ALGUNAS
CONSIDERACIONES SOBRE LA NEUROSIS OBSESIVA.
De Freud
a Lacan.
Es para Freud: “El objeto más interesante y fecundo de la investigación analítica".
Podemos diferenciar tres etapas en este
recorrido freudiano:Erns Lanzer (hombre de las ratas)
1ª. Son los años 1894, 1895, 1896, cuando aparecen: "La neuropsicosis de defensa", "Obsesiones y fobias" y "Las nuevas observaciones sobre la neurosis de defensa”.
2ª.
Aparece el historial de "El hombre de las ratas”, "Tótem y Tabú"
de 1907-1909, "La disposición de la neurosis obsesiva" de 1913 y
"Lecciones de introducción al psicoanálisis" de 1916-1917.
3ª. Con los textos de "Más allá del principio del placer"
e "Inhibición, Síntoma y Angustia" de 1926.
1.1. 1er. Momento:
La psiquiatría de la época.
Lacan decide
recuperar el “acto freudiano” y esto conlleva
recuperar no exactamente lo que dijo, sino la causa implicada en él.
En “Lecciones de introducción al psicoanálisis”,
lección 17, en el apartado sobre “El
sentido de los síntomas” nos presenta el caso de una mujer que padece
síntomas de celos obsesivos. Comenta Freud que si el marido amara a otra, ella tendría
la excusa para así amar a su yerno. Es decir, que Freud busca el sentido del
síntoma. La psiquiatría tal vez se quedase con lo poco fundamentados que son
los celos de la paciente o con la falta
de lógica de lo relatado.
Esta originalidad choca
con la medicina de la época. Tanto la histeria como las compulsiones tenían una
etiología degenerativa (concepto aportado por Morel). Predominaba de la clínica
de la mirada, de lo observable, la conducta del paciente. Freud insiste en ir
más allá de una descripción de síntomas, quiere relacionar, articular la teoría
y la práctica, como una original terapia. Por ello relaciona mecanismos con
teorías sexuales. Sin ir más lejos diferencia neurosis de psicosis por el lazo
transferencial que hay en una o del que se carece la otra.
Freud analiza síntomas ya descritos por
la psicopatología de la época que recibían tratamiento monográfico muy
diferente: La degeneración de Magnan, la constitución emotiva de Dupré, la
neurastenia de Beard. En la neurosis obsesiva Freud encuentra un conflicto
psíquico. Janet se refería a la psicastenia con síntomas parecidos, aunque
aportaba como etiología la debilidad mental.
Otros autores como Falret (padre)
introducen conceptos como la “locura de
duda” y el “delirio de tacto”
junto a síntomas de actos compulsivos, dudas y estado de irresolución. Legrand
du Saule se refería a ellos como alienados que vagan sin etiqueta.
La obsesión aparece con los alienistas Pinel
y Esquirol que relatan la sintomatología del sujeto obsesivo y la impotencia
del mismo para entender el sentido de sus síntomas.
Freud rescatará de la locura lo que Kraepelin refería como “locura obsesiva”. Cabe recordar que el delirio actuaba como posibilidad sintomática. Hoy sabemos que no puede marcar la diferencia entre neurosis y psicosis.
“Si toda psicosis es un delirio, no todo delirio es una psicosis”
La “Locura obsesiva” era confundida con la melancolía por la culpabilidad y autorreproches, incluso con cierto sadismo fruto de su relación con el Otro. Mientras que la melancolía se identifica al otro al cual condena y ejecuta, consumando su propio asesinato o suicidio, el obsesivo se refiere a un goce del cual se castiga sin llegar a la acción. El obsesivo es culpable de algo que desconoce. El asesinato cometido en la fantasía.
La psiquiatría situaba a la histeria y a la “locura de duda” en lugares diferentes
dentro de la nosología: La primera era una neurosis y la segunda un delirio
parcial.
Para Freud tanto histeria como neurosis obsesiva disponían de un mismo mecanismo psíquico, por ello es clasificado del lado de las neurosis. Era claro que la “locura de duda” no concluía en locura y dentro de la terapia se comportaba de forma diferente que los delirantes.
Por tanto afirmamos que la neurosis obsesiva no existía. Se trataba de "Zwangnevrose" o neurosis de convulsión. Es aislada en los años 1894-1895.
“He debido comenzar mi trabajo por
una innovación nosográfica. Al lado de la histeria, he hallado razones para
situar la neurosis obsesiva [Zwangsneurose] como afección autónoma e
independiente, aunque la mayor parte de los
autores clasifican las obsesiones entre los síndromes de la
degeneración mental o los confunden con la neurastenia”
Es definida
como:
Al.: Zwangsneurose. Fr.: névrose
obsessionnelle. Ing.: obsessional neurosis. It.: nevrosi ossessiva. Por.:
neurose obsessiva, y es aislada por Freud y caracterizada por síntomas compulsivos, ideas
obsesivas, compulsión a realizar actos poco agradables y lucha contra
pensamientos contrapuestos, ceremoniales, rumiación mental en el pensamiento,
dudas, escrúpulos. Reacciones estas que acaban por inhibir la conducta del
sujeto tanto en pensamiento como en acción.
¿En qué consiste la novedad freudiana respecto a la
neurosis obsesiva?
-
Ya existían
obsesiones e ideas fijas.
-
Freud reúne
en un mismo grupo nosológico a neurosis obsesiva e histeria a causa de su
mecanismo en común.
- Neurosis es un término para
referirse a síntomas corporales. Psicosis
hacía referencia a síntomas mentales (observemos la oposición cuerpo-mente)
-
Freud crea
les neuropsicosis: de transferencia y narcisísticas.
- Asimilaba paranoia con neurosis obsesiva y esquizofrenia con la histeria.
Recordemos que la gestión clínica clásica sigue unas
pautas precisas:
•
SEMIOLOGIA
(Inventario de signos)
•
ETIOLOGIA
(Búsqueda de causas)
•
PATOGENIA (
Análisis de los mecanismos)
•
NOSOLOGIA
(Clasificación)
•
POSOLOGIA (Dosificación
de fármacos)
•
DIGANOSTICO
y TERAPÉUTICA.
•
PRONÓSTICO.
Si para la psiquiatría actual el tema se centra en el
TOC (trastorno obsesivo compulsivo) y en las terapias quirúrgicas, el
psicoanálisis insiste en la particularidad el “tipo clínico”.
A diferencia de la psiquiatría el
psicoanálisis:
-
No
agrupa lo observado, los hechos, los síntomas descritos, sino que quiere
articular todo ello con el tratamiento, enlazando teoría y práctica.
-
Busca
un mecanismo común. Una neurosis y una psicosis ni responden igual ni tienen
una misma dirección de la cura. Es necesario por tanto diferenciarlas.
1.1.1 De la Psicopatología al psicoanálisis.
La n.o.
había quedado limitada a una serie de síntomas específicos, más que a una
estructura clara y determinada. Estamos en 1895, Freud trabaja en “Obsesiones y
fobias” y observa que el mecanismo de la neurosis obsesiva y el de la histeria tienen
una etiología sexual. Las separa de la neurastenia como hizo con la neurosis de
angustia.
Clasificación
freudiana.
|
Neurastenia Neurosis de angustia Hipocondría (1914) |
Intactas a lo largo de la obra freudiana. |
Neurosis actuales |
||
|
||
|
|
|
Psiconeurosis de transferencia |
Histeria
Obsesiones
y fobias. (Representaciones compulsivas y fobias) (1896)
“Zwangsvorstellungen” |
|
Psiconeurosis narcisistas |
Paranoia Demencia
precoz de Kraepelin o Esquizofrenia de Bleuer (Freud prefiere Parafrenia) Psicosis
maniaco-depresiva |
La represión se lleva a cabo quitando de la representación el afecto concomitante. Cuando el sujeto intentaba olvidar el recuerdo (representación y afecto asociado) sentía que era imposible y el afecto quedaba libre. La representación no queda olvidada y sí desligada del afecto que va en busca de nuevas representaciones o ideas (una vez desafectivizada aparecía un recuerdo consciente, pero sin sentido) En la histeria este afecto se reflejaba en el cuerpo y en la n.o. el falso enlace se unía a otras representaciones fijándose en lo psíquico.
Por tanto, la idea inicial y la sustituida parecen no tener nada en común. En definitiva, es el mecanismo consistente en el desplazamiento de un afecto hacia representaciones que nada tienen que ver con la original. Hay un fracaso de la representación como origen de la enfermedad: recuerdo de la vivencia infantil, reproches, regresión infantil, culpa, vergüenza…, retorno de lo reprimido.
1.2 2º momento: La regresión en la neurosis obsesiva.
Es la época donde trabaja la regresión
de la libido a los primeros objetos sexuales y a las fases anteriores de la
organización sexual infantil.
Cuando hablamos de regresión pulsional estamos
refiriéndonos a la separación de pulsiones que antes estaban integradas.
Como analizaremos más tarde, la vida pulsional
mostrará una ambivalencia y una regresión y fijación en la fase anal. Aparecerá
también una relación sadomasoquista interiorizada presente en forma de tensión
entre el yo y un superyó cruel.
Al contrario que en la histeria que hace
una regresión hacia los primeros objetos sexuales, la n.o. lo realiza hacia
fases anteriores de la organización sexual (fase preliminar de la organización
fálico-anal). Por ello de sus síntomas con un impulso que de amoroso se
transforma en sádico, sorprendiendo al sujeto.
En la segunda tópica de "Más Allá
del Principio del Placer" y en "Inhibición, síntoma y angustia",
quedará claro el papel del erotismo anal, el masoquismo primario y la
compulsión a la repetición, efectos de la pulsión de muerte.
Esta famosa experiencia de seducción freudiana será revisada por Lacan cuando afirma que se trata del encuentro del sujeto con el Otro, momento en el cual el sujeto queda como mero objeto en el circuito del deseo del Otro (lugar donde se constituye) La angustia está localizada aquí, en este encuentro.
El deseo freudiano en la obsesión está relacionado con
el triángulo edípico: Parricidio, incesto…, elementos claves en el deseo del
obsesivo.
Las ideas freudianas son aceptadas pero bajo sospecha. Se incorpora la terminología pero se pasa por alto la etiología sexual, se olvida la especificidad del sujeto como ocurre con la histeria.
En las clases 16 y 17 de "Lecciones
Introductorias", 1915-17, presenta varios casos de neurosis obsesiva.
Lacan en "Las formaciones del inconsciente", lo hará con casos de
sujetos femeninos, hecho que viene a dar luz a la atribución en exclusiva del
sexo masculino. Ahora ya no es tan específica.
