Conferencia
pronunciada el día 19 de noviembre de 2005 en
Isidro Rebollo Conejo.
Psicoanalista. Dr. en Psicologia
La familia tradicional no es ni ha sido
garante de ninguna orientación sexual. Indico con ello que ninguna familia
previene contra la definición sexual, ella ha aportado toda una gama que va de
la homo a la heterosexualidad, pasando por individuos bien dispares, incluso
personas para las cuales se emplea el calificativo de normal. Sin embargo
parece cuestionarse que otro modelo familiar sería más nefasto. Nuevas
estructuras familiares aparecen y supuestamente, solo supuestamente, pueden
variar el destino de los nuevos sujetos que como hijos dependan de ellos.
Ya ha habido experiencias similares al
respecto. En nuestra cultura sabemos de niños instruidos lejos de la
coeducación en colegios bajo la mirada atenta de monjas, frailes o curas. Hijos huérfanos en instituciones, viudos que toman ambos papeles,
separados, hermanos que hacen de padre.
Algunos nos contaron lo doloroso del
hecho con relación a su sexualidad, mientras que otros dicen que se forjaron
sexualmente sin ningún conflicto. Parecería ser una cuestión más bien del azar.
Suponer que de
padres incestuosos se derivan hijos deformes es estar dispuesto a que a él le
pase. No por haber tenido relaciones incestuosas se tienen hijos deformes. Son
las palabras las que hacen huellas en las creencias.
Si nacemos sexualmente conformados, si
partimos del supuesto de que la anatomía es el destino, la biología soldaría
por encima de la función paterna y ningún modelo familiar, social o educativo
sería decisivo.
Desde el discurso de la ciencia se
asegura que lo biológico anula lo
genérico. Pero si preocupa la
orientación de los hijos en los nuevos modelos es porque creemos en la
influencia, en que la sexualidad se hace, viene determinada por un discurso
propio de modelos parentales.
La observación del cuerpo no es suficiente para definir el sexo. Nacer con una anatomía no determina el destino: “La anatomía no es el destino”. Es necesaria la palabra.
La sexualidad para el psicoanálisis y para la biología.
Tanto el sexo como la alimentación están
alterados por el goce.
Sobre lo real del sexo
no hay coincidencia entre la ciencia y el psicoanálisis. Si para la
primera el sexo queda restringido a la reproducción, es decir hay una escritura
genética de la relación sexual, desde el psicoanálisis se insiste en la
imposibilidad de escribir esa relación sexual para los seres que hablan. La
causa es que el inconsciente no entiende de gametos y es solo por vía del
lenguaje que se accede al sexo.
En los
animales la sexualidad es un instinto donde hay un paterner de sexo contrario, y un acto, el coito como unión de
genitales, la finalidad es la descarga y la procreación. Por tanto su
sexualidad es una instrumentalización del macho para la procreación. Incluso
etológicamente los humanos intervienen con su discurso afirmando que las
hembras seleccionan a los machos cuando estos acaban su pelea. Sólo una minoría
de machos consigue reproducirse, mientras que todas las hembras lo hacen.
Por igual piensa Robin Fox al declarar que “ Un hombre es para las hembras la forma de reproducir más hembras”. O como decía Samuel Butler: “ Un pollo es la forma en que un huevo reproduce otro huevo”.[2]
La sexualidad se inscribe más allá del sexo anatómico, no es conformista. El cuerpo lo conforma el lenguaje. Antes sólo existe lo Real: cuerpo y goce unidos de forma animal.
Entre nosotros hay un objeto sexual y un
acto hacia el que se impulsa la pulsión, el fin sexual. Pero, contrariamente al
reino animal, la cuestión está en la variedad y ausencia de fijación del objeto
sexual; más aún decimos que éste no está determinado. Hay todo un abanico
sexual.
El encuentro entre los sexos parece
buscar el complemento que nos refleja el mito del andrógino de Aristófanes,
pero en la realidad todo lo que remite a
la norma queda cuestionado por la perversión (sin ser tratada peyorativamente)
Hay todo un calidoscopio donde entra
homosexualidad, heterosexualidad, intersexualidad, bisexualidad,
transexualismo. La variedad sexual hasta ahora ha sido evidente.
Partamos de la división
clásica de las perversiones:
-
Perversiones
con respecto a su objeto (medio): homosexualidad, pedofilia, necrofilia y
bestialismo.
-
Perversiones
con respecto a su fin (satisfacción): Fetichismo, sadismo, masoquismo,
voyeurismo, exhibicionismo.
Cualquier pretensión de entender esta
variedad bajo criterios genéticos o pensar que la familia tradicional es la
aseguradora de la normalidad viene a ser como la diferencia entre el arte
culinario y la guía de restaurantes.
Los que insisten moralmente en la norma se empeñan en efectuar la operación de Procusto, el ático, quien pretendía adaptar el cuerpo de sus víctimas al lecho a través de estiramientos y torturas. Es algo así como tener un concepto muy definido de lo se podría denominar la justa medida. Tratar los hechos bajo una óptica de lo Ideal, deriva hacia el ejercicio de un poder.
¿Por qué la
alarma social? ¿Qué es lo que obliga a la cultura a ejercer sus imposiciones
ordenaciones y regulaciones sobre la sexualidad? ¿Qué hay en la sexualidad que
la torna peligrosa para los fines de la cultura? No hay cultura que no regule las
uniones o castigue el adulterio. El cristianismo elevó el matrimonio al nivel
de sacramento para dar cuenta del concepto de represión, dice Oscar Masotta[3], y
sigue afirmando que si la sexualidad
tiene que ser reprimida, la culpa no es de la sexualidad misma, sino lo que en
ella hay de enigmático.
“Lo que no desea ninguna alma humana, no hay necesidad de prohibirlo” [4]
Sin contenido sexual no existiría la represión ni
el inconsciente.
Foucault relacionaba sexualidad y sexo y
opinaba que no había que reducir la sexualidad (sus derivaciones sociales,
económicas, médicas, éticas) al efecto del sexo como entidad sustancial. El
sexo sería el efecto de esta serie de prácticas, su resultado. Algo así como el
aglutinador de elementos anatómicos, biológicos, placeres, sensaciones... Lacan
piensa que Foucault olvidó una gran diferencia entre sexo y sexualidad como
pluralidad de prácticas discursivas que intentan domesticar, neutralizar al
“sexo”, mientras que éste es algo traumático que escapa, como un impedimento
común. Es un efecto de la sexualidad, no hay sexo anterior a la sexualidad y
ésta solo entrega su secreto al psicoanálisis, dice Lacan en Televisión [5], y el secreto no produce mucha euforia. Se
habla porque se desea. Hay deseo porque hay prohibición.
Sade, no es libre cuando busca su goce. No es su cuerpo quien se lo demanda, sino algo dentro de sí le impulsa mediante una ley a gozar: La ley del superyó, obscena y feroz.
“Los colegas de Freud se hubieran sorprendido sensiblemente menos de su
insistencia en la sexualidad si hubiesen estado más familiarizados con al
literatura antigua sobre la histeria”.[6]
Y bien, ¿Qué necesita un sujeto para
constituirse sexualmente? ¿Cuáles son las condiciones ineludibles?
-
Esencialmente
una prohibición que le aparte del goce mortífero y
-
Que nazca
un deseo fruto de una prohibición. Y es aquí dónde aparece la familia.
El deseo es la búsqueda de la parte de
mí mismo perdida en mi historia para siempre, por ello realiza su sexualidad
aunque la pulsión sexual representa la muerte en el ser sometido a la maldición
del sexo. La realidad del inconsciente es la realidad sexual. Estar sometido al
sexo es estar sometido a la muerte.
La aparición del Otro como significante, le asegurará la separación entre cuerpo y goce, mediante la generación del objeto “a”. Entre cuerpo y goce se organiza el sujeto. El goce infinito quedará para siempre perdido. Siempre habrá una necesidad apasionada por saber acerca de esa pérdida, saber sobre el goce.
Dos mitos explicativos y organizadores.
Dos problemas
se plantean:
-
La función del padre. ¿Qué es un
padre? Lacan
- El problema de convertirse en mujer. ¿Qué quiere la mujer? En Freud
El Edipo. Complejo y estructura
El mito como acontecimiento verdadero es
un absurdo, pero hay que tomárselo en serio. Es una de las maneras de tratar lo
Real. Edipo es la rememoración en el
individuo de los acontecimientos por los que tuvo que pasar la humanidad. Edipo
es el mito de Freud, diría Lacan[7]
incluso hay quien opina que es lo no analizado de Freud. Es un mito que no
gusta a la antropología, ni al mismo Lacan.
Hay un Edipo en Freud que no es el de
Sófocles. En Sófocles Edipo dice que matará a ambos padres y es Yocasta quien
entregó a Edipo. Yocasta se ahorca antes de que llegue Edipo. Ambos acaban
maldiciéndose.
La madre aparece como
atractiva y digna de amor y como Esfinge, amenazante y peligrosa. La relación
con
Edipo no sabía qué estaba haciendo, en tanto que su madre supo todo el tiempo quién era su compañero sexual; la fuente de su goce era precisamente, la ignorancia de Edipo. Hay un vínculo entre goce femenino y la ignorancia que adquiere con ello una nueva dimensión intrasubjetiva: La mujer goza en la medida en que su otro (el hombre) no sabe.
El Edipo no es un fenómeno de patología,
no es experiencia personal. No es un hecho, es algo cultural, no es historia
subjetiva, hace que el sujeto se enfrente a:
-
La
exclusión como tercero en la pareja y a
- La diferencia de sexos.
Hay unas tesis[8] sin
las cuales el edificio del psicoanálisis no se mantiene en pie:
-
Que Edipo
sea una estructura presente en todo individuo humano.
-
Que el
complejo de castración constituya una estructura universal.
- Que los
dos componentes del Complejo de Edipo (muerte del padre y fusión con la madre)
se impliquen mutuamente.
- Que la estructura edípica suponga la constitución del inconsciente y viceversa.
Ni Edipo sufrió el Edipo, ni el padre primitivo la castración.
El ser hijo único, haberse criado en un
orfanato, el que el padre haya estado ausente, deben entenderse siempre que:
-
El
concepto de Edipo y un concepto del inconsciente que lo correlacione.
-
El
concepto de familia que permite afirmar la universalidad del Complejo de
Edipo independiente de la
contingencia.
-
Un
concepto de sexualidad que delimite la sexualidad edípica o sexualidad humana
de la animal.
¿Qué es el Complejo de Edipo?
Lo que
llamamos Edipo normal dice que el primer objeto de amor es la madre. Este
objeto persistirá hasta la interdicción
paterna en que lo transferirá a otras mujeres. La niña lo abandonará por el
padre y luego por otros hombres.
Pero hay otra lectura del CdE. La libido
es bisexual. No es cierto que los varones busquemos una mujer y viceversa.
Edipo responde a que no hay relación sexual.
En los análisis de Freud no aparece el deseo incestuoso y la
interdicción paterna, más bien lo que vemos aparecer es el amor al padre.
No se trata de la figura de la madre o del padre, sino del deseo de la madre
y el Nombre del Padre. Si Freud propone el deseo del niño por la madre, Lacan
dice el deseo de la madre por el niño.
¿De dónde viene el deseo incestuoso? El
Edipo nos da instinto y objeto libidinal.
El Deseo de
En definitiva, el Edipo
es ver cómo ha solucionado esto mi papá y mi mamá. Tomo el camino que ha tomado
uno de ellos. ¿Cómo lo hizo mi padre con el objeto perdido, lo buscó en una
mujer y mi mamá, lo buscó en un hombre?
