, simplemente el hecho de que hay "ley", es decir
que algo de su deseo es completamente dependiente de algo que, sin ninguna duda
ya se articula, a saber como tal, y del orden de la ley. Pero esta ley está
enteramente en el sujeto que la soporta, a saber en el buen o mal querer de la
madre, la buena o mala madre. Y esto es lo que hace que yo les proponga este
término nuevo que, van a verlo, no es tan nuevo, basta con empujarlo un poquito
para hacerle volver a encontrar algo que la lengua no ha encontrado por azar.
El principio que adelantamos aquí, es que no hay sujeto si no hay significante
que lo funde. Es en la medida en que hubo esas primeras simbolizaciones constituidas
por la pareja significante, el primer sujeto y la madre, que es preciso saber
lo que esto quiere decir en relación a algunos términos, realidad o no realidad
al comienzo de la vida del niño, autoerotismo o no autoerotismo, ustedes verán
aclararse singularmente las cosas a partir del momento en que ustedes planteen
preguntas, pues, en relación a ese sujeto, el niño, aquél de donde emana la
demanda, aquél donde se forma el deseo, y todo el análisis es una dialéctica
del deseo”
Ley del Padre
La ley, en psicoanálisis hace referencia a cómo el sujeto organiza su psiquismo y para ello es preciso la actuación, la intervención de alguien que haga efecto de separación, alguien que rompa esa unión, fusión (con-fusión) madre-hijo. De tal guisa que ello producirá un efecto deseante en el sujeto y su distanciamiento del goce.
“Manifestaciones por las que el padre,
poseedor del falo, representa el lenguaje, la cultura, e instaura la
configuración familiar de tres individualidades.”[9]
En Freud
En Tótem y Tabú podemos leer en relación al padre muerto de la horda que hay una cercanía del padre con la ley.
En esta familia primitiva
aún falta un elemento esencial de la cultura, pues la voluntad del jefe y padre
era ilimitada. En Tótem y Tabú traté de mostrar el camino que condujo de esta
familia primitiva a la fase siguiente de la vida en sociedad, es decir, a las
alianzas fraternas, Los hijos, al triunfar sobre el padre, habrían descubierto
que una asociación puede ser más poderosa que el individuo aislado. La fase
totémica de la cultura se basa en las
restricciones que los hermanos hubieron de imponerse mutuamente para consolidar
este nuevo sistema. Los preceptos del tabú constituyeron así el primer
“Derecho”, la primera ley.[10]
La
muerte del padre y el sacrificio asociado hace de él “un padre”. Hace surgir la culpa y la necesaria elevación de éste a
un símbolo y a tener una deuda con él. Es decir como se menciona tantas veces,
el padre adquiere más poder muerto que vivo. Nace así una prohibición, un pacto
que tiene la fuerza de ley[11].
La ley en Lacan
[El]
Nombre-del-Padre, es decir el
significante del Otro en cuanto lugar de la ley[12]
-
Ley del
padre es una ley de orden simbólico (Nombre-del-Padre)
Este padre simbólico puede ser legítimamente reducido al estatuto de un
significante, que Lacan designa como Nombre-del-Padre.
Pura metáfora que sustituye el deseo de la madre[13]
- -
Ley
superyoica como imperativo de goce no es exclusividad de la madre.
- -
La ley
preside particularmente las repeticiones del goce.
- -
Ley supone
un imperativo.
- - Los psicóticos y otros no tan psicóticos tienen que buscar soluciones particulares al no disponer de la ley del padre (rechazo). Al no existir la ley paterna, cada uno deberá inventarse su manera particular de separarse de la madre (sinthome)
El
padre simbólico es la referencia a la ley de prohibición del incesto. Es el
depositario legal de esta ley. No es necesario que haya un hombre para que haya
padre. Todos los miembros de la familia son referidos a un cuarto elemento, el
falo.