Estamos en el nacimiento de Tótem y Tabú
y de la ley universal de prohibición del incesto. Todo se verá patente en “El hombre de las ratas”
Aun no había escrito "Tres ensayos para una teoría
sexual" en 1905 y corregido en 1915. Por igual no ha escrito la
"Organización genital infantil" de 1923, ni "La declinación del
complejo de Edipo" que es de 1924.
En "Tres Ensayos" Freud expresa
que las pulsiones parciales forman pares antitéticos y encuentran nuevas
satisfacciones: pulsión de contemplación, pasividad, crueldad…
Los pares amor-odio, amor-hostilidad son
fenómenos que aparecerán unidos a la duda.
En los pre-freudianos se confundió el
sadismo con la agresividad. Dice Freud que el sadismo aparece en el punto
máximo del amor. Igualmente se confundirá pasividad con homosexualidad.
Lacan, como veremos, lo abordará desde
la demanda y el deseo. Lo anal y la demanda del Otro: la caca. El sadismo tiene
que ver con la voz y el superyó.
1.3 3º Momento: Las categorías.
Está centrado en "Inhibición, síntoma, y angustia". Apunta Freud que los
síntomas son satisfacciones substitutivas (Más allá del principio del placer).
El obsesivo ejecuta un acto y busca su opuesto (aporta las dos versiones).
A pesar de esto, Freud no acaba de resolver todo el problema que representa la neurosis obsesiva. Lacan con su aportación de la figura del Otro, con la constitución del sujeto pasando por el Otro dará cuenta de un síntoma movido por el goce.
En los capítulos V y VI de “Inhibición… Freud trata el tema de la semiología en la n.o. Clasifica tres grandes categorías: los impulsos, los actos y las representaciones. Los impulsos son actos infantiles que mantienen en vilo al sujeto: cometer grandes crímenes de los que huye horrorizado.
Comenta detalladamente el tema de los mandamientos, de las medidas preventivas y las prohibiciones. Nos recuerda como “El hombre de las ratas” tenía miedo de que le pasara algo a su amada. Recordemos la piedra en el camino que le hace dudar.
Otra de las categorías se refiere a la
procastinación, la postergación del acto.
Los impulsos son tentaciones. “El hombre de las ratas” tiene un impulso
a cortarse el cuello con la navaja. Antes quería matar a la vieja, después el
impulso se vuelve contra él.
Podemos observar un suicidio indirecto cuando
quiere adelgazar con esos largos y sudorosos paseos. Matar a Dick (su primo),
es matar al gordo que hay en él.
En cualquier caso cabe destacar que hay más
tendencia a fantasear el acto que al acto en sí.
Las representaciones obsesivas son reproches
transformados, producto de la transacción entre ideas reprimidas y represoras.
Se refieren a actos sexuales ejecutados con placer. Las ideas han sufrido una
deformación:
-
Si
haces esto… le pasará aquello a…Si devuelves el dinero al teniente A le pasará
algo a tu padre.
2. Estructura obsesiva. El erotismo anal y su objeto.
Se relegó el sadismo a la agresividad en los
obsesivos. Por igual la analidad de los mismos se relacionó con la
homosexualidad (tal vez por su pasividad)
En “La disposición a la neurosis obsesiva” (1913), antes de “La organización genital infantil”, Freud se refiere al erotismo anal y al sadismo. Sadismo entendido lejos de la agresividad. Se refiere más bien a la pulsión de aprehensión, la pulsión de saber, la pulsión epistemofílica, deseo de saber, rechazo del saber y la duda.
Lacan resolverá el tema diferenciado demanda y
deseo. Demanda del Otro y deseo del Otro. Es decir lo que demanda
explícitamente el Otro con palabras. El deseo escapa a la demanda no puede ser
atrapado por el significante: “El deseo
está articulado, pero no es articulable”
D (demanda) |
Al Otro
oral |
Del Otro
anal |
|
d (deseo) |
Al
Otro
mirada |
Del Otro
voz |
Objeto oral.- Implicado en lo pedido al Otro.
Objeto anal.- Implicado en lo pedido por el Otro.
El regalo es aquello que se da al Otro, en
tanto que es lo que este Otro pide. Dar, implica una renuncia. Aquí podemos
aplicar el tema de la educación de esfínteres.
Como veremos más adelante, el sujeto obsesivo, según Lacan, reduce el deseo a la demanda, así evita. Se ubica en el lugar del objeto de deseo, el objeto de la demanda del Otro. Que el otro demande y en primer lugar su castración. Todo esto porque el deseo del Otro encierra un enigma que angustia. La maniobra consistiría en reducir ese deseo enigmático del Otro a la demanda del Otro. Así se evita la pregunta sobre qué es.
2.1 La religión y la neurosis obsesiva.
Ya, en 1907, afirmaba Freud que la neurosis obsesiva era una religión privada o afinando, que la religión es una neurosis obsesiva colectiva. Entre religión y n.o. hay una especie de relación estructural. Manifiesta que hay una clara similitud entre los ceremoniales y los actos obsesivos. La ejecución del acto suspende la angustia. Pero registraba algunas diferencias:
- Los actos religiosos tienen carácter colectivo, mientras que los obsesivos son de carácter individual.
- Los actos religiosos tienen significación simbólica, los obsesivos están faltos de significado.
Los ceremoniales obsesivos tienen una finalidad
de protección contra la tentación, la culpa y las desgracias por venir. 1912 es el año de Tótem y Tabú. La prohibición (Tabú) implica alejarse de la
tentación.
Edipo es el mito de la histeria. Tótem y Tabú
el de la obsesión.
Como veremos tiene que ver con el deseo imposible en la neurosis obsesiva (insatisfecho en la histeria). El obsesivo toma medidas para alejarse de las situaciones donde su deseo está en juego. Mientras que la histérica se acerca y de este modo lo mantiene insatisfecho, el obsesivo lo evita, se aleja del deseo del Otro que lo angustia.
En el mito de Tótem y Tabú vemos que todo
sistema totémico y las religiones a la vez, serán un intento de reconciliación
con el padre para apaciguar la culpa.
La superstición.
Son consecuencia del pensamiento obsesivo. Cuando se encuentran bajo el dominio de una obsesión les ocurren hechos relacionados con su superstición. El paciente, dice Freud colabora en la efectividad de tales supersticiones.
La
necesidad de inseguridad
Prefieren permanecer en la duda. Eluden las soluciones a los conflictos. Se recrean en la duda: La paternidad, la duración de la vida, la supervivencia…odian los relojes.
2.2 Carácter y neurosis. Fenomenología del obsesivo.
Freud nos recuerda que las exigencias propias
del Complejo de Edipo generan una defensa en el sujeto. Cuando llega a la fase
genital, se produce una regresión a la fase sádico-anal que vendrá a marcar el
tema del erotismo anal en el obsesivo.
El carácter acaba siendo esa aceptación
determinista del síntoma como si fuera algo inamovible, heredado, aceptado… con
lo que me tengo que conformar.
El carácter sería un nuevo grado, una
sublimación de las pulsiones que consolidan la represión. Sabemos que la
neurosis es el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido.
En el esfuerzo para diferenciar carácter y
neurosis obsesiva, Freud manifiesta que hay sujetos muy cuidadosos, económicos
y tenaces. De aquí evolucionan a pulcros, avariciosos y obstinados en un grado
máximo de carácter. Por ello, ser pulcro no define un obsesivo. Existe,
manifiesta Lacan, “la enorme variedad de
la clínica en la estructura obsesiva”.
Es todo un cúmulo de prohibiciones, medidas
preventivas y satisfacciones sustitutivas que aparecen disfrazadas
simbólicamente. Encontramos situaciones que actúan al unísono, como ocurre con
la ambivalencia respecto de los afectos y sus contrarios.
2.3 ¿Qué se cuestiona el obsesivo?
Sus preguntas no siempre son las mismas, no
tienen las mismas formulaciones. Una lectura más detenida nos acerca al hecho
destacable de que siempre está implicado su ser, un ser para la muerte… una
pregunta por el qué tengo que ser y la permanente duda. En cualquier caso lo importante
es el ser.
La histeria es o esto o aquello. El obsesivo es
ni esto ni aquello, ni hombre ni mujer.
Respecto a las rumiaciones obsesivas,
versan sobre la inseguridad, la paternidad, la vida, la supervivencia.
2.4 La angustia y el acto obsesivo.
El síntoma sirve para evitar la
angustia. Al igual que el fóbico, el obsesivo necesita de los rituales para
evitar su aparición. El acto del obsesivo siempre sustituye a otro acto. El
acto es el apaciguador de la angustia. Pero siempre es más importante el
recorrido de la ceremonia que la ceremonia en sí. Prima el sistema de reglas,
de rituales que el sujeto sigue como mecanismo para que la prohibición y el
impedimento tengan efecto. Ello nos hace pensar que hay un sujeto anterior y
otro posterior al acto.
2.5 La postergación del acto: La duda.
Una de las características propias es la
postergación, el dejar para otro momento. Tiene por sentido controlar el deseo
del Otro, que el deseo del Otro sea algo calculable, que no falle.
Busca una garantía, una seguridad respecto al
control del goce del Otro, pero no encuentra el acto total, posible. Por ello
posterga hasta tener la certeza, que nunca llega: No hay acto posible. Es
decir, una certeza calculable…, pero no existe esta anticipación calculable.
Si posterga el acto, aparece la angustia porque
postergar significa no tener confianza en el saber del Otro. Este Otro no tiene
respuestas. En la cura analítica por el contrario poner a trabajar la
transferencia es creer que el Otro sabe (Sujeto-supuesto-Saber)
2.6 La proeza, la hazaña, el record…
La hazaña en el obsesivo es el otro hecho destacable. Cabe preguntarse hacia
quién va dirigida. Digamos por ahora que va vinculada a la cuestión de la
impotencia: ¿Puedo o no puedo? No soporta la castración del Otro, necesita para
evitar la angustia, demostrarse a sí mismo que puede.
Son actos dirigidos a un público, a un
observador, a un espectador invisible. Siempre aparece un amo, que hace de juez
de la proeza. Pero, proezas donde no corre ningún riesgo.
3. Lacan: La neurosis obsesiva.
3.1 Lacan, lector de Freud.
En su retorno a Freud expresa que ha
extraído lo que sabe de la neurosis obsesiva especialmente en relación al deseo
y el goce.
Lacan había dedicado un seminario en
1953 en Saint-Anne al “Hombre de las
ratas” De aquí nacerá después “El mito individual del neurótico” que fue
dictado en el Colegio de Filosofía de Jean Wahl.