Es al observar
la diferencia sexual anatómica, el momento en que se producen muchas fijaciones
y donde tienen su raíz determinados comportamientos sexuales. Sus consecuencias
son:
- En el niño, orgullo y temor a sufrir la desgracia de la niña, su amputación. Comprobar las diferencias ocasiona miedo a ser castrado: Angustia de castración. En el niño, la amenaza de castración le dice que si quiere gozar de la madre puede ser castrado. Por ello soluciona su CdE antes que la chica.
- En la niña: “Ha visto la cosa, sabe que no la tiene y desea poseerla”. Envidia del pene. Las consecuencias pueden ser: Sentimiento de inferioridad, celos a los varones, hostilidad y rencor hacia la madre que le ha pasado la falta (estrago)
- En la niña el complejo de
Castración produce un alejamiento de la madre y una elección del padre como
objeto de amor. No teme ser amputada porque ya lo está, pero envidia el pene.
Hay equivalencia Pene=hijo. Su penisneid
acaba como deseo de hijo del padre. El CdE puede no liquidarse nunca y se
supera con las primeras relaciones sexuales.
Castración
en Freud corresponde a Real,
Simbólico e Imaginario en Lacan |
|
Diferencia anatómica de los sexos (en
la realidad) |
Privación Real |
Envidia del pene |
Frustración imaginaria |
Castración.(del efecto imaginario de
lo real) |
Integración simbólica |
El otro mito
es:
La horda primitiva.
W. Shakaspeare
“ Todo hombre debe una mujer”
Guy Rosolato
Mientras los animales son fruto de la selección natural, el ser humano se adapta. El animal y el medio se relacionan y producen evolución o muerte. El humano responde a lo real con el lenguaje, no evoluciona, modifica lo real en realidad, se adapta a la inadaptación y se satisface. Si le falta el pecho lo fantaseará, metaboliza la insatisfacción. La prohibición del incesto produce un corte en el instinto y lo convierte en sexualidad (deseo del Otro) La prohibición del incesto viene a afirmar que lenguaje y ley están ligados.
Robert Graves[10] nos
menciona a “
El antropólogo René Girard[11] (Avignon, 1923) defiende que la unión entre hombres nace no de un contrato o acuerdo, sino del asesinato colectivo de una víctima: la víctima propiciatoria, “chivo expiatorio”. La cantidad y variedad de ritos en todas las culturas y mitologías sugieren este mecanismo universal. Las relaciones humanas marcadas por una rivalidad están siempre en peligro y pueden acabar violentamente. Por ello dirigen la violencia hacia alguien en concreto y se celebran ritos conmemorativos.
En Tótem y Tabú
(Freud, 1912) se afirma la existencia de un asesinato como origen de la
humanidad. Este crimen seguido de culpa sería la fuente de la religión, la
moral, las estructuras sociales y sería reproducido en los rituales
sacrificiales.
Un padre
terrible que acapara a todas las mujeres es asesinado por el clan de los
hermanos para acceder a ellas, erigiendo como símbolo del asesinato, un tótem
sobre el que gravitará la función del tabú. Este padre todopoderoso es respecto
a todos los demás un ser de excepción (lo hallamos en las angustias del
obsesivo y en las identificaciones histéricas)
El padre que se define por imponer un límite, función simbólica, a la función fálica ɸx, y al mismo tiempo, por hacer del lado masculino de la sexuación el lugar de un todo[12] Roger Fouts[13] estudia el lenguaje de los primates y demuestra que se comunican con signos arbitrarios ya sea en cautividad o en la naturaleza. Tienen capacidad de abstracción y formulan el interrogativo ¿qué?, pueden preguntar. Más allá llegan a mentir o fingir (no fingir que fingen, mentir cuando mienten) Pero lo crucial es que afirma que tienen una especie de “moral”, cuando infringen las normas de los humanos o las suyas. Ante sus actos son castigados por la madre y llegan a entender el bien y el mal. A partir de aquí se establecen entre ellos normas, sienten atracción y culpa. Esta ley sola es fruto de su lenguaje, por ello concluye que lenguaje y ley están ligados. La prohibición propicia el acceso al mundo simbólico.
Es como Tótem
y Tabú donde la ley es motivada por la separación entre niños y madres. Aunque
estos tuvieron que matar al padre y decidir que ninguno ocuparía su lugar, el
lugar del falo..., pero mientras que para Fouts es la madre, para Freud es el
padre el agente de la castración. El que no cumple la ley queda fuera del lazo
social.
Si no se
admite esa primera ley, lo real retornará como palabra-cosa.
El mito de Tótem y Tabú es la obediencia retrospectiva de los hijos. Sentimiento de culpabilidad. Deuda con el padre. Es el padre muerto el que impone retrospectivamente la institución de la interdicción del incesto.
Si seguimos lo manifestado por Lévi-Strauss con relación a lo que él
entiende por natural y cultural, podremos apreciar que lo natural ha de obedecer a leyes
universales por definición, lo cultural se basará en reglas particulares de
funcionamiento. Si todos participan en una cultura, la cultura sólo puede
aparecer como la única naturaleza del hombre.
¿Dónde encontramos el
límite entre naturaleza y cultura? Posiblemente el ser tan prematuros y tan
dependientes nos haga adaptarnos especialmente. Nos caracterizamos por seguir
normas de comportamiento. Se sustituye el azar por contratos de alianza, por
normas arbitrarias. Hay normas sociales particulares, pero en toda sociedad
rige como norma fundacional la prohibición del incesto. No hay sociedad donde
no se haya prohibido la alianza entre aquellos que se dan mutuamente los
nombres de madre e hijo. Hay una ley universal, la prohibición del incesto, que
no pertenece ni a lo puro cultural ni puro natural. La cultura nos diferencia
del animal.
Lévi-Straus, en Mitológicas[14] citaba a la revista PlayBoy al decir que lo bueno del incesto es que queda en familia.
El falo y el complejo de castración
El discurso de la ciencia es absorbente. Generalmente
recurrimos a él para que los conceptos encuentren sentido. Así el recurso de
los genes y las hormonas nos viene como anillo al dedo. Sentimos decir que este
camino no conduce a ningún lugar.
Una de las características más singulares de lo reprimido es que aquello que fue objeto de la represión (cuando se vencen las defensas) y que retorna en forma de síntomas, es de naturaleza sexual. En lo reprimido localizamos un punto clave en torno al cual giran hombres y mujeres y que se llama complejo de castración, que encuentra su expresión en el temor a la castración en el caso del hombre y en la envidia del pene en el caso de la mujer.
¿Qué es el falo? Es el elemento organizador de la sexualidad
humana. Decimos que el psicoanálisis es la teoría de la falta.
La libido es masculina. No es libido peniana, sino fálica. Su presencia o su ausencia se sistematiza en torno a la falta y al significante. En torno a él se organiza el complejo de castración.
“Falo” aparece poco en la obra freudiana,
sólo como “primacía del falo”, la “premisa del falo”. El niño es “hincha del falo”. Para el niño todos los
seres tienen falo, hasta las cosas inanimadas. Más tarde observará que el mundo
se divide en dos por la presencia o ausencia del mismo. No todos lo poseen.
Primacía del falo, no es primacía del pene. Este órgano encarna la perfección,
la falta, la renuncia. Por ello el destete, el control de esfínteres, la
separación de la madre es reflejo de estas pérdidas. Hacia los 4 años, cuando
el niño está lleno de pulsión, las normas sociales le quitan su ilusión.
Pero, ¿Por qué tanta similitud y tanta distancia entre pene
y falo? No es ese pedazo de carne que cuelga de más o menos la mitad de los
humanos, se trata, siguiendo a Freud de un término muy valorizado por ambos
sexos y que con frecuencia imaginan en el pene erecto, pero que no es el
pene. Técnicamente lo llamamos falo, no por eufemismos, sino para mostrar su
diferencia.
Falo imaginario.- es la representación psíquica
inconsciente que resulta de tres factores: anatómico, libidinal y fantasmático.
Anatómico.- Como apéndice con pregnancia
táctil y visual. San Agustín habla de sus propiedades autónomas en cuanto a su
libertad de erección o flacidez.
Libidinal.- Carga que se acumula en esta zona: tocamientos.
Fantasmático.- Angustia de que sea mutilado. Es decir que
esté o no presente.
Falo simbólico.- Como valor de objeto separable del cuerpo, intercambiable, sustituible por heces, regalos, niño. Factor, patrón simbólico de la castración. Límite impuesto al goce en relación con la madre y la eterna insatisfacción del deseo.
“Rafael (Luego Mercedes) jugaba con los muchachos
juegos viriles hasta el día que uno de sus amigos la insultó llamándola
mujercita –y se lió a trompadas con él-. El Otro muchacho (que desde ahora fue
el otro) se bajó los pantalones cortos y le enseñó su pequeño pene para retarla
más que preguntarle: - “¿a que tú no
tienes esto?”. Mercedes no había visto nunca entre sus piernas lo que su otrora
compañero exhibía. La constatación dio lugar a unas fiebres incoercibles hasta
que su madre decidió vestirla de niña y llamarla por fin Mercedes. De ahí, de
su nuevo género, nació una frase que ella creyó famosa: “¿Quién de nosotros
tiene un solo sexo?”[15
Lacan aborda el tema del falo a través de la perversión en la mujer (homosexualidad femenina) “Sobre la psicogénesis de un Caso de homosexualidad femenina”. Lo hace para probar que el falo no es lo que piensa la gente.
¿Realmente hay dos sexos o no hay
diferencia sexual?
No es cuestión
reproductiva, sino lo que representa para la sociedad. Lo que cuenta no es la
cosita, sino la representación de la cosa: si el pene es un órgano, el falo es
una representación.
La libido es
masculina, es fálica, tanto hombre como mujer se relacionan a través de un significante: el falo, que es
independiente de su anatomía. Aunque ella no tenga pene, no deja de estar
referenciada por el significante fálico y con la castración.
Lo que
permanece es la diferencia hombre mujer. Puede haber contradicción con el sexo
biológico. Un sujeto de sexualidad masculino puede identificarse con la mujer,
pero se sentirá mujer en cuanto género. El género no se traiciona.
Hay no
obstante una acusación de falocracia y misoginia hacia el psicoanálisis. Decir
que el psicoanálisis faliciza y patriarcaliza todo es matar al mensajero que
trae malas noticias.
Los
postfreudianos reniegan del falocentrimo freudiano. ¿Por qué el falo y no la
vagina? Criticaban K. Horney y Helen Deustch ¿Por qué no hay reciprocidad entre
falo y vagina? Es el niño el que se cuestiona por el deseo de la madre, y
observa que hay más que él que la madre desea. Este objeto de deseo es algo
inexistente (significante) y por ello cualquiera (hombre o mujer) puede
apropiarse e identificarse con él y sentirse falo de la madre.
Eso sí,
posiblemente “El Falo es una cosa demasiado seria para dejar su uso a
criaturas estúpidas como los hombres.”[16]
La observación
de la vagina nos remite a la falta: Aquí falta algo. Y lo que falta en el otro
está. Por tanto entre falta y presencia debe de haber una relación. Ellos se
desean. El sujeto se pregunta cómo formar parte de ese deseo.
Por
tanto no es falocentrismo. Esta función fálica determina la ubicación
del sujeto (que es en sí, asexuado) en los mundos que denominamos masculino y
femenino, más allá de la diferencia anatómica.