La madre
“Pero sobre lo que queremos insistir es sobre el hecho de que no es sólo de la manera en que la madre se aviene a la persona del padre de lo que convendría ocuparse, sino del caso que hace de su palabra, digamos el término, de su autoridad, dicho de otra manera el lugar que ella reserva al Nombre-del-Padre en la promoción de la ley”[14]
Se
sabe poco de las madres en los historiales clínicos de Freud. Sabemos de la
madre de Juanito que lo acariciaba demasiado. “Esto hace a la naturaleza de las madres” (diría Freud). Observamos
clínicamente cómo las madres erotizan el cuerpo del hijo y del riesgo de ser
devorados, incorporados.
Lacan
habla de “función paterna”, pero no
de “función materna”. Cuando habla
del “deseo de la madre” y no función;
lo compara con la boca del cocodrilo (término que ha acabado malinterpretado
acusando a la madre de devoradora, olvidándose de su función)
Klein
sí habla del rol materno, relegando al padre a un segundo término casi nulo.
Bion y Winnicott se refieren a “función de reverie”. Ensoñación. El aparato psíquico del sujeto está determinado por la función de reverie de la madre:
“Si se lo usa en sentido restringido, el
reverie es aquel estado anímico que está abierto a la recepción de cualquier
objeto del objeto amado. [...] reverie es el factor de la función (alfa) de la
madre”[15]
Cita Bion su “a good enought mother” (madre suficientemente buena) como aquella que sabe qué hacer con el odio que le despierta el hijo.
La función de la madre también es la de “sostenerle el espejo”
El
deseo en Freud pone en movimiento el aparato psíquico, lo orienta según la
percepción de lo agradable y lo desagradable. En Lacan el deseo aparece como
consecuencia de la falta esencial que vivencia el niño separado de su madre.
Tiende a colmar la falta, la castración, que implica esa separación. Desea ser
el falo de la madre, el deseo del deseo de la madre, el complemento de su
falta. Al no poder colmar esa falta, el deseo irá a volcarse en sustitutos
de la madre. Gracias a esta función, el
deseo materno aparece en falta, se refiere a otra cosa que él mismo, se refiere
al falo como significante de este deseo. Por el Nombre-del-Padre el sujeto
puede responder en torno al deseo del Otro.
Entonces, ¿qué diferencia
hay entre síntoma y ley?
Síntoma y ley
La
metáfora paterna da cuenta del Edipo (años 50). El significante Deseo de la Madre es sustituido por el Nombre-del-Padre (que representa la ley
en el inconsciente estructurado como un lenguaje)
El deseo de la madre es lo inicial, lo primero simbolizado por el niño, es la manera de representar las ausencias de la madre (recordemos el fort-da), ausencias que indican que desea en otro sitio, algo distinto de él.
Ley y deseo
El
Deseo de la Madre es producido por las ausencias, lo que significa que desea en
otro sitio. (Más allá del principio del
placer. Fort-Da). Así el Deseo de la Madre queda revestido de significación
fálica: lo que desea fuera de mí.
Este
Deseo de la Madre no tiene fuerza de ley. La ley es un exceso de presencia, es
estatuto real, no están simbolizadas, son citadas por el sujeto. Son interpretaciones
del sujeto, un discurso sin palabras[16]
El
Nombre-del-Padre de 1958 para Lacan es el significante explicativo de la ley en
el inconsciente, una especie de “Otro del
Otro”[17]
La
metáfora paterna surge en Juanito. El padre no consigue separarlo de la madre,
simbolizar. El rasgo del síntoma es la sustitución del padre por el caballo.