Título tan sugerente como el freudiano
“La novela familiar del neurótico”. Mito necesario para entender la lógica del
sujeto, siguiendo la línea de Lévi-Straus. Más tarde Lacan seguirá con “Función
y campo de la palabra y el lenguaje” en las “Variantes de la cura tipo” (1953)
y “La “Dirección de la cura” (1958)
Decíamos
que disponemos de tres estructuras específicas: neurosis, psicosis y
perversión. La estructura está determinada por un cuestionamiento del sujeto y
de su posición respecto del significante fálico, del ser o tener el falo,
dependiendo siempre del significante del Nombre-del-Padre.
Hay una pregunta que en la histeria viene definida por el hecho de ser hombre o
mujer, ¿qué es una mujer?…, mientras que en la obsesión tiene que ver con la
existencia: ni hombre ni mujer. ¿Qué soy,… estoy vivo o muerto?
Habla
mientras espera la muerte del que escucha, que el psicoanalista ponga final a
la sesión sin haberse implicado en nada.
Ambos
buscan el amo, la histeria para dominarlo. El obsesivo lo encuentra y espera su
muerte. Es la muerte del padre que aun muerto permanece vivo y le rinde
rituales.
3.2 La estructura y la neurosis.
Cabría
preguntarse dónde está la neurosis obsesiva, hoy definida en términos como TOC
(Trastorno obsesivo compulsivo). ¿Ha cambiado o son los psicoanalistas quienes
no las ven?
Es
cierto que los pre-freudianos pusieron énfasis en la agresividad y la homosexualidad
de los obsesivos, motivado por la organización sádico-anal. Otros hablan de
fantasías orales, del tipo de incorporación del pene del analista. Más allá se
asoció neurosis obsesiva y psicosis. No en vano algunos son calificados de
homosexuales. La homosexualidad que funciona como duda en los obsesivos, no es
otra cosa que una excusa para no afrontar su deseo.
Puntuemos:
Si hay una neurosis, no hay una psicosis. Hay una imposibilidad estructural de
salto de una a otra. Si ha habido una neurosis en el adulto, la hubo en la
infancia. Por el contrario, la psicosis no tiene un tiempo anterior. Sí hay en
la psicosis un primer momento de pérdida de la realidad y el delirio será el
intento de reconstrucción. Recordemos la insistencia lacaniana en situar al
sujeto respecto a la realidad al comienzo del análisis, no como fin del mismo.
Eso sí, algunos contribuyeron a despistar al
clínico. Así, ciertos kleinianos sostuvieron que las manifestaciones neuróticas
servían de defensa y control contra la psicosis. De aquí derivaron
interpretaciones erróneas.
Melanie Klein con respecto a la angustia manifestó que había angustias tempranas psicóticas y depresivas que eran normalizadoras para el sujeto. Se concibió que la neurosis obsesiva era como una especie de mecanismo de control para defenderse contra las partes psicóticas. De aquí extrajeron el riesgo de psicotización de los obsesivos, a pesar de que M. Klein nunca sostuvo que una neurosis acabara en psicosis.
Es necesario precisar que obsesiones y
compulsiones las podemos encontrar en otras estructuras que no sean obsesivas.
Importante porque podemos encontrar estructura sin síntomas, la llamada
contingencia del síntoma. En las neurosis encontramos la histeria y la neurosis
obsesiva, algunos incluyen la fobia. Freud reconoce en la n.o. un dialecto de
la histeria. Quería decir que su estructura la encontraba en la histeria. En el
fondo de toda neurosis obsesiva encontramos una histeria. La neurosis obsesiva
comienza con una histeria (Inhibición, síntoma y angustia.)
Lacan aprovechará esta circunstancia para
invitar a la histerización del sujeto obsesivo como una maniobra necesaria en
análisis. Histerizar es hacer entrar la duda del sujeto escindido, dividido.
Duda como lugar del síntoma. Si dudo soy sujeto y escindido a causa del goce y
del silencio del Otro.
3.3 Recorrido
Para hacer un
seguimiento justo de la neurosis obsesiva en la obra de Lacan podemos hacer el
siguiente recorrido:
Semirario V "Las Formaciones del
Inconsciente", últimas siete
clases.
Seminario “La transferencia”. Segunda
parte. Es donde se trabaja la demanda del Otro.
Seminario X “La angustia”, en las
últimas cuatro clases donde trabaja el objeto excrementicio.
Lacan ya avisa
sobre la tergiversación del legado freudiano en relación a muchas cuestiones
clínicas y prácticas. Algunas de ellas tienen
que ver con la neurosis obsesiva:
-
Hay clínicos que la niegan en la actualidad en los
términos descritos por Freud.
- Los pre-freudianos acentúan la agresividad del
obsesivo y la supuesta homosexualidad.
-
Otros van más allá y ven en el obsesivo un riesgo de
psicotización.
Contra ellos expone Lacan que gracias al
caso de “El hombre de las ratas”
conocemos todo sobre la neurosis obsesiva.
(Reseña de enseñanza de "El Acto analítico",
Ediciones Manantial)
3.4 El
lugar del Otro en la neurosis obsesiva. El deseo, la necesidad y la demanda.
La necesidad pertenece al orden los
requerimientos orgánicos. Recordemos que Freud sitúa entre la necesidad y el
deseo su noción pulsional. La pulsión (que tiende a relajar la tensión) le da
una cualidad a la necesidad orgánica, algo del orden de lo erótico. La pulsión
es la cualificación erótica de la necesidad.
La necesidad tiene que ver con la falta
radical como consecuencia de la salida del seno materno.
La pulsión sigue el recorrido del mito
platónico descrito por Aristófanes en “El
Banquete” de Platón. El mito del andrógino que ha sido dividido y separado
de una parte de sí mismo. Al nacer perdemos nuestro complemento anatómico.
La pulsión se extiende como un huevo roto (hommelette), se expande y choca con los límites del cuerpo. Para canalizarse necesita de las vías erógenas, especie de válvulas descongestionadoras.
Si Freud afirmaba que el deseo ponía en
movimiento el aparato psíquico en busca de lo agradable, Lacan entiende que el
deseo aparece como consecuencia de la falta de esencia motivada por la
separación de la madre.
Tiende a colmar la falta –castración- que
implica la separación de la madre. El niño necesita ser el falo de la madre, el
deseo del deseo de la madre, su complemento, aquello que le falta a ella. Como
esto no funciona, es imposible… irá a buscar sustitutos de la madre.
“El deseo se produce más allá de la demanda, pero se constituye en su más acá” (Escritos 629)
La demanda incita al deseo, le invita a
continuar en su intento de lograr ese todo. Evoca la falta de ser con los tres
rostros de la nada que constituyen el fondo de la demanda de amor, del odio que
niega el ser del otro y del que no se puede decir aquello que se ignora en la
petición. (Escrits, 275).
Por tanto evoca las tres faltas del ser: el
amor, el odio al Otro y la ignorancia de lo que se pide.
Un aviso a navegantes analistas propone Lacan:
La respuesta del Otro es dar aquello que cree que se le pide y confunde la
cura, la demanda de amor con la satisfacción de la necesidad. El odio paga al
amor, pero lo que no se perdona es la ignorancia. Es decir, hemos de obturar la
demanda, nada de identificaciones. Se trata de encontrar el deseo y su
estructura.
3.5
La falta en ser.
Al hablar de la falta en ser cabe precisar que S(/A) es el
significante del Otro. Da cuenta de un lugar en el Otro del significante, en el
Otro simbólico, de una cierta inconsistencia. Esto quiere decir que cuando el
sujeto se articula en la cadena significante experimenta que hay una falta en
ser y llama al Otro para que le dé sentido al interrogante sobre el deseo, pero
el Otro no tiene respuestas sobre el ser del sujeto. No puede saciarle, es el
lugar de la palabra y está carente.
La pregunta así, no encuentra respuesta. Por
ello de la tachadura. Este lugar será llamado “el deseo del Otro”. Algo le falta al Otro, hay un deseo, una falta
en el Otro.
Es decir, que en lugar de respuestas encuentra
un falta en el Otro, un punto de no saber (La
verdad en el Otro es el deseo del Otro)
Lacan también le dará otro nombre: “significado del goce del Otro” como un
goce que le falta, un goce perdido.
Más tarde veremos cómo se pone esto en
funcionamiento con la historia del tormento de las ratas y el capitán cruel (El
hombre de las ratas), un goce incontrolable.
Veamos cómo se adapta todo esto a la neurosis obsesiva:
3.6 Deseo y demanda en la neurosis obsesiva.
Siguiendo el Seminario 5 “Las
formaciones del inconsciente” leeremos como
Lacan va construyendo el grafo del deseo del sujeto que tendrá su final
con “La subversión del sujeto y dialéctica del deseo”
Hay, dice, una diferencia entre demanda
y deseo. El deseo no es articulable a manera de “Yo deseo esto o aquello”. La demanda sí es articulable. Entre
significante y significante encontramos el deseo. No es articulable, pero está
articulado en la demanda.
El lugar de la demanda y la pulsión, S◊D, no se confunde con el lugar del deseo (d) Tras la larga demanda que efectúa el niño pequeño, siempre hay una demanda de amor
El deseo siempre amenaza al sujeto y la
amenaza tiene que ver con su desaparición. Aquí cabe el deseo del obsesivo como
imposible, contrariamente a la histeria que se manifiesta como insatisfecho.
La histérica para resolver su deseo
necesita de la triangulación en su circuito: Ella, Dora,
De esta manera evita el deseo propio en
su realidad, no se confronta con él. No se cuestiona, está anulado como sujeto.
La demanda del Otro hace de él un objeto que piensa que el Otro quiere
destruir, hacer desaparecer.
3.7 El deseo y su relación con el síntoma.
Lacan articula síntoma y estructura. Dice que es una
metáfora. Lo destaca en Hamlet (1958), en
el Seminario de las “Formaciones del
inconsciente”, “La dirección de la cura” y en el Seminario “El deseo y su
interpretación”
Así como en la histeria existe una pregunta por el
deseo, un deseo insatisfecho. En el obsesivo hay un deseo cero, un deseo
imposible (Lacan, Seminario 6, 1958-9).
¿Cuáles son las razones? En el primer acercamiento del
obsesivo con su deseo y el paso por el filtro del Otro, su deseo fue destruido,
anulado. Esto hace que experimente su deseo como algo que se destruye,
evanescente, dura poco. Por ello se mantiene a cierta distancia de su deseo
para conservarlo. No quiere saber nada del deseo del Otro y limita el deseo a
la demanda.