Hablamos de la función del falo en la
lógica de la diferencia sexual
a) Hombre y mujer encuentran en el
falo una misma referencia significante para su sexuación.
b)
La función sexual de la mujer no
se limita al significante fálico. Es ella No-toda fálica.
c)
La relación con la sexuación es
independiente de la diferencia anatómica. El papel es independiente del género
sexual.
La diferencia
sexual responde a la lógica fálica impartida desde el deseo materno. El falo
pregunta por el deseo de la madre. Es la pregunta problemática sobre la
diferencia de sexos. El padre (con falo) posee la clave del enigma.
Tener el
órgano es temer perderlo, no tenerlo es buscar obtenerlo, Tenerlo o no tenerlo,
de todas maneras, no es serlo.
Falo es el
significante de la carencia de ser, de la castración y de la imposibilidad, de
la impotencia.
a) Significante de la falta en ser.
El hijo viene
al mundo como objeto “a” en tanto
parte perdida desprendida del cuerpo materno. Planteamos al hijo como
producto de la madre, su primer gran A (Otro). Existe una fusión madre hijo.
Ambos, niño y niña se confrontarán como objeto “a”, resto de la operación y es
de aquí que surgirá el -j como
significante de una falta. Si no hay falta en la madre sería imposible que
diera un sujeto deseante.
Así, lo que le
falta a la madre, lo que le falta a una mujer, simboliza lo que se puede
perder, lo que puede faltarle al ser, es decir, lo que puede no acudir a su
satisfacción. El falo adopta entonces la función del significante de la
pérdida, de esa pérdida que el sujeto padece a causa de la fragmentación el
significante, al tener que hacerse representar por un significante para otro.
No somos una mitad más otra mitad que hacemos uno, somos una mitad, más otra
mitad donde queda un resto. Por eso que el amor es dar lo que no se tiene a un
ser que no lo es.
“cuántos hombres estarían enamorados si no hubieran oído jamás hablar de amor” [17]
b) Significante del goce (No
exactamente del goce, pues el goce se resiste a ser representado)
En realidad no
puede ser el significante del goce, pues el goce se resiste a ser representado.
Lo real del
significante engendra en el imaginario del animal humano la referencia al falo,
al falo como significante de la vida, pero también como significante
del goce. El falo como signo del vínculo incestuoso.
Esta función del falo como simbólico en la estructura da cuenta del descubrimiento de Freud del complejo de castración que explica las particularidades clínicas de las respuestas del sujeto.
c) El falo es el significante del deseo.
El deseo se estructura siempre con
relación a una falta, no a una completud, se desea lo que no se tiene. El significante del deseo materno, buscar ser reconocido por la madre al
tener lo que a ella le falta (por ello no hay reconocimiento inconsciente de la
vagina) La anatomía de la mujer no se presta a que la amenaza de la castración
se inscriba en ella como en el hombre.
A partir de ahora el falo será la representación que deja una insatisfacción, que dejará esa huella cada vez que pretenda alcanzar algo que no es nada más que el deseo de un anterior.
d) El falo es la representación de ese deseo de todo.
El falo no es
lo deseable por excelencia: el falo encarna al deseante, no a lo deseable.
Representa al
pene universal que poseen los objetos de mayor valoración para él, como la
madre. Ella como símbolo de omnipotencia, de completud. De la completud a
comprender que la madre es una más entre las mujeres y hace que el niño se
dirija al intercambio y la niña dirija su atención hacia otro punto.
Es la resignación de que nada ni nadie es todo, esto es lo que deben admitir, es de este falo del que deben ser castrados.
El Falo como objeto a.- El falo accede al estatuto de objeto a en tanto que falta. ¿Cómo se
constituye un objeto falóforo?. Se convierte al estar en relación con un objeto
que despierta su deseo.
Buscamos esa
falta en el otro, cada uno a su manera. Pero el falo siempre desfallece
(detumescencia) nunca se alcanza el goce.
Nos han dicho
que hay hetero (otro) sexualidad (sexo), pero algunos no se lo creen.
Objeto castrador, sabemos por Freud que no hay deseante sino por la castració
Es la representación que da cuenta de que es posible representar. En la psicosis, la representación-palabra es la representación-cosa, las palabras son objetos; falta el instrumento para representar, en las neurosis es la castración.
Identificación
Los humanos
necesitamos que nos orienten hacia dónde dirigirnos. No venimos con manual de
instrucciones.
Los padres identifican
al ser nacido y lo inscriben en el registro civil basándose en la ausencia o
presencia de algo, los hijos luego deciden, a veces lo contrario. La llegada de
nuevos significantes que provienen del Otro, nos harán pasar de macho-hembra a
hombres-mujeres. Me identifico a rasgos queribles por el Otro (amar es querer
ser amado) Ser hombre y mujer no es
hablar de complementación, eso es el
mito de Aristófanes, y una excusa fácil contra la heterosexualidad.
Para que este
niño se haga hombre necesitará identificarse a los de su mismo sexo. Para ello
no basta con verse hombre, sino que anote que hay mujeres y que quiere
relacionarse con ellas, tomar alguna y entregar otra cuando sea padre.
“Uno jamás sospecharía que la humanidad está dividida en dos sexos ni que esta diferencia es la más importante que existe” tomando la frase de Freud.
¿Cómo se accede a lo que llamamos ser
hombres y mujeres? El psicoanálisis es el primero en plantear este
interrogante. Veamos: Siguiendo una lógica clásica todo debería dividirse en
dos clases en relación con algún atributo universal y que no existiera
contradicción entre estas clases.
Hombre sería todo aquel humano que
tuviera una cierta propiedad, y en el otro lugar las mujeres que tendrían la
propiedad complementaria de la anterior. Uno tendría lo que al otro le falta.
Imaginemos que ɸ es esta propiedad. Entonces diríamos que el hombre respondería al tipo Vx ɸ x (todos los sujetos x tienen el atributo ɸ) y ellas, el lado femenino respondería a la fórmula ( ver esquema )
La sexuación es una experiencia, un proceso simbólico que excede a la simple naturaleza y curiosamente se basa en el prejuicio. En el sujeto niño tanto existe la tendencia hacia lo masculino como a lo femenino. Freud diría bisexual, más que ser asexuado. De aquí se definirá hacia la homo o la heterosexualidad, para ello una de las tendencias deberá ser reprimida.
Identificaciones sexuales
Lo imaginario hace huella sobre lo real:
El Estadio del
espejo es la experiencia fundamental de producción de las primeras imágenes que
unifican el cuerpo (anamorfismos). Primera representación de sí. Surge un Yo
que unifica las pulsiones parciales, anárquicas, autoeróticas. Hay separación
entre yo y el sujeto; el yo y el otro, el yo y el mundo exterior.
Lo simbólico incide sobre lo imaginario
Esta imagen
necesita del Otro para garantizarse. La madre y el niño se intercambian; el yo
ideal estará cargado por el Deseo-de-la-madre, sostén del orden simbólico. El
niño se constituye desde una imagen que viene desde el Ideal del Yo materno. Si
esta identificación falta, se produce malestar físico, sentimiento de desunión,
dislocación.
Este cuerpo “narciso” organizado como ese –φ, objeto fálico imaginario: es imago completa, cerrada, “asexuada” capturada por el amor a sí misma. Si algo no rompe el hechizo quedará sumergida en el autoerotismo.
El sujeto se
identifica con aquello que le falta para ser y que está en el campo del Otro,
algo que falta al Otro. Este es el núcleo de la identificación. Se identifica
al -φ , al rasgo unario, se identifica
con la falta con un significante S(/A) causa de su deseo.
Para la niña,
la apuesta es carecer de falo imaginario y dárselo a su madre, como si ella
fuera aun varón. Cuando sea mujer, se posicionará frente al hombre como “si ella fuera ese falo, en un contexto en
que no lo tiene”. Joan Riviere lo llamó “Mascarada fálica”, hacerse desear bajo la máscara de los rasgos
típicos de la feminidad, como si fuera el significante del deseo del hombre, se
hace amar por lo que no tiene.
El hombre aprende a compartir una falta y encuentra en la mujer una satisfacción a su demanda de amor. Su deseo de falo elige un cuerpo femenino.
Identificaciones
Uno no se identifica nunca sino con un significante, no con una persona, un objeto o cualquier otra cosa. Identificarse es hacerlo con la falta del Otro.
1.- Por
incorporación con el Otro a quien se demanda algo en la llamada de amor.
Identificarse con el otro de la “necesidad”
2.- Con un
rasgo unario tomado al Otro del deseo entendido como objeto. La identificación
viene a sustituir la pérdida de
3.- Identificación
imaginaria, expresa un deseo sexual reprimido. La histérica se identifica con
el deseo del otro, en cuanto el otro porta una marca de un deseo insatisfecho.
Identificarse al significante de la falta del otro, no para colmar a este otro,
sino por el contrario, para recordar la marca de su insatisfacción (sueño de la
bella carnicera)
Podemos hablar
de dos tipos de identificación particulares:
- Identificación narcisista. (Leonardo) Identificación homosexual masculina, determina la posición amorosa del yo y conserva la relación incestuosa primitiva.
- Identificación melancólica corresponde a los modos más arcaicos de ambivalencia: “La sombra del objeto cae sobre el yo”.
La castración. El papel que representa el padre y la madre.
Las madres se
sirven del hombre para tener un hijo en función de su deseo; pero para que el
niño pueda acceder a su existencia debe de poder cancelar el deseo materno.
Padre, madre e hijo siempre están referidos a un tercer elemento, el
falo.
“Si vous êtes pris dans le revé de
l’autre, vous êtes foutu”
Gilles Deleuze
El mito
edípico tiene su eje en el complejo de castración. En este complejo coexiste en
lo inconsciente una premisa universal del falo (la función fálica es para
todos) en conjunción con la representación de la mujer como privada de falo[18]
¿Cuál es el
mecanismo? ¿Cuál el proceso simbólico de la castración? ¿Cómo se inscribe el sujeto en
el orden social?
La castración
es siempre un “renunciamiento del renunciamiento”, es decir, una
reflexión sobre sí mismo de un renunciamiento, nunca un simple renunciamiento de algo.
Lacan la
define[19]: “La castración está estructurada de esta
forma: le quitamos a alguien su deseo y a cambio entregamos a ese alguien a
otro, en este caso, al orden social”
y más allá:
“privamos al sujeto de su deseo y a cambio
enviamos a ese sujeto al mercado en donde se convierte en objeto de una subasta
general”[20]
“Los efectos en un ser humano del hecho de
que se convierta en un sujeto de la ley son en síntesis, que es privado de lo
que más le importa, y a cambio él mismo es entregado a la tela que es tejida
entre generaciones”.
Tres frases
que remiten a la imposibilidad del goce. El goce es la medida más probable de
desorden psíquico. La castración introduce una medida de orden (el orden
fálico)
¿Qué obtiene
el sujeto a cambio? Podría obtener reconocimiento simbólico, bienes materiales
o algo por el estilo; sin embargo este acto provoca una pérdida adicional: el
propio sujeto es convertido en objeto de intercambio. Por ello es castración
simbólica. El sujeto dona todo al Otro y él es donado como objeto.
Un ejemplo de
ello es el status de las mujeres dentro del orden simbólico (Lévi-Strauss) y
emergencia de la subjetividad.
El
advenimiento de la castración genera el corte por el cual el sujeto pierde un
objeto que paradójicamente nunca formó parte de él. Con la función del
Nombre-del-Padre al sustituir metafóricamente al deseo de la madre, el falo
pasa de imaginario a simbólico (–φ a Φ); de objeto presente a articular la
falta de objeto; del objeto que falta en el Otro (el objeto “a”), resto real de
la operación significante. Si el falo
imaginario suplía la falta, el objeto “a” habla del decaimiento de la plenitud
del Otro significante S (A)
El objeto “a”
es producto perdido, genera un lugar, el de la falta. Hay falta en el sujeto y
ella es causada por la falta en el Otro.