Al
final de su enseñanza, Lacan da un giro a la visión entre síntoma y
Nombre-del-Padre: No es que haya síntomas a pesar de una buena ley del
Nombre-del-Padre, él mismo, no es más que un síntoma entre otros[18]
Así
el síntoma no es otra cosa que la muleta para solucionar la cojera, el
mecanismo para alejarse del goce materno. Es el soporte del sujeto. Si no ha
podido solucionarlo en su momento deberá inventar una alternativa para seguir
deseando separado de ella. Lacan lo llama
“Sinthome”
Sinthome engloba:
-
Síntoma
(fanthome)
- Santo Tomás[19] (homofonía, Saint Tomas)
El
síntoma es un medio para separarse de la ley de la madre a la cual está sujeto.
El psicótico inventa otros síntomas para dicha separación. De tal forma que
este mecanismo sintomático puede impedir volverse loco.
En
la neurosis, nuestro deseo arde en relación con la ley:
“No ceder en tu deseo”, no se trata de
transgredir la ley sino la fidelidad a tu propio deseo: ¡Haz tu deber!, acepta tu destino.
El problema de la separación del niño de la ley materna. Recorrido cronológico.
- -
Hacia
1958 la metáfora paterna supone que el niño ha simbolizado el Deseo de la Madre
por sus alternancias (fort-da) y que
el significante del padre y su ley hayan estado presentes en la madre y su
discurso. Hubo por tanto sustitución del Deseo de la Madre por el Nombre del Padre
(falo) El psicótico forcluye el Nombre-del-Padre
y el falo construyendo un delirio que le
sitúa de un modo distinto en el Deseo de la Madre sin sus apoyos simbólicos.
Metáfora delirante, en lugar de ser el falo que falta a su madre, será la mujer
que falta a Dios. La aceptación o rechazo del la ley paterna es obra del niño.
- -
Observemos
que no se da estatuto a la “ley de la
madre”, sólo se habla de palabras maternas fatídicas, fatuas, que no son el
significarte del Deseo de la Madre, sino más bien un rasgo de su goce y de
excesiva presencia.
- -
En 1975,
el acento recae sobre el padre. El padre legislador, los sustitutos paternos
(los educadores son los peores engendradores de psicóticos). Poco importa que tenga síntomas
el padre, si tiene el de una mujer y el tener hijos con ella. Lacan llama “perversión paterna” esta relación entre
padre y madre: la normalidad paterna no es una virtud. La madre es una causa de
su deseo.
- -
En
1975 el Nombre-del-Padre ya no es el significante de la ley en lo simbólico (el
Otro). La nueva teoría presupone que “No
hay otro del Otro” o que “el Otro no
existe”[20]. El Otro se caracteriza
por la ausencia de un significante que lo representaría como un “Uno”. Ese significante del Otro no
existe s(A). El padre debe dejar
filtrar su goce y su deseo, su perversión “pére-version”
para que el niño se dirija hacia él y encontrar un síntoma que lo sostenga. Cada
sujeto construye su síntoma. Joyce no lo hace así, no se apoya en el
Nombre-del-Padre sino en la escritura,
su sinthome. El sinthome es un saber-hacer por el cual el sujeto transforma su
síntoma inicial.
En el tema que nos ocupa hemos de estar atentos a aquello que puede interpretar el sujeto del deseo materno. Qué es lo que hace para librarse de la ley de la madre. Las ausencias de la madre son el significante del Deseo de la Madre, pero no tienen nada que ver con esas palabras de la madre que tienen fuerza de ley, exceso de presencia dice G. Morel. Dichas palabras tienen fuerza Real, no son simbolizadas, sino citadas por los sujetos, como superyó terrible (M. Klein)
Hay
que poner el acento sobre la inscripción en Lo Real de la interpretación del
deseo materno por parte del sujeto, considerándola como el síntoma que separa
al sujeto de la “ley de la madre” Pero
para pasar de ser objeto real del deseo de los padres a objeto de fantasma de
sujeto es necesaria una separación del cuerpo maternal.
Ese niño objeto, objeto (a) en el deseo de los padres, Otro (A) a veces es necesario un pasaje al acto para poder recuperar sobre el cuerpo del otro ese objeto al cual él equivale en el deseo maternal.
