Sexualizarse. La anatomía no es el destino.

 

Conferencia pronunciada el día 19 de noviembre de 2005 en la Fundació Valvi (Girona), dentro del tema Família o Famílies. Organizado por La Comissió de Psicoanàlisi Delegació de Girona (COPC)

Isidro Rebollo Conejo. Psicoanalista. Dr. en Psicologia

  La  anatomía no es el destino  (Frase tomada de Napoleón en conversación con Goethe  2-10-1808. Napoleón se refiere que más allá del destino trágico griego  está la mano del hombre: La política es el destino.)[1]

 


La familia tradicional no es ni ha sido garante de ninguna orientación sexual. Indico con ello que ninguna familia previene contra la definición sexual, ella ha aportado toda una gama que va de la homo a la heterosexualidad, pasando por individuos bien dispares, incluso personas para las cuales se emplea el calificativo de normal. Sin embargo parece cuestionarse que otro modelo familiar sería más nefasto. Nuevas estructuras familiares aparecen y supuestamente, solo supuestamente, pueden variar el destino de los nuevos sujetos que como hijos dependan de ellos.

Ya ha habido experiencias similares al respecto. En nuestra cultura sabemos de niños instruidos lejos de la coeducación en colegios bajo la mirada atenta de monjas, frailes o curas. Hijos huérfanos en instituciones, viudos que toman ambos papeles, separados, hermanos que hacen de padre.

Algunos nos contaron lo doloroso del hecho con relación a su sexualidad, mientras que otros dicen que se forjaron sexualmente sin ningún conflicto. Parecería ser una cuestión más bien del azar.

Suponer que de padres incestuosos se derivan hijos deformes es estar dispuesto a que a él le pase. No por haber tenido relaciones incestuosas se tienen hijos deformes. Son las palabras las que hacen huellas en las creencias.

Si nacemos sexualmente conformados, si partimos del supuesto de que la anatomía es el destino, la biología soldaría por encima de la función paterna y ningún modelo familiar, social o educativo sería decisivo.

Desde el discurso de la ciencia se asegura que lo biológico  anula lo genérico.  Pero si preocupa la orientación de los hijos en los nuevos modelos es porque creemos en la influencia, en que la sexualidad se hace, viene determinada por un discurso propio de modelos parentales.

La observación del cuerpo no es suficiente para definir el sexo. Nacer con una anatomía no determina el destino: “La anatomía no es el destino”. Es necesaria la palabra.

La sexualidad para el psicoanálisis y para la biología.

Tanto el sexo como la alimentación están alterados por el goce.

Sobre lo real del sexo  no hay coincidencia entre la ciencia y el psicoanálisis. Si para la primera el sexo queda restringido a la reproducción, es decir hay una escritura genética de la relación sexual, desde el psicoanálisis se insiste en la imposibilidad de escribir esa relación sexual para los seres que hablan. La causa es que el inconsciente no entiende de gametos y es solo por vía del lenguaje que se accede al sexo.

En los animales la sexualidad es un instinto donde hay un paterner de sexo contrario, y un acto, el coito como unión de genitales, la finalidad es la descarga y la procreación. Por tanto su sexualidad es una instrumentalización del macho para la procreación. Incluso etológicamente los humanos intervienen con su discurso afirmando que las hembras seleccionan a los machos cuando estos acaban su pelea. Sólo una minoría de machos consigue reproducirse, mientras que todas las hembras lo hacen.

Por igual piensa Robin Fox al declarar que “ Un hombre es para las hembras la forma de reproducir más hembras”. O como decía Samuel Butler: “ Un pollo es la forma en que un huevo reproduce otro huevo”.[2]

La sexualidad se inscribe más allá del sexo anatómico, no es conformista. El cuerpo lo  conforma el lenguaje. Antes sólo existe lo Real: cuerpo y goce unidos de forma animal.

Entre nosotros hay un objeto sexual y un acto hacia el que se impulsa la pulsión, el fin sexual. Pero, contrariamente al reino animal, la cuestión está en la variedad y ausencia de fijación del objeto sexual; más aún decimos que éste no está determinado. Hay todo un abanico sexual.

El encuentro entre los sexos parece buscar el complemento que nos refleja el mito del andrógino de Aristófanes, pero en la realidad todo lo que  remite a la norma queda cuestionado por la perversión (sin ser tratada peyorativamente)

Hay todo un calidoscopio donde entra homosexualidad, heterosexualidad, intersexualidad, bisexualidad, transexualismo. La variedad sexual hasta ahora ha sido evidente.

 

Partamos de la división clásica  de las perversiones:

-          Perversiones con respecto a su objeto (medio): homosexualidad, pedofilia, necrofilia y bestialismo.

-          Perversiones con respecto a su fin (satisfacción): Fetichismo, sadismo, masoquismo, voyeurismo, exhibicionismo.

 

Cualquier pretensión de entender esta variedad bajo criterios genéticos o pensar que la familia tradicional es la aseguradora de la normalidad viene a ser como la diferencia entre el arte culinario y la guía de restaurantes.