El falo y el objeto “a” organizan la sexuación del sujeto, la inserción del sexo en el cuerpo que al atravesarlo, lo descompleta. El cuerpo sexuado es el cuerpo seccionado, separado de una parte de sí “a”, porque es empujado a la búsqueda inacabable de esta pérdida (vida de deseo y amor) para ser uno con el otro, desconociendo que su pareja es el objeto “a”.
El niño está preso de cierta forma de relación con la madre, respeto de la
cual el padre, como padre real, es extraño. Hay una especie de fusión y un
compromiso entre deseos difícil de separar. El niño se constituye como único
objeto que puede colmar el deseo de la madre, se identifica con el deseo de la
madre, con su falo, identificación puramente imaginaria.
El padre aparece como quien tiene
derecho respecto al deseo de la madre. La imagen del padre lo confronta con la
castración. Este padre real, pasa a ser imaginario y molesto, prohíbe y
frustra. Es el interdictor.
Hay un desplazamiento significativo del falo: ser o no ser el falo de la
madre. Ni el padre es el falo, sólo lo tiene.
Aparece la ley del padre y la madre como dependiente el deseo del padre:
El deseo de cada cual está siempre sometido a la ley del deseo del otro.
Si la madre reconoce también esa ley del padre, la que mediatiza su
deseo, entonces el niño verá que el deseo de la madre ya no es el objeto niño,
sino un objeto que supuestamente tiene el padre. El padre simbólico es aquel
poseedor del falo.
La metáfora paterna
(cuando se cumple, en casos de neurosis) su efectividad aliena el deseo del
sujeto en la dimensión del lenguaje, instituyendo la división subjetiva, que lo
separa de una parte de sí mismo. Si la metáfora funciona se pasa del registro
del ser al de tener (represión primaria) Esta metaforización es el acto mismo
de la simbolización primordial de
El
significante Nombre del Padre inaugura la alienación del deseo en el lenguaje.
La función paterna es base y pivote de la estructuración psíquica del
sujeto, la identidad sexual del sujeto tiene necesariamente que pasar por esta
función para lograr que exista una inscripción del sujeto. El padre simbólico
sujeta a la sexuación que no tiene nada que ver con la bipartición biológica de
los sexos. Ningún padre es la ley, no es el poseedor, sino el garante y, a fortiori, fundador de la función
simbólica a la que representa. Es un padre pura metáfora.[21]
La función del padre es actuar para poner límite al narcisismo en el que
quedaría fijado como ideal fálico de la madre. El hijo sale de la
indeterminación de ser objeto pasivo de la madre y podrá sexualizarse gracias a
la identificación al padre del mismo
sexo.
La diferencia entre Freud y Lacan respecto de la castración
Al observar las diferencias anatómicas (ausencia de pene en la mujer)
sucede que vendrá un “temor a perderlo en él” porque lo tiene, amenaza de
castración y envidia en ella por no tenerlo, castración de hecho.
La virilidad en Freud consistiría en darlo sin temor y la feminidad en
recibirlo sin envidia.
Lacan marca una pequeña diferencia y dice que la solución a la castración
pasa por el hecho tanto en ella como en él, no pasa por el dilema de tener o no
tener el falo, sino “reconocer que no lo es”[22]
Tanto la mascarada femenina como la impostura viril (comedia de los
sexos) serán asumibles si se renuncia al falo imaginario del deseo de la madre
como mujer, renunciar a tapar su privación. Privación como agujero en lo real
de un objeto simbólico (Φ). Esta solución sirve para los dos sexos, es
asexuada.
Este operador (Φ) deja de ser el significante del deseo para pasar a ser
un función lógica que llamamos castración o función fálica.
Ahora son dos posturas, dos maneras de gozar diferentes: la masculina
(fálica) y la femenina (No-toda fálica en su goce) De esta manera no emplea la
misma medida para medir a la mujer y al hombre (lo fálico) Hay un parte de la
mujer que no debe de ser ignorado. Algunos continúan pensando que lo que ella
necesita es “dosis penis repetatur” Fantasma masculino, o localizar el
punto “G” como su falo oculto.
Ya no es una falta simbólica en lo real del cuerpo femenino; introduce un
imposible en la relación sexual. Esto es algo así como un “exilio” para los
sexos en cuanto al encuentro sexual, relación inadecuada: “perverso” el de él,
“loco, enigmático” el de ella[23]
Habría una manera para el hombre y otra para la mujer de fracasar en el
goce sexual. Donde hay armonía no hay
goce, sino placer.
Se lo denomine la lógica del no-todo
Esta es la lógica que describa el lado femenino de la sexuación humana.
El lado masculino se rige por la lógica
de la excepción, se caracteriza por la inconsistencia, el lado femenino, es la
lógica del no-todo, se caracteriza por la incompletud.
Hombres y mujeres no acceden al goce de la
misma manera, por ello la relación sexual, la proporción no existe. Sólo les
queda copular, donde hay cierta reciprocidad. LA mujer no existe. Existen las
mujeres, pero al ser “no todas fálicas” tienen acceso a un goce que se sitúa
más allá del falo, sin perder su relación
con él. El Otro goce, el goce
femenino, místico, psicótico, goce sin palabras del que no pueden informar: Lo
inefable.
Algunos se
pusieron del lado de la mujer, los místicos y lo que nos dicen no se puede
explicar por el goce fálico, sólo lo experimentan pero no saben nada de él. Es
el goce de Dios.
Es necesario
aclarar que frustración se refiere a la falta imaginaria
de un objeto real. El niño o la niña podía sentirse frustrados si piensan que
les falta el pene (temor a la castración)
Mientras que la privación es la falta de un objeto que hemos
simbolizado. Falta algo, diferencia anatómica; la mujer privada de algo que
tiene el varón: Pero en lo real nada le falta. Sólo si simboliza que algo le
falta, puede verse privada de ello. Es así una operación en lo real
cuyo objeto es simbólico.
La castración como falta simbólica de un objeto imaginario, dice que la diferencia está asumida por el lenguaje y el significante. Con la castración se puede tener o no tener y perder el falo. Nunca serlo. Todos como hablantes estamos a la castración.
¿Hace falta necesariamente un hombre
para que haya un padre?
No es necesario que haya un hombre para que haya un padre. El hombre real
es contingente, el padre simbólico necesario. Este padre se aguanta por la
atribución imaginaria del objeto fálico. La función paterna será
estructuralmente identificada con la función fálica.
Padre real, en cuanto tirano, simbólicamente asesinado es investido como
padre garante de la preservación de
Basta que un tercero haga de mediador del deseo entre madre y el hijo haga de argumento a esta función, para que su incidencia se signifique. Cualquier tercero que haga de argumento a esta función mediatizando los deseos respectivos de la madre y el hijo, instituirá por su incidencia el alcance legalizador de la prohibición del incesto.
El hombre, en cuanto Padre, tiene que dar la prueba, en un momento dado, de que posee cabalmente aquello de lo que todo hombre está desprovisto.
¿Puede haber Edipo cuando no hay padre? [...] Hemos advertido que era tan sencillo, que muy bien podía constituirse un Edipo a pesar de no estar el padre [...] Los complejos de Edipo totalmente normales, normales en los dos sentidos, por un lado normalizantes y también normales por desnormalizar, quiero decir, por sus efectos neurotizantes por ejemplo, se establecían de una manera exactamente homogénea a los otros casos, incluso en el caso en que le padre no está[24]
El padre no es un objeto real;
entonces, ¿qué es? [...] El padre es una metáfora. Y, ¿qué es una metáfora?...
Es un significante que viene a ponerse en el lugar de otro significante [...]
El padre es un significante sustituido a otro significante. Y aquí está el
resorte y el único resorte esencial del padre en tanto interviene en el
complejo de Edipo.[25]
El Padre real ha sido investido como Padre simbólico por mediación del
Padre imaginario.
El deseo de
ser se permuta por el deseo de tener, y la metáfora marca el deseo del sujeto
que se dirigirá hacia los objetos que lo causan. El deseo no tiene más remedio
que hacerse palabra en la demanda y por eso se pierde en el discurso.
Cuando la metáfora materna no ha sido exitosa (rara vez lo es) lo vemos con la llegada del síntoma. Esto forma parte de la constitución del sujeto que para Freud se situaba en el Edipo y para Lacan en el enigma del Otro, en la alineación significante gracias a la castración.
La histérica
quiere hacerse desear, para ello busca
un amo para dominarlo con su deseo. Es la seductora, tiene el falo y ello
explica la mascarada sobre el trasfondo del no tener: ella promete lo que no
tiene.
El obsesivo ha encontrado al amo, pero en lugar de seducirle, espera su muerte para tomar su lugar. Mientras espera se muestra bueno y colaborador. Se hace el muerto. No sale del registro de la demanda para no perder el falo. Mantiene la satisfacción del Otro, reduciendo el deseo a la demanda. Hace funcionar al Otro no barrado, cree al Otro como completo, no castrado, así evita su propia castración.
Nuevos retos familiares
Puede nacer
otro orden social familiar que no se base en la diferencia sexual:
El deseo
materno es fálico, tiene sexo.
Niño o niña buscan un significante para significar el deseo materno.
La particularidad del falo hace que podamos decir que los lugares pueden ser ocupados por diferentes protagonistas.
-
Los lugares entre un padre y una
madre no son intercambiables.
-
Sí puede ocurrir que uno se
identifique con el otro y viceversa.
Si hay cambio
de posiciones identificatorias podrán dificultar la localización del falo.
Sabemos de mujeres que optan por la maternidad en solitario, sin hombre, aunque este será localizado en el lenguaje. No por la ausencia física del padre desaparecerá el Edipo. Se trata de amor como brújula orientadora del deseo.
¿Qué depara a
la familia las parejas de mujeres homosexuales y su relación con los hijos? Hay
un real con relación a la diferencia de sexos que parece ser irreducible y que hará que una de
las paternaires femeninas no podrá asumir nunca la función paterna ante
el hijo, aunque se esfuerce. El papel materno y el
paterno son invariables porque la base que lo sustenta es la
diferencia
de sexos. Lo determinante es la ley del falo.
Uno de los dos paternaires marcará la diferencia respecto al otro en términos
de palabra, de acciones, de deseos y así el significante Nombre-del-Padre será
referido explícitamente y sin tapujos a la existencia de un tercero señalado en
su diferencia sexual con respecto al protagonista que se presenta como madre.
Por ello aún en la ausencia de Padre real, el significante Nombre-del-Padre
alcanza todo su simbolismo.
El falo simboliza la diferencia de sexos. Esto impone a todo sujeto negociar su propia identidad sexual frente a este significante fálico. El significante fálico S(/A) es el significante de la falta en el Otro. Este significante especifica ante todo la prevalencia de la castración, lugar donde el deseo del niño se cruzará con la ley del deseo del otro, la del padre. Si ello funciona, la madre será un límite en cuanto objeto de goce.
Claro está que la familia y sus miembros no tienen la misma relación respecto del falo, por tanto los hijos deberán orientarse sobre la base de sus estructuras. Veamos
Estructura Perversa
En el ser humano la sexualidad al
servicio de la reproducción está desvirtuada e influenciada por normas morales,
religiosas y sociales.