G.
Morel en “El síntoma, el fantasma y las
patologías de la ley” Armenta que el
significante del Deseo de la madre, de su ausencia, es causante de una falta y
debe de distinguirse de las palabras maternas que con fuerza de ley hablan de
un exceso, una inflación de madre. Esas palabra tienen tal fuerza que actúan
como real, sin simbolización y citadas por el niño. No sabemos si ciertas o no,
pero así son recordadas y dichas por el sujeto. Es como un Superyó materno.
Se refiere Morel al Superyó Kleiniano que surge tan tempranamente y que es mucho más cruel y feroz que el del adulto y ante el cual es niño se siente agredido por todo ese cuerpo maternal pasando desde al boca al resto del cuerpo (fantasías sádicas). Si embargo Lacan prefiere apuntar sobre la primera relación del Deseo materno y el goce de la madre.
Síntoma y fantasma
Lacan
sustituye el fantasma fundamental por el síntoma. Síntoma y fantasma se ubican
en lugares diferentes.
El
fantasma no es otra cosa que una manera de poner en escena mi deseo. Mientras
que el síntoma responde, intenta responder a la pregunta del por qué existe “algo” en lugar de “nada”. Este “algo” en
lugar de “nada” es el síntoma.
Lacan
opuso síntoma como algo significante y fantasma como algo inerte (que se resiste a la interpretación) Por tanto, el
síntoma es interpretable.
En
el fantasma sentimos placer y nos causa una incomodidad. El síntoma lo tenemos
al inicio del análisis, decimos que es articulación significante, el fantasma por
el contrario es objeto, nunca interpretado, necesita de una cierta construcción.
Pero
no todo es significante en Lacan: Por ejemplo el objeto “a”
Cuando
se habla de fin de análisis es en relación al atravesamiento del fantasma. No
hay travesía del síntoma.
Levantamiento del síntoma,
travesía del fantasma.
¿Qué
quiere decir atravesamiento, travesía o atravesar?
El
síntoma nos lleva a la problemática terapéutica, a la cura, se habla del
levantamiento del síntoma. Pero sabemos que no es suficiente ¿Por qué a pesar
de la interpretación, el síntoma no se disuelve? Por el goce, por ser una
manera que tiene el sujeto de organizar su goce: “ama a tu síntoma más que a sí mismo”.
El
S se lamenta del síntoma (displacer) y goza del fantasma (placer). El fantasma
es consuelo para el síntoma, transforma el goce en placer (fort-da)
El S habla de sus síntomas, calla de su fantasma,
porque el fantasma avergüenza. El fantasma es una máquina que se pone en juego
cuando se manifiesta el deseo del Otro.
El fantasma fundamental corresponde a la represión originaria.
-
Lo
que angustia es el deseo del Otro. El fantasma sería como aquello que cubre la
angustia suscitada por ese deseo del Otro. Esta angustia aparece cuando hay
desfallecimiento de la cobertura fantasmática (fobia)
Cuando escribimos s(A) (barrado) nos referimos, significa, el deseo del Otro y que falta un significante (por eso hay dificultad de poner el fantasma en palabras) y sólo podemos matematizarlo S♦a
El
fantasma es la respuesta al deseo del Otro y que hay una falta en el campo del
significante (no tocado por el significante).
Tres dimensiones del fantasma.
Aspecto
imaginario. Se trata de la producción de imágenes, mundos, personajes. El esquema L sirve de paradigma.
En
su dimensión simbólica se trata de una pequeña historia que obedece a ciertas
reglas, leyes de la lengua (lógica del fantasma).
En
“Se pega a un niño” ¿qué tipo de
frase es el fantasma fundamental? Se trata de un axioma (tiene que ver con esa
falta en el campo del Otro). Manifiesta que hay un real de lo simbólico. Dentro
de cada síntoma hay un fantasma. La teoría del fantasma se basaba en “Pegan a un niño”[21].