La duda, la postergación del acto, tan relevantes, no
hacen más que manifestar el encuentro del sujeto con su deseo. Siempre llega
tarde. Necesita proezas, hazañas…, donde el Otro observa, es espectador. Allí
dónde debe pedir permiso: “pedir permiso
es ponerse en la más extrema dependencia con respecto a él” (Lacan,
Seminario 5, 1957-8)
3.8 Estrategias del obsesivo.
- - Usa la demanda para que no haya cuestionamiento personal. La orden viene de otro. Satisfacer la demanda para escapar de la angustia. Colma la demanda para no encontrarse con lo que el Otro supone de enigma, de ese lugar Otro que nos interroga sobre nuestro ser. Y ahí piensa que ésta su deseo.
- - Sitúa obstáculos para no acceder a su deseo. Realiza proezas con sus semejantes bajo la mirada conspicua del Otro, a quien se dirige siempre.
- - Un continuo esfuerzo para evitar el encuentro con su deseo.
- - Calcular, controlar, mantener el goce, que funcione el Otro como controlador del goce. Que no haya más goce que el controlado, con significantes calculables.
- - Fracasa. Demasiado control, le sale mal.
- - El goce incontrolado es la causa de que él como sujeto se sienta elidido. No sabe dar respuesta a lo que le pasa.
3.9 La negación del deseo.
El deseo se escapa bajo formas de
denegación. Observemos frases del tipo:
- ¡No pienses que yo quiero eso,
no es eso lo que yo quiero, pero he de
hacerlo! Elude su
responsabilidad. Como le decía aquella paciente a Freud: -¡No vaya a creer usted que la mujer de mi sueño es mi madre!
Es una manera de anularse respecto de su
ser. La relación del obsesivo con su
deseo hace que el sujeto tenga una relación de destrucción con Otro: No
deseando nada (aquí están implicadas las pulsiones)
3.10 La muerte. La muerte es la muerte del deseo
El deseo del obsesivo respecto a ese amo
que le pide ya había sido observado. Lacan dirá que busca un amo para esperar
la muerte, la coartada, para mantenerse sin acto. En el Seminario “La ética”
que es cuando formaliza lo Real, lo pulsional, hace referencia a la muerte como
las diferentes figuras imaginarias del goce.
3.11 El padre del obsesivo.
El sujeto niño aparece para taponar el
deseo del Otro movido por su goce. Es necesario poner límite a este goce: la
función paterna, la metáfora paterna, el Nombre-del-Padre, la castración
simbólica, todo hace de significación
fálica para el infante. Solo si esto funciona (que nunca lo hace totalmente) el
sujeto se librará de la psicosis (forclusión)
Se trata de un padre aun vivo, pero que no
tendría que estar vivo. Esta es la base de la rivalidad del obsesivo con su
padre. Una rivalidad imaginaria de obsesión de muerte del padre. En “El hombre de las ratas”, el padre estaba
muerto, pero el hijo notaba su presencia, al igual que el drama de Hamlet. Son
padres que nunca acaban de morir. Hay una rivalidad del obsesivo con su padre.
3.12 Entonces podemos preguntarnos: ¿Qué es un padre?
Y, para ser padre: “Un padre puede ser padre a pesar de no estar enganchado al hijo” Esta
pregunta hace que Freud escriba Tótem y Tabú. Aquí se cuece la relación entre
el deseo y la prohibición.
El padre que goza en la horda no es el
padre simbólico. Un padre simbólico pone límite al goce, haciéndolo depender de
la ley del deseo, indicando la falta y abriendo la posibilidad de un goce
fálico.
Lacan lo llamará la “père-version” la versión paterna
implicada en la castración. Dice en RSI “sólo
si un padre hace de una mujer objeto a causa de su deseo, tiene derecho al respeto
y al amor”
Solo si hace eso tendrá el respeto. Es
la perversión paterna. Cuando el padre de Juanito le pregunta a Freud qué era
necesario para ser padre, Freud le dice que haga lo que haga se equivocará, así
que haga lo que quiera.
La función paterna siempre falla. Aquel
que articula la ley siempre deja un agujero que el sujeto trata de controlar,
regular. Será gracias a esta fallida que aparecerán las diferentes estructuras.
El Nombre-del-Padre marca en el Otro el lugar
de una ley, de cierta ley. Marca el agujero que hay en el Otro, la
inconsistencia del Otro. El Nombre-del-Padre es el garante del sujeto que
depositará en ello su ser. Es su única esperanza.
Este Nombre-del-Padre tiene que ver con el
Edipo, con este mito que nos habla de la relación del sujeto con el fallo del
Otro, aportando una serie de identificaciones que dan salida a la aporía de la
inconsistencia del Otro.
3.13 ¿De qué ley estamos hablando?
Se trata de la ley del intercambio: Tomas una mujer y pierdes otra. “No tendrás a tu madre, tendrás a otra que tu padre no tendrá”. Claro está que para que el padre funcione como garante de esta ley, debe de renunciar al goce de todas las mujeres. Recordemos que el padre de Tótem y Tabú no estaba sometido a ninguna ley y es necesario que el Otro renuncie al goce completo.
¿Qué puede hacer el sujeto antes estos fallos
de la ley? Para que una ley tenga vigencia, actúe, necesita de la muerte del
legislador. Recordemos que el padre es el representante de la ley. Si se
considera la ley, estamos ante un psicótico. Bien, pues de esta ley surge el
deseo. Es de justicia repetir que el obsesivo está siempre atento a la muerte y
se cuestiona su ser. Está muerte es la del padre, o bien su asesinato. De esta
guisa que se crea la deuda que ata de por vida al sujeto a la ley: El padre
simbólico es el padre muerto, el imaginario es aquel que contempla el obsesivo.
Lo que está en juego aquí es la
dialéctica generacional (la novela familiar, el mito del neurótico)
En la neurosis obsesiva algo ha fallado
de la función paterna y tendrá como consecuencia la aparición de un superyó
cruel e insensato que invita al goce.
Como veremos, no hay ley del deseo en “El hombre de las ratas”. Su goce lo
observamos en forma de obsesiones, en sus relaciones de amor. Si alguien
intenta separarle de la madre se las verá con su agresividad.
Su padre no le invita a separarse de la
madre, no era la madre la prohibida, sino las otras mujeres. El síntoma
restituye la falla de la metáfora paterna.
Esta situación le deja a merced de un
goce incontrolado y en exceso (patente en los obsesivos). Freud comentaba que
en la histeria había una insuficiencia de goce en el hecho traumático. En el
obsesivo hay un goce incontrolado en relación al incesto. El padre ha fallado
al no cortar este goce.
3.14 La deuda del obsesivo.
Esta deuda tiene que ver con el padre del que
hablamos. Este padre garante de la ley, como lugar simbólico, no ha pagado la
deuda (si ha tomado una mujer, deberá pagar con otra). Pagar quiere decir que
pague con su goce. Esto equivale a afirmar que debe de poner en orden su deseo
en relación a esta ley. En el caso de “El
hombre de las ratas”, éste tiene una deuda con su amigo y con su deseo
(doble deuda) que al no saldar imita al padre, falla como el padre.
Está claro que sobre el hijo recae la deuda impagada del padre y no le queda otro remedio que hacerse cargo de ella.
El dinero que debe el “Hombre de las
ratas” tiene que ver con la deuda que no
sabe cómo pagar. Es la moneda con la que paga el sometimiento a la ley. Debe de
devolverlos. Recordemos que no puede, no lo hace bien. Su padre tampoco
soportaba bien la ley. Cabe recordar que
“El hombre de las ratas” se alista a la
ley del ejército.
3.15 Superyó en la neurosis obsesiva.
Hablamos de la existencia, de la presencia de
un superyó feroz que le exige y ante
el cual el sujeto se pasiviza. La voz del superyó es un otro interior.
Superyó con su doble vertiente, la de prohibir
y la de exigir goce al sujeto: ¡¡¡Goza!!!
Si no lo cumple, aparece la angustia. La angustia es el afecto del sujeto
ante el deseo del Otro (interior) Esto provoca la anulación, el aislamiento y
la represión. El superyó sirve como límite.
El obsesivo para no angustiarse ante la voz, traduce el mandamiento loco en una demanda inteligible y luego cumplirla. Racionalización del hombre de las ratas para explicar el cumplimiento de sus órdenes.
Veamos todo esto esquemáticamente:
S(A) DEUDA cálculo |
SUPERYÓ Culpa |
GOCE |
Anulación Aislamiento |
||
|
S yo DUDA POSTERGACIÓN DEL ACTO |
|
El
aislamiento
vendrá motivado por el hecho de que el sujeto después de cualquier hecho desagradable,
bien sea un pensamiento o similar, necesitará de un lugar dónde nada debe
pasar, se aisla, se relaja. Pero la represión hace su papel. La representación
no quedará olvidada, más bien al contrario, lejos de la cadena asociativa, se presenta el pensamiento que sorprende al
sujeto.
La culpa y los reproches son muy presentes. El hecho de gozar implica la correspondiente culpa y el consiguiente castigo. Se siente culpable y no sabe de qué. Desconoce la razón, él no ha hecho nada. Los reproches no tendrán descanso. Sus situaciones vividas con placer generan reproches porque quedan activados en el recuerdo.
3.16 Perversión, angustia y goce en el obsesivo.
“El hombre de las ratas”, comenta Freud,
explica el suplicio de las ratas con una angustia desconocida, con un goce
horroroso. Podría hacernos pensar en una perversión, pero hemos de precisar que
el obsesivo, al contrario que el perverso, no se reconoce en este goce. El
perverso se haría amo de la situación para gozar. Nuestro obsesivo no se
entrega a este goce, más bien sufre de elucubraciones, fantasías, dudas de si
es homosexual o perverso.
El goce le fascina y a la vez le horroriza,
le deja en una dependencia total con el Otro.
Sus cálculos tienen que ver con su deuda.
Su deuda, el dinero no devuelto. Asocia, pero no se entrega, no deja que se
escape nada, calcula todo lo que dice, lo mide, retiene los significantes,
aisla el goce. “El hombre de las ratas” reza (forma de calcular el goce), pero
se le escapa un blasfemia, un insulto a Dios (idea compulsiva)
3.17 El sujeto y la demanda del Otro. El Deseo, el Falo y la castración. El objeto en el fantasma.
La pulsión
El
sujeto pide en la pulsión algo que está separado de él, pero que es suyo y le
complementa: los órganos de la madre. En la pulsión se trata de hacerse.
Hacerse ver, hacerse oír. Hacerse ver, vuelve al sujeto. Hacerse oír va hacia
el Otro (los oídos no pueden cerrarse) Hacerse engullir (pulsión oral). La
pulsión oral es hacerse chupar. Hacerse cagar. La caca es regalo, purificación,
expulsión, limpieza, entregar su alma, la oblatividad.