“Calificamos, en efecto, de perversa toda actividad sexual que, habiendo renunciado a la procreación, busca el placer como fin independiente de la misma... Todo aquello que se produce antes de este momento, se sustrae a dicho fin o sirve únicamente para procurar placer, recibe la denominación peyorativa de perverso.[26]
Decíamos que el complejo de castración viene a afirmar que: “Para tener el falo, para valerse de él, es preciso no serlo”. No ser el falo de la madre.
¿Qué se negocia en las diferentes
estructuras, en cuanto a la castración materna? Las salidas del sujeto son:
-
El psicótico no llega.
-
El neurótico se decepciona. La
aceptará con nostalgia infinita de pérdida y creará el fantasma.
-
El perverso, realiza el
encuentro, pero lo va a negar.
Niega la
castración y la muestra continuamente, niega el deseo del Otro. Si la acepta es con reservas de trasgredirla continuamente.
Las perversiones y la importancia del falo.
- - La homosexualidad masculina: Va a
buscar el falo en el otro semejante. Busca su falo, pero en otro.
- - El fetichismo: es la parada en el
punto, en el velo, detrás del cual existe la posibilidad de que el falo
imaginario esté, pero también que no esté. La mirada se detiene justo en el
punto, en el momento de la aparición de la castración. El sujeto se identifica
con el objeto del deseo de la madre, el fetiche es alcanzar el falo faltante.
El perverso y la madre
Observaremos
que siempre es necesaria la complicidad libidinal de la madre y la
complacencia silenciosa del padre. Por parte materna debe confrontar al hijo con el hecho de ser o
no ser el falo del Otro.
Ella debería invitar
al hijo a un más allá, hacia la instancia paterna de la que ella se señala
dependiente. La intrusión del padre como competidor fálico
indica el paso de la dialéctica del ser a la del tener. Sabemos
que este acto puede fijarse, pararse “punto
de anclaje de las perversiones”. Si las cosas no funcionan
acarrearan una fijación particular relacionada con el ser o tener respecto a la
castración de la madre.
Si el padre no
es reconocido como rival advendrá un vacío marginal y este
padre simbólico no será reconocido y será impugnado: Ello significa el desafío
y la trasgresión. El padre debe ofrecerse al niño como aquel que supuestamente
posee el objeto que la madre desea.
Pero ocurre
que la madre psicotizante está “fuera de la ley”, mientras que la madre
del perverso “no le hace la ley al padre”.
El perverso se
mueve entre la virgen y la puta. La doble cara de la madre como ideal de virgen
de todo deseo, objeto imposible, ideal femenino y su contrapartida la madre
repugnante, deseosa y deseante, la puta. La mujer deseada y deseosa es
peligrosa ya que le lleva al peligro de la castración “La vagina dentada”
o la impotencia.
La homosexualidad.
La historia de la homosexualidad.
Nunca como
hasta ahora se ha sentido tanto la represión de la homosexualidad. Hoy día
parece ser un malestar de nuestra civilización, desde el discurso religioso como
pecado y una enfermedad para la ciencia. Homosexualidad no es
lo opuesto a heterosexualidad. En el Otro, otro sexo es
impensable;
decimos que existe el falo como significante único del sexo.
La historia de la homosexualidad, lo es
de la masculina. Los textos jurídicos, religiosos,
filosóficos, literarios... son discretos en el tema de la homosexualidad
femenina.
¿A qué se debe
este silencio? Dos posibles respuestas vienen a la pregunta:
-
A que los historiadores eran
hombres,
o
-
A que la
homosexualidad femenina era tabú.
Parece ser que la verdad pasa por el hecho de que hay un riesgo más en la homosexualidad femenina.
Datos
históricos (Licurgo[27]), afirman que
en Esparta, las mujeres importantes se enamoraban de jovencitas. La
homosexualidad en tiempos remotos era considerada como figura ideal del
erotismo por Platón, Aristófanes, Plutarco. Sabemos que de los quince primeros
emperadores de Roma, sólo Claudio fue heterosexual.
Hasta el siglo
III dC, no fue sujeta a reglamentación en lo relativo a perseguir a violadores
de menores y matrimonios entre hombres.
El derecho romano hasta el siglo VII no prohíbe las relaciones homosexuales. La diferencia sexual era concebida sobre la base del modelo de la dualidad amo esclavo. Lo prohibido era mantener una postura pasiva, secundaria siendo un hombre libre. La homosexualidad pasiva era rechazada, incluso la actividad de la mujer como el cunnilingus o la fellatio eran despreciables.
Parece ser que
no fue la Iglesia[28]
cristiana quien condenara a la homosexualidad.
La historia de
Sodoma (Capítulo XIX del Génesis), fue relacionada con la perversión y la
homosexualidad, en especial con la sodomía, aunque a posteriori lo que
realmente se criticaba de sus habitantes era su falta de hospitalidad.
En las
Escrituras sólo encontramos una alusión en el Levítico.
“No yacerás con ningún hombre como se yace con una mujer; es una abominación” (XVIII, 22)
“El hombre que
yazca con otro hombre como se yace con una mujer, los dos han cometido
abominación. Serán castigados de muerte; que su sangre caiga sobre ellos” (Lev.
XX, 13)
En
el Nuevo Testamento encontramos referencias en Romanos, 1,27; 1 Corintios 6,9; 1 Timoteo 1,10.
El Nuevo Testamento habla de homosexualidad usando el término griego arsenokoitai
(relaciones carnales entre varones)
La nueva
moralidad no es obra del cristianismo. El concilio de Letrán es el primero en
tratar el tema en 1179.
San Agustín en
sus Confesiones describe la relación amorosa con un amigo. Se hace referencia a
su frase: Dilige et quod vis fac (Ama y haz lo que quieras), de su
comentario a
“Como las flores que también tiene espinas, así algunas acciones parecen duras, ásperas, inhumanas, asimismo se hacen por disciplina a las exigencias de la caridad. De una vez por todas, te doy este buen precepto: Ama y haz lo que quieras; si mantienes tu paz, mantenla con amor; si lloras, llora con amor; si corriges, hazlo con amor; si perdonas, perdona con amor. Deja que te penetre la raíz del amor, que de esta raíz no puede brotas sino lo que es bueno”
En el 650, los
visigodos prevén la castración para homosexuales.
En
San Anselmo o
San Bernardo de Claraval elogian estas relaciones. Ricardo Corazón de León con
el rey de Francia.
Hasta el siglo
XIII no se va en contra, pero no por
Parece ser que
todo puede ser explicado por el racismo propio de las Cruzadas. La prostitución
no fue descubierta en las Cruzadas, ya se practicaban en ciudades andaluzas.
Las guerras viriles de las cruzadas hicieron que algunos soldados fueran
sometidos a vejaciones, como le ocurrió a Lawrence de Arabia.
Puede que
fuera el rechazo al árabe, al musulmán..., una manera de expulsar el goce del
Otro, lo que se asoció con sus costumbres y fue rechazado.
Justiniano,
propone el concepto moral de Naturaleza, condena la homosexualidad.
Homosexualidad
Todos
comenzamos con un solo género (monosexualidad), sólo hay un significante en lo
simbólico para ambos sexos: el falo.
La
homosexualidad no puede ser considerada estructura, ni entidad clínica, incluso
ni síntoma. Ser el falo, el signo, la figura del deseo, implica alguna
mascarada, cierto engaño que hace vacilar la identidad del sujeto.
Lacan[29] califica de heterosexual a cualquiera que ama a la mujer con independencia de su sexo. Entonces ¿Cómo se genera la identidad femenina? Ha de desaparecer la parte masculina. No hay significante propio para la feminidad, la mujer debe de volverse hacia el falo.
En una nota añadida en
Homosexualidad y relación con el padre.
Las posturas diferenciadas del hombre y la mujer lo son en su finalidad:
- El homosexual para no confrontarse con la castración en lo real y la destitución de su identidad sexual, cede las mujeres al padre y evita el conflicto con él.
- Ella, la mujer homosexual, con el fin de desafiar al padre, se aleja de los hombres, cediéndoselos a la madre y así despejar el camino hacia el progenitor. Se trata del caso de la joven homosexual planteado por Freud; es una demostración dirigida al padre, de lo que debe ser el amor. Para Lacan[31] es la postura típica de la histeria. Éste lo considera en la joven homosexual y en Dora como “Acting out” dirigidos al Otro. Ambos casos ilustran el deseo de la histérica “el deseo del hombre es el deseo del Otro”. Los dos casos son desafiantes para con el padre; quiere que este sostenga su deseo de hombre respecto de la mujer.
Relación con la madre
Freud hace de
la identificación con la madre la clave de la identificación homosexualidad
masculina: El yo queda conformado en el carácter sexual al modelo de aquel otro
que hasta ahora constituía su objeto, quedando perdido o abandonado el objeto.
Algunos homosexuales se dedican a amar a la mujer sublimando a la madre cuya
castración reniegan y deseando al chico que ellos mismos fueron fetichizando
así el pene de sus parternaires, el falo que ellos fueron para su madre.
Homosexualidad masculina, homosexualidad femenina. Retorno de lo reprimido.
La
homosexualidad masculina forma un circuito cerrado,
La cuestión
siempre ha sido la del papel de los personajes. No hay reciprocidad entre erastés
y eromenos. El acto entre hombres tropieza con un tabú al llegar al
cuerpo a cuerpo: uno de los dos ha de hacer tratarse como mujer. Hay una cierta
degradación de la virilidad y de su símbolo. Hay culpabilidad.
La
homosexualidad es una defensa narcisista ante la castración, por ello se elige
la mujer con pene, sin él carece de importancia como objeto sexual. Lo que el
homosexual busca en su parternaire no es precisamente una mujer.
Homosexualidad femenina.
Freud atribuye lo esencial de las perversiones verdaderas a los hombres, definiéndolas como activas. Freud 1920 “Sobre la psicogénesis... “ es su principal texto sobre el tema. Dijimos que de aquí toma Lacan su idea de falo con relación a la falta.
Se trata de
una joven de 18 años que a los 13 se orientaba hacia la maternidad. En esta
fecha la historia libidinal del caso equivale a la historia edípica. La
posición edípica normal de la niña es el deseo inconsciente de tener un hijo
del padre. Ante la decepción toma el camino de la homosexualidad. La madre, es
la rival, la competidora a la que inconscientemente odia, es la que tiene el
hijo. Por ello abandona “el amor al hombre y el papel femenino”; se
convierte en hombre y toma a la madre como objeto de amor en lugar del padre.
Se pavonea ante al padre paseando con una señora “Dama de dudosa reputación.”
Ante la mirada del padre, ella opta por lanzarse por un puente a la vía Niederkommt
(alumbramiento)
La mujer homosexual es père-versión (una vuelta al padre) Testimonian una intensa relación de amor con el padre (fijación)
Después de
1920 “Algunas consecuencias... (1925) diferencia niño y niña respecto al
Edipo y la castración: “Mientras que el complejo de Edipo del varón sucumbe
por efecto del complejo de castración, el de la niña se hace posible y es
introducido por el complejo de castración”
La
homosexualidad femenina queda referida al complejo de masculinidad. Es un
efecto a
En 1958 “En
ideas directrices para un congreso...” volviendo a Freud, Lacan dice que lo
que la homosexual no acepta es un padre castrado, es decir, deseante, aunque no
por eso ella renuncia a su sexo. La mujer se sitúa fuera y dentro de la ley
fálica. No puede renegar la castración porque está marcada en su ser mismo con
su sello. Se dirige hacia la feminidad, hacia el amor cortés. En la mujer hay
un goce otro más allá de la sexualidad fálica. Ser mujer es hacer semblante de
ser mujer ya que el lenguaje la sitúa por fuera de lo que se puede decir, así
ella no existe si no está sujeta a la función del falo y ella no está toda
sujeta a la sexualidad fálica.[32]
Sólo puede rechazar la función fálica, lo que la lleva a demandar el falo que le falta. Esto la predispone a la neurosis, posición histérica en un hacer “como si ella lo tuviera” por identificación imaginaria a un hombre.[33]
Hay una
homosexualidad histérica y una perversa (para ésta el rival es el macho, ella
tiene algo mejor que el pene.)