Donde Freud insiste en el fantasma femenino, reprimido y no recordado: “Soy pegado por el padre”. Sujetos que se
dejan ofender fácilmente, son pegados por el padre para su mayor desgracia
Respecto
a su dimensión real se trata del residuo que no puede modificarse. Lo real es
lo imposible. El fin de análisis como modificación de la relación del sujeto
con lo real del fantasma.
El síntoma es una formación simbólica y el fantasma es imaginario.
El fantasma en Lacan
Más allá de ser una representación que determinaba un síntoma, tenía trascendencia porque descifraba el destino del sujeto, la llave que abría. Una ley especial pero causante de patología.
-
Se inicia en los ’60. Intenta ir más allá del Edipo; pone en relación al sujeto
dividido con la causa del deseo, el objeto a, S♦a
Respecto
a lo comentado sobre el atravesamiento del fantasma[22]
(cuando el fantasma deviene pulsión) cabe comentar que hubo quienes veían una liberación perversa o cínica de la
pulsión, algo así como la prometida libertad sexual del nuevo sujeto. Otros
vieron el inicio de un ascetismo inédito, analista dedicado a la causa
analítica con toda su pulsión. El fantasma es una frase. Un punto fijo o centro
de gravedad del sujeto.
En
los 60 se esperaba atravesar el fantasma y disolver los síntomas, pero no basta
con poder nombrar el goce de un síntoma para resolverlo.
No
es el fantasma el que ocupa el lugar del real, sino el síntoma “la única cosa verdaderamente real”[25]
No
se trata de destituir al fantasma[26] ni
separarse del objeto a, sino de esa satisfacción del fin
de análisis.
El fantasma no es
universalizable
¿Todo
pasa por el fantasma? Muchos síntomas no tienen nada que ver con una fantasía
inicial. A veces no hay una frase única que dé sentido al síntoma. Esto ha
producido orientaciones equivocadas del S.s.S.
Cabe
esperar el fantasma en el caso de que sea enunciado por el sujeto bajo el velo
de una fantasía.
Lacan
sustituye el fantasma por el Sinthome
después de RSI y allí caben las tres estructuras.
Es con el Sínthome que vemos la posibilidad de olvidarnos del atravesamiento del fantasma.
Tres niveles del síntoma
como patología de la ley
- -
El
efecto del lenguaje sobre el sujeto (sujetado)
- - Para
separarse de la ley de la madre el sujeto ha de inventar un síntoma que recubra
la prohibición del incesto y que a la
vez hace sufrir (sea neurosis, psicosis o perversión) Sin el nombre del padre,
aunque haya cierta apoyatura en el padre.
- - Este
síntoma puede convertirse en sinthome, que agrupa el fantasma y el síntoma.
La Ley de la Madre
No
son palabras maternas que tengan fuerza de ley, que testimonian un exceso de
presencia. Son citadas por el sujeto (no simbolizadas). Son interpretaciones
del sujeto “discurso sin palabras”
G. Morel se refiere a lo
que denomina prolongamiento del síntoma. Término que viene a decir que los
hijos captan algo del síntoma de los padres y lo hacen suyo. No
identificándose, sino haciendo un pequeño giro que permite fabricar un síntoma
propio, pero apoyado en el de sus padres.
De hecho al no querer identificarse lo que han hecho es fijarse en
el síntoma paterno para hacer algo diferente, pero hacer algo diferente ya
indica una identificación. Entonces queremos decir que se apoya sin
identificarse.
Hasta ahora habíamos trabajado con la idea lacaniana de que la
separación era obra de la ley paterna. Pero con la aparición de esto que
dijimos del Sinthome, éste funciona
como separación sin pasar por el desfiladero de la ley paterna. Así podemos ver
en nuestra clínica, sujetos que se separaron con esta particularidad del Sínthome
(que puede ser el padre, pero no necesariamente el Nombre-del-Padre)
Dice Morel que esto puede ser aplicado en la subjetividad actual con la aparición de las nuevas figuras parentales.