El Otro funciona como un amo del cual depende
en gran medida el sujeto. Su madre le ha
ofrecido todo, la posibilidad de todo. De este amo recibe las demandas,
las prohibiciones, los imperativos… el sujeto intuye que algo se espera de él,
por ello no tendrá otra alternativa que responder intentando satisfacer a
todos. Hace para ello grandes proezas, hazañas que como hemos dicho están
sujetas a la mirada atenta de algún personaje de su historia. En tales
propósitos no corre ningún riesgo.
La
demanda oral. Tiene
otro sentido más allá de la satisfacción. Siempre es una demanda sexualizada
alejada por tanto de la necesidad y con un objetivo claro: mantener un deseo.
Por tanto la demanda viene articulada al deseo, no a la necesidad.
Las
heces. La madre propone
al niño cómo hacer sus necesidades. Le pide algo. El excremento es un don a la
madre, a pesar de que la espera de ella sea el control de esfínteres.
Hablamos por ello de oblatividad: todo
para el Otro y todo para mí. El sujeto entiende las demandas como un don.
Cuando alguien desea, se sitúa este
deseo en el espacio de la demanda: el Otro me demanda a mí. No se trata de que
el Otro desee, es que me desea a mí y
deseo complacerle. Siempre convierte el deseo del Otro en demanda del Otro.
En el Seminario X (1962-63) Lacan
siguiendo su invención (el objeto a) plantea
el deseo anal (retención). La demanda de la madre, gran Otro, ha hecho entrar
la caca en la subjetivización. Se le pide retener y dejar el excremento
(demanda materna). Él es un objeto alrededor del cual gira la demanda de la
madre.
“Lo que está allí en esa primera relación con
la demanda del Otro, es a la vez él y no debe ser él; por lo menos, e incluso
más allá: no es de él”. (Lacan, Seminario 10: 314).
Pensemos que este objeto (a) excremencial es la causa,
el origen de las ambivalencias del sujeto, su sí y su no.
El
sadismo anal. Exponía
Freud que en el punto máximo de amor, el
amor se convierte en odio. Lacan comenta que el punto máximo de entrega y
sometimiento al Otro, es el momento donde el sujeto se eclipsa y aparece el
sadismo.
Por ello, tanto el dar como el retener
son respuestas a la demanda del Otro. Es ante esta demanda que el sujeto se
reconoce, se sitúa como sujeto. En la demanda del Otro hace aparecer el don, la
oblatividad, donde el sujeto se entrega. Observemos los síntomas de
constipación como retención.
El
deseo no encuentra la
posibilidad de apropiación. Toma la imposibilidad y hace de ella el objeto de
su deseo. No se atreve, posterga, se aleja, se paraliza. Quiere y no quiere, sí
y no, se inhabilita.
El
fantasma. En él
encuentra todo lo necesario para construir su deseo. Pide, demanda, mata el
deseo del Otro. Acepta todo lo que el Otro le diga, el permiso y la aprobación.
Hay una ley constante que rige sus actos
y le constituye. Su alienación, su dependencia siempre está en el campo del
Otro
¿Qué debe de hacer? A la hora de elegir
está en juego su deseo o lo que le demanda el Otro.
Se cuestiona sobre el saber: ¿Qué soy,
qué quiero, soy bueno o malo? Siempre está implicado su ser y el cumplimiento
del ideal. Pero siempre le falta un significante dónde identificarse.
Falo
y castración. El falo
es la presencia de la falta en el Otro, hecho que atrae su atención. No acepta
que el Otro desee, no escucha sus deseos.
Espera la muerte del amo para comenzar
una nueva vida. Mientras tanto no arriesga la suya, no hace nada. No se espera
que la verdad sea que el amo es más amo muerto que vivo.
Realmente lo que le preocupa es el
agujero de la castración y es aquí dónde coloca su deseo.
Piensa que es esto lo que los demás
esperan de él. Elabora un guión sobre esta base, crea la escena y actúa
complaciendo a todos. El resultado es su propia pérdida.
El
cuerpo del obsesivo y el lenguaje. Si
en la histeria el lenguaje recorta el cuerpo, por igual hace con el obsesivo.
Se apropia por medio de los ceremoniales, el pensamiento repetitivo, las
rumiaciones, dudas, prohibiciones…
4. Caso "Hombre de las Ratas" (1878-1914), siguiendo el vol. X de Luís López Ballesteros.
El caso del Hombre de las Ratas fue
una terapia acabada con éxito. Importante porque Freud está definiendo la
neurosis obsesiva, estructura donde él mismo se incluye según relata a Jung. Como
subrayó Patrick Mahony, esta cura fue
"una versión vienesa del drama de
Sófocles que enfrentaba a Edipo y
El caso "Hombre
de las Ratas" (Lanzer Ernst
1878-1914) está considerado un éxito terapéutico, junto al caso Dora (Ida Bauer) realizado después. Antes había analizado al “Hombre de los Lobos” (Serguei
Constantinovich Pankejeff). En 1908 analizó el caso de Hans (Herbert Graf, hijo de su amigo Max Graf).
El tratamiento tuvo una duración de nueves meses
(octubre de
Fue el psicoanalista
Patrick Mahony quién descubre el personaje en 1986. Había nacido en
Viena, era el cuarto de seis hermanos. Su padre Heinrich Lanzer había tenido
relaciones con una mujer humilde a la que abandonó por la madre de Ernst, Rosa
Saborsky, mujer de otra posición social (hecho transcendental en el historial)
A él le ocurrirá algo parecido, pues se enamoró de una
prima Gisela Adler, de economía débil y
en contra de sus padres. El hecho de estar operada de ovarios le dificultaba
tener hijos. Pudo influir este hecho en la decisión de Ernst.
Optó, como su padre por seguir la vida militar y fue
cuando empezó a tener problemas con sus síntomas. Tenía 27 años.
Efectivamente
padecía ideas obsesivas de carácter sexual. Miraba desnudo sus órganos
en un espejo comprobando su potencia. Tenía pensamientos suicidas, quería
cortarse el cuello, la muerte le obsesionaba, tenía reproches y mezcla de
pecado y culpa con el consecuente arrepentimiento. Toda una clara neurosis obsesiva.
Dudaba entre su
prima y la mujer rica que preferían sus padres. Consultó al psiquiatra Julius
Wagner-Jauregg. Tenía reticencias a presentarse a unas pruebas donde temía
suspender.
Interrumpe los estudios cuando está a
punto de graduarse. Su madre le invita a casarse con la “rica”. Deja los estudios porque ama a su prima Gisela, pobre, pero
deseada.
En 1907 está en
Galitzia en unas maniobras. Su capitán narra un castigo aplicado a un preso que
consistía en ponerle arrodillado y presentar el culo al cual se le ataba un
orinal o recipiente con un agujero. Se introducía una rata que al ser amenazada
por un hierro al rojo, solo encontraba la entrada anal del preso, que moría por
las heridas del roedor.
Otro hecho relevante está relacionado con sus gafas.
Las había perdido y tuvo que enviar un telegrama a su óptico de Viena para que
le enviara otras. Fue su Capitán quien le hizo el encargo, avisándole que debía
dinero al teniente David que había pagado el trámite.
Esta idea del pago le produjo quebraderos de cabeza.
Por tanto, ratas, deuda y dinero.
Sabemos que el padre había tenido también deudas por
el juego y había sido ayudado por un amigo al cual no pudo devolverle el dinero
por motivos de localización.
Pide con estos datos una visita a Freud. Repite los
años de su infancia, llenos de recuerdos sexuales, hasta llegar al suplicio de
las ratas. Su recuerdo hizo que se levantara del diván y le suplicó a Freud que
le ahorrara el recuerdo. Freud conocedor de las resistencias no se lo permite.
No aclaraba si el suplicio era empalamiento, su posición no quedaba clara…
Freud le ayuda con la frase: «En el ano»,
tuve que completar. "En cada momento
del relato, se observa en su rostro una expresión compleja y bizarra, expresión
que no podría traducir de otro modo que como el horror de un goce que él mismo
ignora.
De esta manera confesaba preso de gran angustia que
Freud tranquilizó dando sentido a su hostilidad. Freud en transferencia hizo de
padre relacionó el suplicio con la paternidad. Supuso que una escena infantil
masturbatoria tuvo la represión paterna. Por igual, había mordido a alguien y
el padre le había castigado físicamente. Erns injurió a su padre con frases
como: “Lámpara”, “servilleta”… El padre sentenció: “Este niño se convertirá en un gran hombre o en un gran criminal”
Algunos hechos restaban en el olvido. Por la
transferencia y en sueños descarga su rabia contra el padre a través del
analista reclamando un castigo. La vía transferencia una vez más demostró ser
el camino.
Freud comenta que el castigo de las ratas había
despertado en Lanzer su erotismo anal. El castigo narrado por el capitán cruel,
hizo que el oficial ocupara el lugar del padre y le hizo recordar su
agresividad hacia el padre.
Calculaba los honorarios en términos de: ¡tantos florines, tantas ratas! Rata es
dinero, deuda: Florin-rata…
El paciente salió exitoso de su cura. Se había casado
con Gisela en 1910. En 1914 fue hecho prisionero por los rusos y murió en la
primera Gran Guerra.
Hombre de las ratas (ratten)
Ratten (significante)
Idea Obsesiva (significado)
TOC (referente) síntomas
Ratte... ratten....hieraten...spielraten...erraten
(formaciones
sintomáticas, represión secundaria)
X
Enigma, reprimido primordial.
Ratten = Rates, después (dinero, plazos, heces)
Spielraten = jugador, deudas de juego.
Heiraten = casarse
Erraten = adivinar
Rata: es la viva imagen de sí mismo.
Veamos así:
- - La idea obsesiva: en una visita a la tumba de su padre vio cruzar a una rata que salía de la tumba (pensó de darse un festín). La rata roe, muerde con dientes afilados, sus características hacen que sea perseguida y castigada. Él había sido un algo rata al morder a los demás en sus momentos de tensión. Al contarle el suplicio se vio así, mordiendo a alguien y hizo la sustitución de padre por el capitán cruel, pensadno: A ti es a quien debería dársele este castigo (capitán y padre)
- - El
tormento de las ratas podía ser aplicado a su padre o a su novia. Si entrega el dinero que debía al
teniente A la tortura tendrá lugar. Posterga repetidamente el acto de devolver
el dinero.
- - A los doce años había sufrido un
amor no correspondido que como idea obsesiva hubiera tenido solución si su
padre hubiera muerto. La vergüenza y la culpa le asaltan.
- - De esta manera aparecían las ideas
obsesivas. Si me caso con la mujer amada, a mi padre le sucederá algo, una
desgracia en el más allá, ya que el padre estaba muerto. Freud agrega: Si mi
padre viviera como en aquellos momentos infantiles, me enfadaría violentamente
contra él y le desearía todo el mal.