La histérica desafía al hombre para que de pruebas de su virilidad. Quiere mostrar al padre y a los demás varones lo que es verdaderamente un hombre. Remarca la carencia del falo en su progenitor. Marca la diferencia entre pene y falo. Puede hacerle gozar con el pene pero no defenderla de un peligro con el falo.
La mujer homosexual no renuncia a “Tener el falo”
que no “tiene”. Al revés que la histérica no espera recibir el “don” del falo
pues se aleja de la heterosexualidad, pero sabe dónde se encuentra ese falo que
no tiene: en aquel que no lo es sin tenerlo: El padre. Pero este padre nunca
dio pruebas de tenerlo, no supo amar a la madre. Ella sin tener el falo podrá
darlo a una mujer. Puede hacer lo que
cualquier hombre ya que ellos ofrecen a la mujer lo que no tienen. Ella puede
hacer gozar a una mujer, siempre con la referencia a un tercer masculino. La
joven homosexual demuestra al padre cómo
se puede amar sin tener el falo.
La
homosexualidad femenina implica la presencia de un tercero masculino a quien se
le presenta un enigma o desafío. Las homosexuales femeninas rinden culto al
falo encarnándolo en su cuerpo. Para ellas reducir el falo al órgano es
restarle trascendencia.
La mujer al no
tratar al falo como órgano, no se siente culpable.
Es la ausencia de órgano la que funciona como condición de amor, más que satisfacción perversa. Elimina el elemento fálico.
En tres casos observamos la figura de “La doble madre” Gide, Leonardo y Hans. En todos ellos veremos que su papel es suplir al déficit de la función paterna.
Leonardo. El ideal materno. La elección amorosa del objeto.
“Hay mil maneras, mil ángulos bajo los cuales esos fantasmas de pasividad del niño pueden intervenir en el curso de un análisis para apresarlo en una posición fantasmática con el padre, en la que se identifica con la madre”.[34]
Leonardo
sufrió la acusación de homosexual (según algunos historiadores) La
iglesia no rechazó su actitud hacia los hombres, sino los estudios de anatomía
en los que exaltaba el desnudo femenino. Los modelos de Leonardo son andróginos.
Hay dos madres
en Leonardo. Una que fue abandonada por su marido, el padre de Leonardo; ella
con su seducción encontró en su hijo un objeto sexual o su equivalente y una
segunda madre esposa del padre, madre edípica pero estéril. Es adscrito
tardíamente a la casa da Vinci. Su inhibición sexual era una manera de tapar la
castración del A, revelando la esterilidad de su madre sustituta o de su padre,
con dificultades para tener hijos.
Su vida es
comentada por Freud a quien le interesó su disposición sentimental.
Freud
interpreta su homosexualidad platónica, como efecto de una identificación
narcisista con su madre. Madre, dama ideal que soluciona su vida erótica
convirtiéndola en la pureza del amor cortés por ella.
Dice en su
fantasma Leonardo:
“Mi madre aplastó mi boca con infinidad de
besos apasionados”[35]
Freud nos
habla de un Leonardo “fijado en la madre” que le dirige en un doble
camino:
- A la hora de elegir el objeto, se
abstiene... No entra en una pederastia agresiva, es casi ideal. No consigue
liberarse de ese amor reprimido por su madre ya que con respecto a los hombres,
sus criados o sus discípulos se comporta como una madre. Esta elección
narcisista (término acuñado por Sadger
en 1909), hace que ame en los jóvenes al niño que él mismo había sido para su madre (se reprime esta
identificación como medio para desembarazarse de ella) Buscaba esos objetos
idealizados.
-
Su objeto pulsional será visual y
deseo de saber. Su falta de finalización de las obras mostraba una dificultad
en el “dar a ver”.
Leonardo,
pintó a mujeres amantes de sus patrocinadores. Estas “madonnas” reflejan
la dama ideal. La mujer y el amor cortés, ideal, la cara hermosa.
Rivaliza con el padre con quien compite en vestidos, riquezas, caballos. Imita al padre abandonando sus obras o dejándolas incompletas. (Destruye “Leda y el Cisne”, obra que exalta el desnudo femenino)
Freud
generaliza y dice:
“En todos los homosexuales hombres hemos vuelto a encontrar, en la primera infancia, períodos olvidados después por el sujeto, un intensísimo apego erótico a una mujer, la madre generalmente, apego provocado o favorecido por la ternura excesiva de la madre misma y luego reforzado por un alejamiento del padre de la vida del niño.[36]
Hay otras
condiciones para la elección homosexual aparte de la referida a la madre, y en
las que siempre se encuentra una
conexión con cierta carencia del padre.
Gide, Andre (Francia, 1869-1951)
Lacan diferencia perversión de homosexualidad. Comenta que la elección de objeto homosexual se centra en la problemática del segundo tiempo lógico del Edipo, como tropiezo de la inscripción del ideal paterno.
Manifiesta que Gide es el punto de convergencia de algunas posiciones particulares del amor, en la homosexualidad y en la perversión[37] André Gide et Eugénie Sojolnika (psicoanalista polaca)[38].
Lacan nos
presenta a Gide situado con relación al deseo materno. El padre había muerto
prematuramente cuando Gide tiene 11 años, pero el Nombre del Padre
estaba presente, y él queda a merced de esa madre tan “oscura”,
y declara:
“Súbitamente envuelto por aquel amor que de allí en adelante se cerraba sobre él en la persona de su madre”... confrontado con ella, no podía sino “reproducir la abnegación de su goce y la envoltura de su amor”
El poeta amaba
las ropas que ocultaban la castración de su esposa y prima Madelaine Rondaux.:
“Me pareció
muy bella, con un vestido de orifrés que caía hasta sus pies sin pliegue, como
una estola; se mantenía derecha, solamente inclinaba la cabeza con una sonrisa
amanerada. Se le acercó a saltitos un nomo; levantaba el vestido meneando los
flecos. Y yo tenía miedo de verlo; quería apartar los ojos, pero, a pesar de
mí, miraba. Bajo el vestido no había nada; estaba oscuro, negro como un
agujero; sollozaba de desesperación. Entonces, con las dos manos, ella tomó los
bajos de su vestido y los echó hasta más arriba de su cara. Se dio la vuelta
como un saco. Y yo no vi nada más; la noche era tan oscura que no sabía si era
todavía la noche del sueño”[39]
El primer encuentro de Gide es la pederastia. Madelaine no necesita del sexo, no soporta la homosexualidad. Cuando se entera de la orientación de Gide, quema las cartas amorosas que este le había enviado.
Lacan en “Juventud
de Gide” se refiere a las dos madres:
- La
amorosa, la verdadera madre. Autoritaria,
rigurosa, protestante. Una madre que desea más allá del padre en Dios. Gide
presenta un amor lejos del sexo, más bien relacionado con el deber y la
santidad.
- La madre
deseante y
seductora su tía adúltera, a la cual
definiría como objeto erótico. Su tía
intenta seducirlo: “[...] pasó
alrededor de mi cuello su brazo desnudo, metió su mano en mi camisa[...][40]
Un cierto día
vuelve a casa y ve a su tía con un joven desconocido, dos niños miran, el joven
cae de rodillas. Gide huye y encuentra a su prima Madelaine llorando por su
madre deseante:
“Este momento decidió mi vida; aun hoy no puedo recordarlo sin angustia [...] me ofrecía sin concebir otro objetivo [...] para proteger a esta criatura contra el miedo, contra el mal, contra la vida”[41].
La perversión
de Gide, se divide en un “amor embalsamado”
por su prima y las cartas dirigidas a ella, objetos elevados
a la categoría de fetiche que sostienen su deseo.
Le
angustia la posibilidad del abrazo de la mujer. No soporta ser un objeto
sexual para su tía. Separa el amor cortés hacia su
asexuada prima Madelanine, objeto de
deseo y el joven bribón con el que sólo es posible un goce
masturbatorio.
Describe el
asco que le causó la observación de un coito anal del compañero de Oscar Wilde.
Su goce, el masturbatorio es: “El goce es triunfal, orgástico”.
Es un momento
especial para Gide:
“[...] desde
que salí de mi primera infancia, mi amor por mi prima consiguió desprenderme de
mí; pero, al comienzo de mi vida, mis miradas siempre estaban fijas en mí, como
estaban las de mis padres, de quienes era hijo único”[42]
“Hay gente que vive bajo el efecto [...] del hecho de que uno de sus padres [...] no lo deseó. Aun cuando sea acogido más tarde, esto no impide que algo conserve la marca del hecho de que el deseo no existía antes de dicha fecha” [43]
Dice Gide[44]
“Dormía, me parecía al que no ha nacido
aún”.
Si pretendemos
distinguir entre amor y deseo, podemos
observar que ese ideal del yo que viene del padre no lo ha encontrado. Para tenerlo debe procurárselo por sí mismo identificándose con su tía, transformándose en
el eterno enamorado del niño que fue en
sus brazos. “El sujeto deseante se halla trocado en mujer”.
Esta es la
raíz de su homosexualidad, el edipo invertido y un fantasma en la escena del tren: Gide “jadeante
y palpitante” acaricia a unos chicos. “Mi mano deslizándose y subiendo a
lo largo del brazo que contorneaba el hombre (...) Madelaine fingía no verme.
Mishima (Tokio 1925-1970)
En Mishima podemos observar lo siguiente: El
neurótico accede a la virilidad enfrentándose a la pregunta ¿qué quiere una
mujer? El perverso homosexual busca la esencia de la masculinidad, fuera de lo
femenino, una virilidad pura, sin tener que recurrir a la diferencia de sexos.
La virilidad no se plantea respecto de la mujer, sino respecto de la ley y la
muerte, como ocurre con el suicidio de Mishima.
Sólo pudo
situarse en un linaje materno sometido a una excluyente educación por su
abuela, donde los hombres eran
sistemáticamente dejados de lado como insuficientes. Criado como una niña,
orientado al sable por la abuela y a la pluma por la madre. El padre quería que
fuera funcionario. Él opta por el culto desmesurado al cuerpo, práctica que le
lleva a la deformación.
Mishima,[45]
se suicida (harakiri
o mejor el seppuku) después de años de preparación
ayudado por su amante, el 25 de noviembre de 1970. Tenía un
ejército que había asaltado un cuartel militar y secuestrado un general.
“en aquella época tenía varios libros de imágenes [...] mi imaginación
había quedado seducida [...} por aquel libro y por una única imagen que para mí
fue una revelación. [...] la imagen representaba a un caballero montado en un
caballo blanco, con la espada en alto [...] su bello rostro se adivinaba a
través de la visera, y él blandía su espada desnuda con un ademán terrorífico,
bajo el cielo azul, como enfrentándose con la muerte [...]
Así nos narra
Mishima la imagen que contemplaba y que su niñera le reveló como que
representaba a Juana de Arco.
“Tenía la impresión de haber recibido un mazazo: La persona que había creído
él, era ella- escribe Mishima. “Si
ese magnífico caballero era una mujer y yo un hombre, ¿qué me quedaba?” En efecto, cuando la identificación a los
señuelos fálicos es tan sutil, mal asunto.