Nota sobre el niño. El
niño, o colma o divide.
Siguiendo
el Seminario 4 “La significación del falo”
Lacan plantea que en la relación madre hijo es conveniente que el deseo no sea
único, es decir que el deseo de la madre no quede colmado por la presencia del
hijo, que siempre quede algo de la mujer. No habría diferencias en relación al
padre. Hay un texto de Lacan referenciado como “Notas a Jenny Aubry”[28]
Si
la angustia es la falta de la falta, cuanto más colma el hijo a la madre, más
la angustia. Es la madre que no desea o desea poco como mujer. El niño o colma
o divide.
Lacan
en su escrito “La significación del falo”[29] está
a favor de que en la relación madre hijo el deseo no sea único y que esté
dividido en cuanto a su objeto. ¿Qué quiere decir? Pues que la metáfora
infantil no reprima en la madre su ser de mujer. Que pueda diferenciarse una
mujer de una madre. Igual ocurriría con ser hombre y ser padre. El padre debe
consentir al no-todo estructural del deseo femenino.
En
dicho seminario se intenta ir más allá de la relación madre hijo y dar
importancia a la función paterna y su influencia sobre el deseo de la madre que
permitirá al sujeto el acceso a su posición sexuada. Si el hijo no divide acaba
cayendo como un resto de la pareja o con la madre en una relación dual que hará
que dependa del fantasma materno.
En relación al objeto
-
El objeto encontrará su justo lugar solo si se ordena con la función de la
castración. Lacan lo define en el caso de la homosexual:
Ella
decepcionada por el hecho de la falta del don paterno del objeto niño, elige
dar una lección al padre y lo hace con la elección homosexual de otra mujer
para enseñarle cómo se debería amar a una mujer.
-
Igual ocurre en la perversión masculina, donde el objeto fetiche vela el falo
que le falta a la madre.
- Y por último en la fobia infantil de Hans.
La madre “suficientemente buena” de Winnicott debe de ser además de madre, mujer. Dirá Lacan (en la Significación del Falo) que no es suficiente con la función del padre, es necesario que la madre encuentre el significante de su deseo en el cuerpo de un hombre (paradigma en Medea).
Dos clases de síntomas:
-
Los relacionados con la pareja padre-madre. Aquí existe articulación de la
metáfora paterna. En este caso hablamos de estructuración del niño dentro de la
metáfora paterna.
-
Los duales niño-madre. En este caso el síntoma se deriva del fantasma de la
madre, es bloqueante y tan Real que es inamovible por lo simbólico por no haber
articulación paterna. Es una fetichización del síntoma infantil en tanto amor
materno. Es el hijo como objeto de amor que vela o cubre la nada: “el falo que le falta a la mujer”. Es
fetiche siempre que lo sea todo para su madre.
En
este segundo caso decimos que el síntoma bloquea, no hay articulación
significante.
¿Cómo
diferenciar a este niño del objeto a del fantasma? Mientras que el niño
está en vida, animado, el objeto a es por definición inanimado. Lacan
sitúa aquí el síntoma somático como derivado de este bloqueo.
Resumiendo:
- -
Se
necesita algo más que el Nombre-del-Padre. Es necesario que la metáfora
infantil no anule en la madre su ser de mujer, su no-todo del deseo femenino.
- -
El hombre
se convierte en padre si consiente este no-todo
femenino. Por tanto el padre ha de ser a
la vez un hombre.
- -
A esto
Lacan le llama “humanizar el deseo”.
- -
El niño
colma o divide. Si la colma, la angustia, ya que “falta la falta”. La madre desea mal o poco como mujer.