- - Respecto a la novia le ocurre algo
similar. Ella tenía que cuidar de una abuela
y por tanto no podía estar con él. Deseó que la anciana falleciera y
para él como recompensa-culpa la idea del suicidio.
- - Por igual, cuando su novia fue
acompañada en el verano por su primo. Los sentimientos de culpa le hacían “correr sin sombrero por las calles bajo el
ardiente sol de agosto y a subir las pendientes de la montaña a paso
gimnástico, hasta que la fatiga le hacía detenerse bañado en sudor”, bajo
la excusa de una dieta de adelgazamiento.
- - Mientras navegaban le protegía la
cabeza con su sombrero. En una tormenta contaba los segundos entre trueno y
rayo.
- - Mientras que caminaba, un día
tropezó con una piedra. Dudaba entre retirarla o no, ya que su amada que estaba
de viaje, podría pasar con el coche y chocar contra ella. La volvía a colocar
en su sitio, pensando que era una manía. Una ambivalencia de sentimientos y
actos contrarios. En sus oraciones intercalaba oraciones y blasfemias.
- - Ratten (ratas) se asocia a Raten
(términos, plazos), hacían referencia a la herencia del padre (obstáculo) que el recibiría cuando muriera y que
posibilitaría el matrimonio con su amada. Las ratas por sus acciones: Roer,
morder, agresividad…se relacionaban con la hostilidad hacia la novia a la cual
le habían practicado una histerectomía y no podía tener descendencia.
- -
Los dineros
no retornados se regían por la siguiente asociación: Si se devolvían no al
teniente A, sino a la dependienta que realmente había pagado los trámites, era
como cambiar a su novia por otra más fértil.
- -
La
cuestión de la culpa está ligada a la deuda impagada. La culpa es el recordatorio de la deuda.
- -
Ya en 1912
en “La degradación de la vida erótica” Freud habló de la tendencia al
desdoblamiento del objeto sexual. Aquí vemos aparecer el objeto en forma de dos
mujeres: la rica y la pobre.
- -
Todo
gira alrededor del padre en la neurosis
obsesiva. El padre no ha pagado su deuda, el no paga su deuda a quien le abonó
el retorno de sus lentes. El padre elige a la rica en lugar de la pobre (a
quien realmente amaba). Esta rica será la madre de Ernst.
- - Fantaseaba que su padre aun vivía y estudiaba por si aparecía, pero a las 12, hora de los difuntos, abría su puerta, volvía a su cuarto y colocándose ante el espejo contemplaba su pene. Desafío al padre.
- El momento, según narra, de la aparición de sus síntomas se remiten a cuando tenía 4 años. Entonces su institutriz, la Sra Rudolf (Freud lo cambia en el historial por Peter) le permitió que se metiera bajo su falda. Hay goce en la señora y en él. Goce que se actualiza cuando oye la narranción de la historia de las ratas. El hecho de mirar bajo las ropas puede ser relacionado con sus presentaciones ante el espejo.
4.1 El caso del Hombre de las Ratas de Slavoj Zizek.
Slavoj Zizek hace una particular aportación sobre el
caso, una aportación que define como: Una
interpretación peculiar, política, del caso del Hombre de las Ratas.
Zizek, hace una interpretación política del caso. Le
ocurre a este “hombre” como a su padre, que debe de decidir entre el matrimonio
burgués, de conveniencia y el amor libre con una de su clase social. Es decir,
nada de Edipo, sino más bien lucha de clases.
“Cojamos el análisis que Freud hace del caso
del hombre de las ratas. La madre del hombre de las ratas tenía un status
social más alto que su padre, y éste tenía cierta tendencia al lenguaje soez y
una herencia de deudas sin pagar. Además, el hombre de las ratas descubrió que
no mucho antes de conocer a su madre su padre había pretendido a una mujer
atractiva, pero sin dinero, a la que había abandonado para casarse con una
mujer rica. El plan de su madre de casarlo con una familia rica lo puso en la
misma situación en la que había estado su padre: la elección entre la mujer
pobre a la que amaba y el más prometedor, desde el punto de vista material,
matrimonio arreglado para él por su madre. Es dentro de estas coordenadas donde
deberíamos situar la fantasía de la tortura de las ratas (la víctima es atada a
un tarro que contiene ratas hambrientas; el tarro está situado bajo el culo de
la víctima de modo que las ratas se abren camino a través de su ano): esta
historia se la contaron al hombre de las ratas durante el servicio militar. Él
quería demostrar a sus superiores que la gente como él (de buena familia) podía
soportar los rigores de la vida militar como cualquier soldado endurecido de
origen más humilde. En este sentido, el hombre de las ratas quería unir los dos
polos de la riqueza y la pobreza, del status social más alto y del más bajo,
que dividían su historia familiar. El cruel capitán de su unidad defendía de
forma entusiasta la práctica del castigo corporal y cuando el hombre de las
ratas se opuso a él de forma enérgica, el capitán le describió la tortura de
las ratas. No se trata sólo de que la multiplicidad de vínculos que fundamentan
el poder terriblemente fascinante de la fantasía de la tortura de las ratas se
sostenga por el tejido de asociaciones significativas (Rat, consejo; Ratte,
rata; Rate, los intereses que hay que pagar; heiraten, casarse; Spielraten,
nombre en argot con el que se conoce a los jugadores compulsivos…). Lo que
parece crucial es el hecho -rara vez mencionado, si es que lo ha sido en alguna
ocasión, por los numerosos intérpretes- de que la elección a la que se
enfrentan tanto el padre como el hijo tiene que ver con el antagonismo de
clase: ambos tratan de superar la división de clases reconciliando sus dos
polos; su historia es la de un chico de origen humilde que se casa con una
familia rica, pero aún así conserva su actitud de clase baja. La figura del
cruel capitán interviene en el punto preciso: su zafia obscenidad anula la idea
de reconciliación de clases, invocando las crueles prácticas corporales que
sostienen la autoridad social. ¿No sería posible leer esta figura del capitán
cruel como una figura fascista vinculada al ejercicio obsceno del poder brutal,
como el matón fascista que desprecia al blando liberal, consciente de que está
haciendo el trabajo sucio por él?”
Slavoj
Zizek: Bienvenidos al desierto de lo real. Madrid: Akal, 2008, p. 25
5. Neurosis obsesiva en Lacan. Seminario V.
Lacan comenta el caso en varias ocasiones, pero
resaltamos la de 1953, titulada
"El mito individual del neurótico". Siguiendo un esquema similar al
efectuado por Claude Lévi-Strauss en “Structures
élémentaires de la parenté” Lacan ofrece el mito como explicación de la
neurosis obsesiva. Allí se encontrará el sujeto atado a la historia simbólica
que se repite en las generaciones.
“El hombre no piensa con su alma como lo imagina el filósofo, piensa porque una estructura, la estructura del lenguaje recorta su cuerpo y nada tiene que ver con la anatomía”… testigo la histérica... Esta cizalla llega al alma con el síntoma obsesivo: pensamiento del que el alma se embaraza, no sabe qué hacer” (Televisión, 1973)
El mito sirve para aclarar, una vía para acceder a la imposibilidad. Llena los espacios vacíos y les da luz.
En la histeria recorta el cuerpo, en la
neurosis obsesiva (ésta comienza con un histeria) produce un pensamiento extraño
que se hace parásito al sujeto.
En el Seminario V marca la diferencia entre el Otro y el otro. Da sentido al S(/A) y a la fámula del fantasma S◊a. Lacan usa la neurosis obsesiva para acceder al problema del deseo y de su imposibilidad. Diferencia entre demanda y deseo:
-
La
demanda es un elemento simbólico (demandar, exhortar, suplicar, prohibir)
-
Cuando
el sujeto demanda, más allá de lo que pide hay una demanda inconsciente
(explicado en el gráfico de la necesidad). Este movimiento que hace pasar al
sujeto humano por el filtro del Otro que codifica su mensaje es evidente
también en los animales. El perro de Paulov también confunde la necesidad con el
significante que emite la campana.
-
Cuando
la necesidad pasa por el circuito del Otro, hay una parte que queda articulada
con la satisfacción que proviene del Otro. La necesidad no puede ser articulada en la demanda. El
deseo permite al sujeto existir más allá de su reducción a un ideal. Por ello
el deseo destruye al Otro.
5.1 El deseo destruye al Otro. ¿Cómo acceder al deseo que no está expresado en significantes?
El deseo destruye al Otro, le quiere castrado,
con elementos faltantes, quiere la destrucción del deseo del Otro.
El sujeto no puede basarse únicamente en el
Otro, necesita buscar algo nuevo como sostén de su deseo, un lugar dónde
fijarlo. Esto lo encontrará en el fantasma. Recordemos a Freud y sus histéricas
seducidas: El Otro del adulto, el deseo del adulto se introducía en el niño que
no tenía elementos para elaborar. El niño preso de un deseo sexual que no sabe
elaborar.
En el grafo del deseo, Lacan introduce al Otro del deseo (no del significante) como otro castrado que no puede ya articular plenamente su deseo.
Lo coloca en la cadena superior como, lugar del mensaje inconsciente que tiene
que ver con el deseo del Otro. Desde este lugar el Otro no da respuestas, hay
un silencio. Es el lugar del deseo del otro, lugar a evitar, es traumático. Se
puede articular a través del fantasma, que hace de cortocircuito, de desvío,
una manera de enfrentarse.
En les estrategias del obsesivo dice Lacan:
Como que el deseo implica la destrucción del
Otro y como que este Otro es necesario par particular el deseo, el sujeto
realiza un movimiento de vaivén, avanza, pero esto destruye al Otro y entonces
opta por retroceder.
Este deseo es angustioso. Cuando el sujeto se enfrenta a este deseo del Otro fracasa en la manera de sostener su propio deseo.
Los objetos que el obsesivo desea están
marcados por la prohibición paterna. Desea lo que está prohibido. La
prohibición paterna sostiene su deseo. El
obsesivo se acerca a los objetos proporcionalmente a la prohibición del Otro
(en especial el padre) El objeto prohibido no es la madre, sino que son todas
las mujeres.
Cuando consigue el objeto, cuando se acerca ya
no le interesa, se desvanece, desparece el sujeto (S/). Woddy Allen antes de hablar inicia un
tartamudeo, no puede, se tacha. Decía que solo se haría socio de una sociedad
que no admitieran socios.
Se trata de la oscilación del obsesivo. Primero
afirma una acción y después la destruye. Cuando conquista una mujer, pierde las
ganas.