En “Confesiones de una máscara” sabemos la impresión sexual que le causó un cuadro del Renacimiento que representa el martirio de San Sebastián, contemplando este cuadro tuvo Mishima su primera eyaculación.
François Timoléon, abate de Choisy (París, 1644-1724)
Escritor francés. Fue
sacerdote y abate de Saint-Seine (1661-1675) Se le atribuye La historia de la condesa des Barres. Es
autor de unas Memorias (1721)[46] En ellas
refleja entre otras situaciones su búsqueda de la identidad sexual y el
no retroceder ante el deseo por encima de prohibiciones. Resalta el hecho de
que el individuo se desequilibra emocionalmente cuando la sociedad le pone
barreras morales a sus razones sexuales.
Al igual que Rilke, el abate era vestido por su madre de nena y le hacía
bucles (luego él siguió solo) Se vestía así para acostarse con mujeres. ¿Qué
pasó con esa madre?
Otros personajes de su tiempo como el hermano de Luis XIV, Felipe de Orleáns, se transformaba en mujer, solo Choisy se atrevió a escribir sobre su transformación en madame de Sancy y en la condesa Des Barres.
Fetichismo
Se trata de una desviación respecto al
fin sexual. Es la negación de la
realidad y la elaboración de una formación sustitutiva (con un objeto de la
realidad)
En el fetichismo se hacen
coexistir dos componentes psíquicos irreconciliables:
-
Ausencia del pene
-
Negación de la realidad.
Reniega de la castración para escapar a la homosexualidad. Por tanto una escisión psíquica. El fetiche sustituye al falo. Su dimensión patológica ocurre “cuando el fetiche se separa de la persona determinada y deviene por sí mismo único fin sexual”. Todo objeto conscientemente sexual es ya resultado de una sustitución.
En el fetichismo se da una sustitución
del objeto sexual por “una parte del cuerpo muy poco apropiada para fines
sexuales”
¡Dadme un pañuelo de su pecho, o una liga que presione su
rodilla!
Goethe.
El fetichista coloca el objeto fetichista para negar la falta en el Otro. Garantiza para el sujeto su acceso al goce sexual, sin padecer el riesgo de castración. El fetiche recupera el falo imaginario, el fetichista asigna el falo a la madre, no al padre.
El objeto
fóbico y el fetiche representan la marca de la castración en lo imaginario,
supliéndola cada uno de una manera diferente.
El objeto
fóbico hace de señal ante la presencia de la angustia.
No hay fetichismo femenino.
Transexualismo masculino.
¿Quién se
ocupa de los transexuales? Los cirujanos. Son víctimas de la disforia sexual,
del desacuerdo con su cuerpo. No se trata de hombres ni de mujeres, son
diferentes. Para ellos falta el tercer sexo.
El neurótico
se pregunta, el psicótico tiene respuestas antes de las preguntas. El perverso
tiene la certidumbre, es un demostrador de que no hay relación sexual. Inventa
nuevas relaciones. Quiere mostrar que hay un más allá de las diferencias
sexuales.
Término
acuñado por un médico, H. Benjamín en ’50. Proponía tratamiento hormonal:
Estradiol. Hormona contra la pilosidad, pero que no actúa sobre la barba ni la
voz. Para esta última necesitan reeducación de voz. La hormona produce una
atrofia testicular y esterilidad. Gran desarrollo de los senos y que las grasas
femeninas aparezcan.
Realmente es
Robert Stoller[47] quien separó identidad
sexual de sexo biológico.
- -
Platean que lo real del cuerpo es
modificable.
- - Tener un pene no es condición
inexorable de goce, sino una protuberancia molesta.
- -
El transexual masculino se
extirpa el órgano, sin saber que en el inconsciente no hay significante hombre
o mujer.
- -
“Por deber ser el falo, el
paciente se consagrará a volverse una mujer... Si no puede ser el falo que le
falta a la madre, le queda la solución de ser la mujer que les falte a los
hombres”.
- - Más que deseo hay delirio en el transexual, ya que deseo implica objeto perdido de la estructura.
Stoller dice
que el masculino es el único transexual. Su historia sexual está vinculada a su
infancia: El sexo masculino les fue dado desde su nacimiento, son femeninos
desde pequeños: “La esencia del hombre transexual fue su madre”, el
padre es casi inexistente, se trata sólo de un cuerpo a cuerpo con ella, la
madre es su falo.
Los
transexuales se sienten mujeres y viven como ellas. No son homosexuales. Si le
gustan los hombres es porque se sienten mujer, es cuestión de identidad
femenina.
Travestís y
homosexuales se sienten hombres, gozan del falo. El transexual no. Se siente
mujer, femenina, no goza llevando ropas femeninas. No quiere que se interesen
por su pene, órgano que rompe con el encanto madre-hijo.
Algunos se
definen por el lesbianismo; en lugar de buscar hombres, buscan la mujer. Janie
G. Raymond ve una amenaza masculina, pues el transexual femenino tiene más
ventajas que la mujer (como Tiresias que había gozado de ser hombre y mujer)
Algunos
rechazan neoplasias vaginales para no comprometerse a la degradante vida
sexual: solo quieren parecer mujeres: serlo sin sexo. No se cuestiona ¿qué es
una mujer? como la histérica.
La
intervención quirúrgica no les hace más felices. El goce mortífero continúa
atormentándolos. Lacan dice que los transexuales confunden órgano y
significante. Confusión casi delirante que les convence de que quitando el
órgano suprimen el significante.
El falo es impotente para posibilitar que el neurótico sostenga el discurso sexual con la máxima seguridad. El transexual y el homosexual no aceptan esto. Quieren liberarse de este error y se equivoca al forzar el discurso por medio de la cirugía. “La mujer no sabe gozar más que en una ausencia
El travestismo se diferencia del transexual en que en el hombre produce una excitación sexual al vestir ropas de sexo opuesto. En este sentido podemos hablar de que no hay travestismo femenino.
Rosolato
diferencia:
-
Transexual heterosexual. Campo de
la realidad sexual propiamente dicha.
-
Transexual exhibicionista.
Espectáculo. Identificación con la madre fálica
- Transexuales homosexuales. Prostitución masculina.
Padres Travestidos. Diferencias entre padre transexual y padre travestí respecto a la nominación.
Si el travestí
parodia la feminidad mientras que el transexual quiere definirse por otro
género diferente al que la naturaleza le ha otorgado, nos queda cuestionarnos
qué será del deseo y su circulación en una familia constituida por este tipo de
padres.
Venimos
afirmando que el deseo se articula sobre la base de esta diferencia sexual
respecto al deseo del Otro. Para que el sujeto deseante se articule necesita de
la falta en ese Otro. Precisemos:
-
La posición sexual a veces no
coincide con la biología, es la denominación de género particular la que
articula el deseo del padre o madre. Es decir que el transexual va más allá de
ese trozo de carne, al contrario busca un lugar social para su deseo que
relegue su anatomía.
-
Por tanto falo no es pene y no
hay complementación entre falo y vagina. No hay dos significantes para la
sexualidad. Si hubiera dos, nos acoplaríamos como los animales y no habría
deseo. La observación de la vagina nos lleva al: “aquí falta algo” Ambos
niños se enfrentan idénticamente ante la falta del deseo materno. La falta
señala al falo como objeto.
- Si el pene no es el falo se puede producir el llamar mamá a un hombre. Pero si esto es fácil en los homosexuales no ocurre igual en los travestís, pues éste engaña y el hecho de cambiar los significantes puede desorientar al sujeto niño que busca la falta. Estos referentes padre-madre son necesarios para garantizar el nacimiento del deseo. Las palabras son garantes del cuerpo.
La cuestión básica es saber cómo se enfrentan ambos a la castración, porque si un adulto niega la diferencia entre pene y falo y los iguala, lo que llega es la perversión.
El transexual
rechaza la lógica fálica. Para él no hay castración. No se conforma con el “no
toda fálica” rechaza el no ser “toda no fálica”.
El transexual
no altera la relación entre naturaleza y el nombre que la define y se ajusta a
la nominación simbólica. Le pide a esta naturaleza que le solucione el
desencuentro con su género y recurre al “cotello” pensando que así corta de lo
que reniega y renuncia.
Un hijo tendrá ante sí una supermadre que ha dejado su huella engendrando el significante en lo real del cuerpo.[48]
Los
travestís “juegan a las mujeres”
pero son hombres que gozan de su pene-falo. Juegan a la mujer madre, juegan con
la feminidad. No pregunta como la histérica ¿Qué es una mujer?, se limitan a
ocultar tras el velo, las ropas y la mascarada femenina el falo que no debe
faltar. Se exponen a la mirada. Quiere afirmar que desea una madre completa,
para ello esa mascarada tan ambigua de ser y no ser.
El homosexual
también juega y busca la pareja con órgano. Como el travestí, no rechaza la
diferencia sexual, busca la nominación simbólica, sin ella no es nada. Es claro
así, que la homosexualidad necesita de la heterosexualidad.
Ello no priva
para afirmar que rechacen las diferencias y sus derivaciones. Por ello el
travestí quiere engañar al que mira, pero para seducirle basándose en el
desconcierto, la incertidumbre.
El travestí
aparenta el otro sexo, quiere ser conspicuo, reducir el falo al pene. No
soporta una madre deseante (ausencia de pene en ella) Si diferencio pene de
falo, nada falta.
Heterosexualidad
Platón habla
de tres sexos: macho, hembra y andrógino. Desde la simplicidad, masculino y femenino, afirmamos
que hombre y mujer no lo tienen más
claro. Tiresias, el que más sabía sobre la mujer.
El Génesis parecería simplificar las cosas: Macho-hembra (No son Adan y Eva, sino isch-ischa, es decir: hombre-hombra). Ella de una costilla para que se complementen; aunque caminen juntos no están hechos para andar juntos en cuanto al rapport sexual. Porque no hay significante que inscriba la diferencia sexual anatómica. Hombre y mujer solo son significantes. Adan y Eva en lugar de reproducirse, quisieron saber acerca del goce y fueron expulsados. Desde entonces la relación sexual arrastra tras de sí ese efecto de discordancia llamado culpa.
Hombre y mujer
se dicen: - Yo soy lo que le falta a tu goce. Uno quiere ser la falta
del Otro, esta es la verdadera alteridad sexual.
El goce que cada uno tiene del cuerpo del otro no es el que el otro tiene del cuerpo de uno. Es la creencia en la complementariedad genital: ¿Aquello de lo que se goza, goza? No hay respuesta
Venimos insistiendo en que la biología
queda anulada por el significante cuando nos referimos a hombre y mujer. La
anatomía es el soporte a la información significante. La posición respecto al
falo es la determinante para la posición femenina o masculina. Un solo órgano.
No hay oposición entre los masculino y
lo femenino, ni complementariedad. No hay significante que los oponga, en el
inconsciente no hay contradicción.
Sólo existe fálico-castrado y la dialéctica
de tener o ser. Dice Lacan que lo que distingue “la pequeña diferencia”
entre niñas y varones, no es lo natural, sino lo que él llama “un error”,
en reconocerlos por los adultos en función del lenguaje, los dichos de los
padres. Pasan a lo Real la pequeña
diferencia por mediación del órgano.
Tomar el falo por un significante. “cuando no es más que el significado; el
significante es el goce”.
La búsqueda de la identidad femenina.