Hecho
que viene a dar luz al tema controvertido de la no fetichización de la mujer. A
través de lo expresado el hijo se transforma en fetiche de la madre "el falo en
tanto que le falta a la mujer". Niño que no es un objeto (a)
del fantasma materno. Dice Miller[30]
que se distingue de este objeto a por el hecho de que el niño está
animado, mientras que el objeto a del fantasma es inanimado.
Nota sobre el niño
Son dos papeles algo deteriorados que entregó Lacan a Jenny
Aubry en octubre de 1969. Ella los pasa a Jacques-Allain Miller. Es el momento
en que Lacan está en su seminario 17 “El
reverso del psicoanálisis”.
Uno de ellos habla de utopías familiares, el otro
sobre síntomas, en especial de esos niños abandonados en momentos bélicos y las
consecuencias psíquicas que se derivaban de tal situación.
Utopías propias de experiencias en Kibutz (comunas
agrícolas), donde los niños eran acogidos lejos de la familia. Por igual
ocurrió en la guerra española y la segunda mundial. Todo parece fue un fracaso porque la familia aportaba algo que en
su ausencia se hacía patente en síntomas. Hay experiencias, silenciadas por sus
efectos, en las cuales se trasladaron niños en épocas de guerra a países fuera
del conflicto (España y II Guerra Mundial). Al estar lejos de referencias
parentales surgieron en dichos niños conductas violentas, agresivas, perversas…
La familia era y es transmisora de una función
estructurante que encadena los deseos de padres e hijos. Nosotros lo conocemos
como función paterna, función que no prohíbe el deseo, sino que le da pista, lo
posibilita. Tanto para el padre como para la madre debe de surgir un deseo más
allá del hijo. Este hecho favorece la salvación en cuanto a deseo del sujeto.
Notas sobre el niño
Estas
dos notas manuscritas entregadas
por Jaques Lacan a la Sra. Jenny
Aubry en octubre de 1969, fueron publicadas
por primera vez por ella, con mi autorización,
en un libro suyo aparecido en 1983.
Jacques-Alain Miller
En la concepción que de él
elabora Jacques Lacan, el síntoma del niño está en posición de responder a lo
que hay de sintomático en la estructura familiar. El síntoma, y este es el
hecho fundamental de la experiencia analítica, se define en este contexto como
representante de la verdad.
El síntoma puede representar la
verdad de la pareja familiar. Este es el caso más complejo pero también el más
abierto a nuestras intervenciones.
La articulación se reduce mucho cuando el síntoma que llega a dominar compete a
la subjetividad de la madre. Esta vez el niño está involucrado directamente
como correlativo de un fantasma.
Cuando la distancia entre la
identificación con el ideal del yo y parte tomada del deseo de la madre no
tiene mediación (lo que asegura normalmente la función del padre), el niño
queda expuesto a todas las capturas fantasmáticas. Se convierte en el “objeto”
de la madre y su única función es entonces revelar la verdad de este objeto.
El niño realiza la presencia de eso que Jacques Lacan designa como
objeto a en el fantasma.
Satura de este modo, sustituyéndose a ese objeto, el modo de falta en el que se
especifica el deseo (de la madre), sea cual fuere la estructura especial de
este deseo: neurótico, perverso o psicótico.
El niño aliena en él todo acceso
posible de la madre a su propia verdad, dándole cuerpo, existencia e incluso la
exigencia de ser protegido.
El síntoma somático le ofrece a
este desconocimiento el máximo de garantías: es el recurso inagotable para,
según los casos, dar fe de la culpa, servir de fetiche, encarnar un rechazo
primordial.
En suma, en su relación dual con la madre el niño le da, como inmediatamente accesible, aquello que le falta al sujeto masculino: el objeto mismo de su existencia, apareciendo en lo real. Resulta de ello que en la medida misma de lo que presenta de real, estará expuesto a un mayor soborno en el fantasma.