En el seminario IV, leemos sobre esta
característica:
“La estructura misma del deseo da siempre una nota de imposibilidad al objeto del deseo humano, pero lo que caracteriza al obsesivo como tal es que él pone el acento sobre el encuentro con esta imposibilidad. Es decir, se las arregla para que el objeto de su deseo tome el valor de significante de esa imposibilidad”
Veamos esto en el caso “El hombre de las ratas”
Ama a Gisela porque el padre la prohíbe, incluso cuando ya no está en vida. Degrada el deseo a la demanda. Cuando se angustia por aparecer el deseo del Otro, aparece su fantasma masoquista. Deja de ocuparse del deseo del Otro y se ocupa de una demanda del capitán cruel (Novak): El teniente A pagó el reembolso por ti, le debes de devolver el dinero. Despista el camino, no es al teniente A, es a una empleada.
Siempre pide que le den permiso, que el
autoricen. Para obtener permiso del Otro tiene que hacer méritos: la proeza del
obsesivo en su vida laboral, matrimonial, con las mujeres… siempre bajo la mirada
atenta del Otro, su testigo.
5. 2 El deseo sexual en Lacan.
Habla de deseo porque el deseo es sexual, lo
que no hay es relación sexual, que el deseo sexual es imposible de ser satisfecho
y erotiza otras regiones como la anal.
Deseo insatisfecho en la histeria. La histérica se acerca y pone en juego su deseo en relación a un objeto. Desear es desear el deseo del Otro. La manera de mantener su deseo es a través de la insatisfacción. “La bella carnicera” se prohibió el caviar, así mantuvo vivo un deseo. La histérica lo encuentra en la relación hombre-mujer.
El deseo
imposible de la neurosis obsesiva. Consiste en alejarse de los momentos y
situaciones donde su deseo se pone en juego: parálisis, restricciones. El
obsesivo no quiere saber nada: Deseo imposible.
Destruyen el deseo, el deseo del Otro,
mantienen vivo el deseo del Otro, a costa de perder el suyo. Hay niños que
tienen una forma de desear enérgica, absoluta.
Se arriesga solo en situaciones imaginarias
(proeza). Las identificaciones son respuestas anticipadas que impiden el
desarrollo de la pregunta del sujeto en relación a su deseo.
Necesita el sujeto un lugar donde aproar el
deseo: el fantasma, la identificación histérica. De esta manera no ser un deseo
errático, loco.
Así afronta el deseo del Otro, el que quiere el Otro.
Cirano de Bergerac adopta esta postura. Por una
parte ama a su prima Roxana, pero no se atreve a cortejarla. Deja que su amor
sea canalizado por su amigo Cristian a
través de las cartas redactadas por Cirano. Se lleva su amor a la tumba.
5. 3 El fantasma en la neurosis obsesiva.
-
El
obsesivo, no necesita los signos del otro, los evita y sostiene su deseo en un
fantasma sólido.
-
Substituye
(a) por D. Es decir, en lugar de S◊a -----> S◊D. Los objetos están prohibidos y son substituidos
por significantes o no.
-
Cuando
el deseo se aproxima, desfallece. Para ello buscará que el Otro reconozca su
deseo, le autorice, se lo explique.
-
La
postergación ya comentada es una característica más del fantasma obsesivo (lo
podemos encontrar en la clase 24 del Seminario IV). Observamos cómo se aleja
del deseo temporalmente, lo procrastina.
-
El
fantasma del obsesivo es un fantasma de ofrenda, de oblatividad, relacionado
con el objeto anal, objeto de regalo.
-
En
la histeria, como es el caso Dora, su deseo
a partir del fantasma soportado por dos paternaires: padre y Sra. En K.
Elisabeth por su hermana y su cuñado.
5.4 Estamos
ante la presencia de un amo.
Y el obsesivo consigue que el amo el prohíba el deseo, o que le autorice. Pero si le autoriza ya no tenemos deseo. Él pide permiso, quiere que le demanden. Se imagina que el Otro quiere su castración, que esto es voluntad del Otro, no piensa en la castración como parte de la estructura.
Comparemos: La histérica busca un amo sobre el
cual reinar. El obsesivo se presenta como si lo hubiera encontrado y de él
espera sus mandatos. Vive esperando la
muerte de ese amo para iniciar su propia vida y así seguir sin enfrentarse a su
deseo, dimitiendo de su deber de vivir.
A diferencia de la histeria intenta construir Otro no tachado, pero que sea amo de su deseo. Cabe recordar no obstante que el obsesivo quiere saber de verdad qué es y qué desea
6. Erotismo anal y neurosis obsesiva Seminario X “La angustia” Organización sádico-anal.
Freud no aclara ni se aclara en el tema anal.
Habla en 1913 y relaciona pulsiones parciales y sádicas.
Recordemos que en 1915 pauta las fases:
-
Autoerotismo 1905 en Tres
ensayos…
-
Narcisismo
1911, en el historial de Schroeder.
-
Fase
oral 1915 en Tres ensayos…
-
Sádico
anal 1913 en
-
Fase
fálica 1923 en Organización genital
infantil.
Lacan trabaja con delicadeza el tema dando una
nueva visión sobre el mismo. Recalca la importancia de estas cuestiones ya que
se evitan los análisis largos en los obsesivos, se consigue con ello que no
queden atrapados en la demanda del otro.
Puntualiza:
- Separa demanda y
deseo.
- En Seminario VIII, “La transferencia” diferencia demanda al
Otro de demanda del Otro.
Diferencias entre demanda del Otro (nivel anal)
y mandamiento del otro (voz, invocante)
D (demanda) |
Al Otro
oral |
Del Otro
anal |
|
d (deseo) |
Al
Otro
mirada |
Del Otro
voz |
Estadios freudianos
de la evolución de la libido. |
Registros lacanianos
de constitución del deseo. |
Modalidad del objeto
causa del deseo. |
|
|
|
|
Oral |
Seno |
|
Anal |
Excremento |
|
Fálico |
Falo
(- φ) |
|
Escópico |
mirada |
|
Invocante |
|
Unir con flechas:
Narcisismo ...escópico
Oral.....oral
Sádico anal....anal y con invocante
Fálico ..... fálico
El excremento es la resistencia a la demanda
del Otro. Excrementos se relaciona con la ambivalencia de dar o no dar, con la
duda de ser o no ser.
6.1 La simbolización de los registros anal y escópico.
En lo oral prevalece la demanda del sujeto al Otro. Importa que el grito del niño sea interpretado por el Otro como demanda del sujeto al Otro. En lo anal es el otro quien demanda.
Simboliciad
del registro anal: Erotismo anal y neurosis obsesiva. Respecto al fantasma
anal. El objeto excremencial funciona como sustituto, como metáfora del falo
ausente, falo que no hay (si lo hubiera habría relación sexual)
Algunos proponen el acceso al amor genital
donde la clave sería sustituir la relación sexual que no existe por el amor, el
don de amor, darle al otro lo que el otro no tiene: El amor es dar lo que no se tiene. Si el otro no goza de mí que se
conforme con mi regalo.
Simbolización
del deseo del obsesivo. Encuentra tranquilidad por el lado narcisista. La equivalencia
fantasmática entre el objeto valioso (mierda) “ser una mierda” con ser la imagen
i’(a) de una imagen ideal i(a) narcisista. Equivalencia entre caca
y i’(a)
Piensa que lo que el Otro ama de él es esa
imagen. No un ser deseante, sino esa imagen. Armará esa imagen que cree que el
Otro espera de él.
El deseo vive alienado en imágenes ideales. En
lugar de deseo solo hay imágenes. Así evita la angustia.
Se identifica con cualquier imagen o personaje
“más” que él. Está en todos, menos en
su deseo. Desaparece como el excremento. Está en la modalidad imposible del
deseo.
Si la histérica encuentra solución a su
angustia con sus síntomas, el obsesivo no lo hace con la duda, sino con la
ubicuidad. El obsesivo es deseante, por su deseo parece centrado en el deseo anal
de retener: defensa contra otro deseo. Si hay deseo sexual, se expresa en forma
de inhibición de la defecación.
Retención, acumular cosas, desafío,
obstinación. Un deseo excéntrico, descentrado en relación al deseo genital. No
se ocupa de las otras, de las fotonovelas, de las relaciones como la histérica.
El obsesivo es altamente deseante.
7. La dirección de la cura en la neurosis obsesiva.
Existe la novela negra que afirma la duración
excesiva del análisis del obsesivo. Lacan se pregunta cómo será el momento de
la muerte de un obsesivo que no ha hecho análisis.
Como estructura particular necesita una clínica de lo
particular. Como manifiesta Lacan
(La dirección de la cura, 1958) la clínica produce una
rectificación del sujeto con lo Real, gracias a la transferencia y de ésta a la
interpretación.
El síntoma tiene sentido cuando el sujeto se percata
de él. En nuestro caso obsesivo, éste no lo hace respecto de sus
representaciones obsesivas. Hay que construir un síntoma que no sea a partir de
ahora un rasgo más de carácter.
Para ello se debe histerizar, como decíamos. Que el
sujeto pregunte al Otro y no a él mismo:
“Solo se dan los primeros pasos, cuando se consigue que el sujeto dé a sus síntomas todo su desarrollo, lo cual puede presentarse como un agravamiento clínico”
(Lacan,
Seminario 5: 478).
Se trata respecto a las
cuestiones anales de histerizar al obsesivo, que el síntoma forme parte de la
dimensión corporal, ligar el síntoma al cuerpo pulsional. Hacer del sujeto un
ser deseante. Lacan propone el fin de análisis en términos de separación de la
idea de ser el falo.
Si se sugestiona: - ¡Usted lo que quiere es esto!..., se colapsa el deseo y la manera de
activar por parte del sujeto su deseo puede ser un acting out, como el caso de Kris con los sesos frescos, o como en
la anorexia.
Hay que poner énfasis en la supuesta
homosexualidad el obsesivo que no es otra cosa que una coartada para no
enfrentarse al Otro sexo
Por tanto hay que evitar al analista que haga
de Otro, que le demande, le pida. No hacerse eco de la demanda. Si se
interpreta metafóricamente, no metonímicamente, haría que fueran como pedidos,
como obediencia de las interpretaciones.
La interpretación ha de actuar como enigma: ¿Qué me quiere? Si la interpretación va dirigida a aprobar el deseo del sujeto, a
autorizar su deseo, se reforzará la neurosis obsesiva.
8.-
Comentarios de J. Lacan sobre “El hombre de las ratas” en los Escritos.
J. A. Miller, hace una propuesta de lectura del “Hombre de las Ratas”
siguiendo los Escritos. Lo podemos encontrar titulado:
“Función y
campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” (1953) Págs. 279,
280
Lacan se refiere a las primeras
siete sesiones. La primera vez que se comenta el caso en Escritos.