La sexualidad está presente en todo acto humano de forma perversa. Hay un más allá del goce fálico que nos hace interrogarnos, especialmente a la mujer. En ella hay un enigma que le plantea al hombre. Enigma incomprensible, inefable, narrado por los poetas
Freud lo
confunde con la homosexualidad de Dora. Dora tiene síntomas histéricos y
fóbicos. Es presa de la dialéctica edípica. Amor hacia el padre y desvaloriza a
su madre enferma y depresiva: El padre de Dora se aleja de su esposa para tener
una relación con
Dora busca el misterio de su propia feminidad.
Hay un saber
sobre el propio sexo, pero cuesta afirmar que hay saber sobre el “otro”
sexo.
Dice Freud al final de su obra ¿Qué quiere una mujer? Was Will das Weib?. Esta es la pregunta del hombre.
“LA
mujer no existe” se refiere a la existencia de una sola libido
caracterizada fálicamente. Esto creó una
polémica entre la escuela de Viena y la escuela de Londres intensa en los años
’20 ’30. Intentaron crear el correspondiente femenino del significante fálico.
Algunas feministas actuales ofrecen un axioma ad hoc, la existencia de
un significante de la feminidad: el útero, que haría contrapunto al
significante fálico. La simetría falo-útero es una dialéctica desviada. Decir
que la mujer tiene vagina y el hombre pene y que al revés no lo tienen, rige
para la biología, no para el inconsciente. Por tanto lenguaje y real de cuerpo
no se entienden.
La castración
en su sentido lógico consiste en el hecho de que el lenguaje comete un gran
error y reduce el sexo a tener o no tener la connotación fálica.
Entonces ¿Cómo se inscribe alguien como sexuado al juntarse con otro sexo que llamamos opuesto? Pasan cosas en la cama, pero: ¿por qué a eso le llamamos relación? ¿Cuando se dice tuvieron relaciones a qué nos estamos refiriendo? ¿Hay acoplamiento, afinidad, armonía, coherencia, concordancia? Parece ser que no. Lacan dice que entre los seres que hablan, la ley sexual sustituye a la relación sexual.
Entonces se dice que la mujer no tiene
consistencia (ontológica), más bien es el síntoma de que el hombre retrocedió
en su deseo. La mujer es un síntoma del hombre. Esto no es antifeminista. Significa que el hombre existe únicamente a través de la mujer como su
síntoma. El hombre existe, todo su ser se encuentra “allí afuera” en la
mujer. Pero ésta por su parte no existe, insiste, y no únicamente a través del
hombre: hay algo en ella que se escapa a la relación con éste, la referencia al
significante fálico: Decimos que hay un “no todo” femenino. El hombre
descubre la impotencia que hay en él para hacer pleno el acto sexual.
La mujer al
darse cuenta de que no lo tiene capta la potencia de su engaño. Por ello la
apariencia es su arma, como una forma de revelarse la verdad. El Goce es
apariencia.
Achacar la culpa del problema sexual
relacional a la sociedad no es acertado, bien al contrario se trata de que en
el inconsciente algo funciona como valor de cambio y es la mujer la que ocupa el lugar donde se realiza esta
falsa identificación, ella es el pivote.
Ella representa al falo y ella deviene eso de lo cual se goza, bajo al forma de objeto. La mujer se presta a ser objeto “a”, objeto causa del deseo (enmascara el deseo), de lo que se trata es de llenar la falta, el hueco. El objeto “a” mantiene la separación entre el cuerpo y el goce, pone un límite al “sin sentido” al goce ilimitado, prohibido. El sujeto solo puede gozar de algo. El goce fálico es el único que existe, si el sujeto cuenta con el significante: hace límite al goce puro e introduce la economía del goce posibilitando el acceso al goce no-todo sólo se puede gozar de una parte del cuerpo del otro.
“El hombre y la mujer en el sexo quieren cosas
diferentes. Y no se lo perdonan”.
Woody Allen
El cuerpo como lugar del objeto “a”
Las relaciones entre el hombre y la
mujer se deben contemplar desde el mundo simbólico. Entre ellos hay relaciones;
pero cabe diferenciar que no es lo mismo placer que goce. Goce y copulación no
se entienden. Sexualidad es goce que nace de la falta, de la castración. Ambos
intentan recuperar ese goce perdido y sólo encuentra la pérdida, el objeto “a” como plus-de-goce que es el gran
articulador, a través de esta función el goce excluido podrá ponerse en
conjunción con el sujeto, en el deseo, en el síntoma, en el fantasma.
Es necesario actuar, que cada uno de los miembros de la pareja debe de creerse un papel, que no es otra cosa que ficción (homosexuales) y estos papeles quedan resumidos al título macho o hembra. Lo que ocurre con este encuentro es la impotencia del hombre y el hecho de que la mujer no es su solución. Al final solo se goza del propio cuerpo. El compañero sexual se transforma en objeto fálico y se le pide hacernos sentir la causa de su goce.
“Para persuadir al otro de que tiene lo que puede completarnos, nos aseguramos de que podemos seguir desconociendo lo que nos falta” Lacan
No todos
piensan así. Los discursos se enfrentan:
-
El discurso religioso separa saber
y verdad afirmando que la relación sexual existe y que encuentra su razón de
ser en la reproducción.
-
Por otro lado el discurso universitario, representado por
la ciencia médica que sostiene que hay relación entre saber y verdad. Por tanto
hombre y mujer son complementarios. Si surgen desajustes habrá que someterlos a
la norma. Las posibles ambigüedades sexuales son cuestión de genotipo.
- El discurso psicoanalítico se sitúa entre el saber y la verdad y decimos que de ese saber no se sabe y esa verdad sólo puede ser dicha a medias. El mito de Edipo nos invita a pensar que el goce está prohibido, trae problemas que no cesan, tiene que ver con lo Real, con lo imposible.
“Habíamos
llegado hasta la frase en que Jack Lemon se quita la peluca y grita: “¡Pero soy
un hombre!”. Diamond
contesta: - ¡“Nobody is perfect”! . Sobre
un chiste que funcionaba entonces sobre un matrimonio que se pelea y la mujer
le dice: - ¡“eres un perfecto
idiota”! y el marido contesta: -¡“Nadie
es perfecto“!
“Con
faldas y a lo loco” versión de Una Eva y dos Adanes de Billy Wilder
[1]
-Sobre la degradación de la vida amorosa. Contribuciones a la psicología del
amor. En cinco conferencias (Vol 11, 1910) James Strachey. Standard Edition.
-La desaparición del Complejo
de Edipo (1924)
La diferencia entre sexos no es fruto de la anatomía,
más bien de la postura del sujeto en lo simbólico. Napoleón decía “La anatomía
es el destino”. La sexualidad depende de la relación sujeto- falo como significante del deseo,
lejos de lo anatómico y lo biológico
[2] Geneviève Morel, El sexo para la ciencia y para el
psicoanálisis, Psicoanálisis y Medicina, Ed. Atuel.
[3] Oscar Masotta, El
modelo pulsional, Ed.Argonauta, Barna, 1990.
[4] Sigmund Freud, Contribuciones
de actualidad sobre la guerra y la muerte, 1915, O.C., Tomo II, pág, 2144.
[5]Jaques Lacan, Psicoanálisis, Radiofonía y
Televisión, Ed. Anagrama, Barcelona, pág. 51.
[6] Ilza Veith, Histoire de l’hystérie, Paris,
Seghers, 1973.
[7] Jaques Lacan, El Seminario, Libro XVIII, De un
discurso que no sería del semblante, mayo 1970.
[8] Víctor Gómez Pin, El Psicoanálisis. Justificación de Freud,
Ed. Montesionos, BDT, núm 6.
[9] Elisabeth Badinter, ¿Existe el amor
maternal?, Ed. Paidos-Pomaire, 1981.
[10] Robert Graves, Les mytes grecs, París Fayard, 1967
(traducción castellana: Los mitos
griegos, Madrid, Alianza.)
[11] René Girard, La violencia y lo sagrado, Barcelona: Anagrama 1983.
[12] Jacques Lacan, El Seminario, Libro IV, Las
relaciones de objeto y las estructuras freudinas, pág. 212.
[13] Robert Fouts, Nuestros primeros
hermanos, Ed. Debate,
Barcelona 2001.
[14] Claude Lévi-Straus, Mitológicas.”
Lo crudo y lo cocido”, Ed. Fondo de cultura Económica, Méjico 2002.
[15] Cabrera Infante, G: País Semanal
12 de Agosto de 2001, Grandes historias de amor de Hollywood, en concreto
la mantenida por Greta Garbo y Mercedes de Acosta.
[16] Slavoj Zizek, El Acoso de las fantasías, Siglo XXI Editores, pág 115
[17] Denís de Rougemont, El amor y Occidente, Ed. Jkairós Barna, 1979,
Pág. 178.
[18] Jacques
Lacan,”Radiofonía”, Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión, Anagrama,
Barcelona 1977, pág. 7.
[19] Jacques Lacan, El Seminario, Libro VIII,
[20] Ibídem, pág. 381.
[21]Joel Dor, El padre y su función en psicoanálisis, Nueva visión.
[22] Jacques Lacan, El
Seminario, Libro V, Las formaciones del inconsciente, cap. XXV.
Barcelona, Piados, 1999.
[23] Jacques Lacan, El
Seminario, Libro XX, cap. XI. Paidos, Barcelona, 1985
[24] ibídem, 15 de
enero de 1958.
[25] Ibídem.
[26] Sigmund Freud, Lecciones
Introductorias al Psicoanálisis, Biblioteca Nueva, Tomo II, pág. 2320.
[27] Legislador de Esparta,
reformador de las antiguas leyes dóricas. Vivió en el siglo IX a. de C.
[28] J. Boswell,
[29] Jacques Lacan, El Seminario, Libro XX, Aun.
Paidós
[30] Sigmund Freud, Tres ensayos... O.C. Tomo I, pág 1178.
[31] Jacques Lacan, El
Seminario, Libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del inconsciente.
[32] Jacques Lacan, El Seminario, Libro
XX, Aun, Barcelona, Piados, 1985, pag. 90.
[33] Valas, P., Freud et la perversión” Orinicar? Nº 45, París,
Navarín, pág. 40.
[34] Jacques Lacan, El
Seminario, Libro V Las formaciones del inconsciente, 5-03-58,
Pág. 20-21.
[35] Sigmund Freud, Un recuerdo de infancia de Leonardo (1910).
[36] Sigmund Freud, Un recuerdo de infancia de Leonardo (1910)
[37] Jacques
Lacan, El Seminario, Libro V, Las
formaciones del inconsciente.
[38] Jacques Lacan, “La juventud de André Gide o la letra y el
deseo”, Suplemento de sus Escritos. Ed. Argot. Ver también Ornicar?
37.
[39] Extraído y traducido de
“Cahiers d’André Walter”, aparecido en
un Suplemento de Escritos, o.c.
[40] Andre
Gide, La
puerta estrecha. Buenos Aires, Poseidón, 1947, págs. 35-36-37.
[41] Andre Gide, o. c. pág. 35-36-37.
[42] Andre
Gide, Diario (1889-1949), Buenos Aires,
Losada, 1963, págs. 573-574, 680-681,807.
[43] “Conferencia en Ginebra sobre el Síntoma”.
Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, 1988, pág. 12.
[44] André
Gide, Si la semilla no muere... (autobiografía), Buenos Aires,
Losada, 1969, Pág. 45-48.
[46] F. Timoléon de Choisy, Memorias del Abate de Choisy, Manantial, Buenos Aires.
[47] Catherine Millot, Exsexo. Ensayo
sobre el transexualismo, Ed. Paradiso, Point Hors Ligne.
[48] E.Foulkes, La razón, el
deseo y la agorafobia de la subjetividad.
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