Por lo que parece al ver el
fracaso de las utopías comunitarias, la posición de Lacan nos recuerda la
siguiente dimensión.
La función del residuo que
sostiene (y a un tiempo mantiene) la familia conyugal en la evolución de las
sociedades, resalta lo irreductible de una transmisión –perteneciente a un
orden distinto al de la vida adecuada a la satisfacción de las necesidades- que
es la de una constitución subjetiva, que implica la relación de un deseo que no
sea anónimo.
Las funciones del padre y de la madre se juzgan según una tal necesidad. La de
la Madre: en tanto sus cuidados están signados por un interés particularizado,
así sea por la vía de sus propias carencias. La del padre, en tanto que su
nombre es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo.[31]
[1] Seminario V, p. 189
[2] Lacan, J., El
Seminario, Libro XXIII, (1975-76) p. 56.
[3] Lacan, J., El saber
del psicoanalista 1971-72, sesión 2 diciembre 1971.
[4] Ibídem, p. 188
[5] Lacan, J., Las formaciones del
inconsciente, en “los tres tiempos del
Edipo” pág. 194
[6] Fouts, Roger,
“Nuestros primeros hermanos” ed., Debate Barna. 2001.
[7] Diccionario de Filosofía. Cd-Rom
[8] En
el Seminario “Las formaciones del inconsciente”, clase 10, 22 enero de 1958, p.
194
[9] Fages, Jean Baptiste, Para comprender a Lacan,
Amorrortu.
[10] S. Freud, El malestar
en la Cultura, pto. IV, p.3039 O.C. Biblioteca Nueva
[11] No podemos dejar de
observar la marca que dejó en Freud su propio padre Jacob quien dice a Freud
cuando tiene 7 u 8 años que “no llegaría a
nada en la vida”, este padre que se
había humillado públicamente ante una agresión antisemita.
[12] Sobre una cuestión preliminar...” Escritos II, p. 564, Siglo XXI
[13] Lacan, Las formaciones del inconsciente
1957-58, seminario del 15 de Enero 1958.
[14] De una cuestión
preliminar a todo.... 1957
[15] Bion, “Aprendiendo de la experiencia”. Paidós 1966.
[16] Seminario 23, p. 11
[17] De una cuestión preliminar, p. 578
[18] Seminario 23, pag. 19
y 22
[19] Seminario 7. La ética del
psicoanálisis. 1988
[20] Subversión del sujeto y dialéctica…, Écrits, p. 826.
[21] Freud, Pegan a un niño
1919, p 235
[22] Seminario 11, p. 245
[23] Seminario 24 16, nov. 1976
[24] prefacio para la edición inglesa del seminario 11 Otros escritos p. 572).
[25] Seminario 24 sesión 15 marzo
[26] Proposición de 9 de octubre de 1967.
Otros escritos, p 252
[27] Lacan, J.,Seminario XX, p. 572
[28] Véase El Analiticón, Nº. 3, Paradiso/Correo,
Barcelona, 1987.
Cuando Jenny Aubry tuvo la bondad de traerme
esos papeles, no eran dos hojas bien escritas... sino pedazos de papel que
Lacan había rasgado. Ella me entregó los dos pedazos y me dijo: "Lacan me dio estos dos papeles".
Así que tal vez quedé algo sugestionado y los vi, los estudié, como dos notas.
Es evidente que constituyen un solo texto. Y, en efecto, el texto empieza en la
nota número dos y sigue con el texto de la nota uno –es un sólo texto, que
tiene su coherencia.
[29] Jacques
Lacan, "La significación del falo". Escritos, México, Siglo
XXI editores, 1988, p. 673-75.
[30] Allain Miller, J. El niño, entre la
mujer y la madre.
[31] Transcrito por José
Vieyra del libro: Lacan, J. Intervenciones y textos 2, Manantial,
Bs. As, 2007. p.p. 55-57
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