Freud dice: “Su rostro reflejaba el horror de un gozo ignorado”.
No interpreta las resistencias. Freud capta la identificación del analista con
el capitán cruel. Tranquiliza al sujeto diciéndole que no es cruel y que le
ayudará a sacar los contenidos difíciles de hablar. Es una manera de sugestión
que causa efectos y hará que el sujeto relacione las ratas con el dinero que
paga al analista: Tantos florines, tantas ratas.
Freud le dice que estas palabras le pertenecen a él, implicando al
sujeto en lo que dice y busca respuesta dentro de sus preguntas. Se aleja del
lugar del saber, de la verdad, por ello es que no interpreta las resistencias.
Lleva al sujeto a la lógica de “todo lo real es racional”, le está
pasando. Es lo que hemos insistido bajo el nombre de histerización del sujeto.
Su escisión entre lo real y lo racional. Es un aviso a no interpretar las
resistencias.
Págs. 290, 291
La interpretación inexacta pero verdadera.
No se ajusta a los hechos cuando lo que quiere es llegar a la verdad del
sujeto. Sabemos que le habían propuesto casarse con una dama en contra del amor
que sentía por otra. La prohibición venía de la madre. Freud curiosamente le
dice al paciente que lo había decidido el padre, que por otro lado estaba ya
muerto.
Esta inexactitud histórica produce
el efecto esperado, es decir el levantamiento de los símbolos mortíferos
que ligan narcisísticamente al sujeto, a su padre muerto y a la dama.
La prohibición había sido hecha por la madre, no por el padre, pero Freud
está más interesado en la relación dialéctica que conecte al sujeto con la
agresividad hacia su padre y la fantasía de amor hacia su amada. Agresividad y
amor idealizado que están en el inconsciente del sujeto. Esta es su verdad, no
la inexactitud freudiana.
Freud llega a su meta: o sea hacerle
recuperar en la historia de la indelicadeza de su padre de su matrimonio con su
madre, de la hija “pobre pero bonita”, de sus amores heridos, de la memoria
ingrata del amigo saludable, con la constelación fatídica, que presidió su
nacimiento mismo, la hiancia imposible de colmar de la deuda simbólica de la
cual su neurosis constituye el protesto”
La deuda de
las gafas
Es una deuda
que no puede saldar. Freud le invita a relacionar las deudas del padre respecto
de la madre con el cual se casa por el hecho de ser rica abandonando por
consiguiente a la “pobre pero bonita”
y las deudas de juego no abonadas al amigo militar por parte del padre. Hecho éste
que es el desencadenante de la boda del padre con la madre. Es un hecho
repetitivo en ambas historias.
La neurosis
no es nada más que una denuncia de las cuales él ha sido producto: las deudas
paternas.
Lacan
insiste en las intervenciones del analista que procuren relanzar el discurso
del paciente y olvidarse de interpretar las resistencias que posiblemente sean
del propio analista.
“Porque es así como el hombre de las ratas
llega a introducir en su subjetividad su mediación verdadera bajo la forma
transferencial de la hija imaginaria que da a Freud para recibir de él la
alianza y que en un sueño clave revela su verdadero rostro: el de la muerte que
le mira con su ojos de betún. Por esto, si es con este pacto simbólico como
cayeron en el sujeto las astucias de su servidumbre, la realidad no le habrá
fallado para colmar estos esponsales, y la nota que a manera de epitafio que en
1923 Freud dedica a aquel joven que, en el riego de la guerra, encontró “el fin
de tantos jóvenes valiosos sobre los cuales podían fundarse tantas esperanzas”,
concluyendo el caso con el rigor del destino, lo alza a la belleza de la
tragedia”.
Las
interpretaciones freudianas ponen al sujeto en transferencia y produce la
fantasía de una hija de Freud a la cual solicita matrimonio. Se trata de la
autorización del padre para poder acceder a la mujer deseada. El ojo de betún
con los cuales mira a la hija de Freud es para Lacan el signo de la muerte que
se produce al tener bloqueado el deseo.
“Variantes de la cura tipo” (1955) Págs. 340, 341
“En la medida en que el analista hace callar
en él el discurso intermedio para abrirse a la cadena de las verdaderas
palabras, en esa medida puede colocar en ella su interpretación reveladora. Como
se ve cada vez que se considera en su forma concreta una autentica interpretación:
para tomar un ejemplo, en el análisis clásicamente conocido como de “el hombre
de las ratas”, su viraje mayor se encuentra en el momento en que Freud
comprende el resentimiento provocado en el sujeto por el calculo que su madre
le sugiere en el principio de la elección de una esposa. Que la prohibición que
semejante consejo implica para el sujeto de comprometerse en un noviazgo con la
mujer que cree amar sea referida por Freud a la palabra de su padre en
contradicción de hechos patentes, y principalmente de éste que le priva sobre
todos: que su padre está muerto, le deja a uno más bien sorprendido, pero se
justifica al nivel de una verdad más profunda, que parece haber adivinado sin
darse cuenta y que se revela por la secuencia de asociaciones que el sujeto
aporta entonces. No se sitúa en ninguna otra parte sino en lo que llamamos aquí
la “cadena de las palabras”, que, por hacerse oír en la neurosis como el
destino del sujeto, se extiende mucho más allá que su individuo: a saber que
una falta semejante presidió el matrimonio de su padre, y que esa ambigüedad
recubre a su vez un abuso de confianza en materia de dinero que, al hacer que
su padre fuese excluido del ejercito, lo determinó al matrimonio”.
Lacan
insiste en que el valor de la interpretación no está en la exactitud, sino en
la producción y los efectos de los nuevos inesperados significantes.
Lacan insiste en que el valor de la
interpretación no está en la exactitud, sino en la producción y los efectos de
los nuevos e inesperados significantes.
“Ahora bien,
esta cadena, que no está constituida de puros acontecimientos, por lo demás
todos caducos antes del nacimiento del sujeto, sino de un faltar, tal vez el
más grave por ser el más sutil, a la verdad de la palabra, no menos que de una
fechoría más grosera hecha a su honor- ya que la deuda engendrada por el
primero parece haber ensombrecido toda una vida de matrimonio y la del segundo
no haber sido saldada nunca- del sentido en que se comprende el simulacro de
redención que el sujeto fomenta hasta el delirio en el proceso del gran trance
obsesivo que lo ha empujado a llamar en su ayuda a Freud”.
El sujeto se
había comprometido a pagar la deuda. Dio su palabra y no la cumplió. Debía de
cumplir con una rectitud cuando su padre no lo hizo. De aquí la deuda respecto
de la deuda.
“Entendamos
sin duda que esta cadena no es toda la estructura de la neurosis obsesiva, pero
que se cruza en ella, en el texto del mito individual del neurótico, con la
trama de los fantasmas donde se conjugan, en una pareja de imágenes narcisitas,
la sombra de su padre muerto y el ideal de la dama de sus pensamientos.
Pero si la interpretación de Freud, al deshacer en todo su alcance latente esta
cadena, va a llegar al resultado de hacer caer la trama imaginaria de la
neurosis, es que la deuda simbólica que se promulga en el tribunal del sujeto,
esa cadena se hace comparecer menos aún como su legatario que como su
testimonio vivo”.
No se trata
de una herencia, de una deuda simbólica, sino más bien del hecho de testimoniar
qué ocurrió. Él mismo es la deuda del padre, el testimonio fie de lo que el
padre deja sin efecto.
La dirección de la cura y los principios de su poder. (1958) Págs. 577, 578
Pues las
líneas adivinadas conciernen tan poco al Yo del sujeto y a todo lo que se puede
presentificar hic et nuc en la relación dual, que es cayendo derechito,
en el caso del hombre de las ratas, sobre el pacto que presidió el matrimonio
de sus padres, sobre lo que sucedió por tanto mucho antes de su nacimiento,
como Freud vuelve a encontrar esas condiciones mezcladas : de honor salvado por
un pelo, de traición sentimental, de compromiso social y de deuda prescrita, de
las cuales el gran libreto compulsivo que empujó al paciente a ir hacia él
parece ser la calca criptográfica – y viene allí a motivar finalmente los
callejones sin salida en los que se extravían su vida moral y su deseo”.
Donde observamos la preexistencia del sujeto. Aquello que ahora es, ha
sido fruto de una marca, de un pacto económico del padre con la madre que
implica una renuncia al deseo. Marca que será efectiva en la neurosis del
sujeto que estará en lucha entre su moral y el deseo. Es tan solo el fruto de
un pacto.
“Pero lo más fuerte es que el acceso a ese
material (el honor salvado por un pelo, la traición sentimental, el compromiso
social y la deuda, recogidos del padre) solo ha sido abierto por una
interpretación en que Freud presumió una prohibición que el padre del hombre de
las ratas habría establecido sobre la legitimación del amor sublime al que se
consagra, para explicar la manera imposible con que, bajo todos sus modos, ese
lazo parece marcado para él. Interpretación de la que lo menos que puede
decirse es que es inexacta, puesto que es desmentida por la realidad que
presume, pero que sin embargo es verdadera en el hecho de que Freud da pruebas
en ella de una intuición en la que adelanta lo que hemos aportado sobre la
función del Otro en la neurosis obsesiva, demostrando que esa función en la
neurosis obsesiva se aviene a ser llenada por un muerto, y que en este caso no
podría serlo mejor que por el padre, en la medida en que, muerto efectivamente,
ha alcanzado la posición que Freud reconoció como la del Padre absoluto”.
Se refiere
al tema de la interpretación, no como un hecho puntal en el tiempo. En la transferencia
existen tres lugares y lo que nos interesa ahora es el lugar tercero del Otro
situado en la relación analista analizante, lugar al cual hay que dirigirse.
Lugar ocupado por un vacío, por la ausencia de deseo. El obsesivo quiere
preservar este lugar como sin deseo, como un muerto (padre realmente muerto)
¿Qué hay que hacer? Interpretar el lugar del Otro con el fin de que el obsesivo
no renuncie a su deseo y deje de sacrificarse para mantener este Otro como no barrado, absoluto. Ello
supondría su muerte subjetiva.
Seminario V
“Tampoco es que yo considere al hombre de las
ratas como un caso que Freud haya curado, pues si añadiese que no creo que el
análisis tenga nada que ver en la conclusión trágica de su historia por su
muerte en el campo de batalla, ¿qué no ofrecer para los que piensan mal lo
puedan rechazar?”.
Quedan
aspectos a analizar del caso. La muerte en el campo de batalla fue un hecho
inesperado que nada tenía que ver con su análisis.
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