Los que insisten moralmente en la norma se empeñan en efectuar la operación de Procusto, el ático, quien pretendía adaptar el cuerpo de sus víctimas al lecho a través de estiramientos y torturas. Es algo así como tener un concepto muy definido de lo se podría denominar la justa medida. Tratar los hechos bajo una óptica de lo Ideal, deriva hacia el ejercicio de un poder.

¿Por qué la alarma social? ¿Qué es lo que obliga a la cultura a ejercer sus imposiciones ordenaciones y regulaciones sobre la sexualidad? ¿Qué hay en la sexualidad que la torna peligrosa para los fines de la cultura? No hay cultura que no regule las uniones o castigue el adulterio. El cristianismo elevó el matrimonio al nivel de sacramento para dar cuenta del concepto de represión, dice Oscar Masotta[3], y sigue afirmando  que si la sexualidad tiene que ser reprimida, la culpa no es de la sexualidad misma, sino lo que en ella hay de enigmático.

 

 Lo que no desea ninguna alma humana, no hay necesidad de prohibirlo” [4]

 

Sin  contenido sexual no existiría la represión ni el inconsciente.

Foucault relacionaba sexualidad y sexo y opinaba que no había que reducir la sexualidad (sus derivaciones sociales, económicas, médicas, éticas) al efecto del sexo como entidad sustancial. El sexo sería el efecto de esta serie de prácticas, su resultado. Algo así como el aglutinador de elementos anatómicos, biológicos, placeres, sensaciones... Lacan piensa que Foucault olvidó una gran diferencia entre sexo y sexualidad como pluralidad de prácticas discursivas que intentan domesticar, neutralizar al “sexo”, mientras que éste es algo traumático que escapa, como un impedimento común. Es un efecto de la sexualidad, no hay sexo anterior a la sexualidad y ésta solo entrega su secreto al psicoanálisis, dice Lacan en Televisión [5],  y el secreto no produce mucha euforia. Se habla porque se desea. Hay deseo porque hay prohibición.

Sade, no es libre cuando busca su goce. No es su cuerpo quien se lo demanda, sino algo dentro de sí le impulsa mediante una ley a gozar: La ley del superyó, obscena y feroz.

Los colegas de Freud se hubieran sorprendido sensiblemente menos de su insistencia en la sexualidad si hubiesen estado más familiarizados con al literatura antigua sobre la histeria”.[6]

 

Y bien, ¿Qué necesita un sujeto para constituirse sexualmente? ¿Cuáles son las condiciones ineludibles?

-          Esencialmente una prohibición que le aparte del goce mortífero y

-          Que nazca un deseo fruto de una prohibición. Y es aquí dónde aparece la familia.

El deseo es la búsqueda de la parte de mí mismo perdida en mi historia para siempre, por ello realiza su sexualidad aunque la pulsión sexual representa la muerte en el ser sometido a la maldición del sexo. La realidad del inconsciente es la realidad sexual. Estar sometido al sexo es estar sometido a la muerte.

La aparición del Otro como significante, le asegurará la separación entre cuerpo y goce, mediante la generación del objeto “a”. Entre cuerpo y goce se organiza el sujeto. El goce infinito quedará para siempre perdido. Siempre habrá una necesidad apasionada por saber acerca de esa pérdida, saber sobre el goce.

Dos mitos explicativos y organizadores. 

Dos problemas se plantean:

-          La función del padre. ¿Qué es un padre? Lacan

-          El problema de convertirse en mujer. ¿Qué quiere la mujer? En Freud

El Edipo. Complejo y estructura

El mito como acontecimiento verdadero es un absurdo, pero hay que tomárselo en serio. Es una de las maneras de tratar lo Real. Edipo es la  rememoración en el individuo de los acontecimientos por los que tuvo que pasar la humanidad. Edipo es el mito de Freud, diría Lacan[7] incluso hay quien opina que es lo no analizado de Freud. Es un mito que no gusta a la antropología, ni al mismo Lacan.

Hay un Edipo en Freud que no es el de Sófocles. En Sófocles Edipo dice que matará a ambos padres y es Yocasta quien entregó a Edipo. Yocasta se ahorca antes de que llegue Edipo. Ambos acaban maldiciéndose.

La madre aparece como atractiva y digna de amor y como Esfinge, amenazante y peligrosa. La relación con la Esfinge es mortal: Si no resuelve el enigma muere, pero si lo contesta también. Esta es la esencia de la sexualidad.

Edipo no sabía qué estaba haciendo, en tanto que su madre supo todo el tiempo quién era su compañero sexual; la fuente de su goce era precisamente, la ignorancia de Edipo. Hay un vínculo entre goce femenino y la ignorancia que adquiere con ello una nueva dimensión intrasubjetiva: La mujer goza en la medida en que su otro (el hombre) no sabe. 

El Edipo no es un fenómeno de patología, no es experiencia personal. No es un hecho, es algo cultural, no es historia subjetiva, hace que el sujeto se enfrente a:

-          La exclusión como tercero en la pareja y a

-          La diferencia de sexos. 

Hay unas tesis[8] sin las cuales el edificio del psicoanálisis no se mantiene en pie:

-          Que Edipo sea una estructura presente en todo individuo humano.

-          Que el complejo de castración constituya una estructura universal.

-      Que los dos componentes del Complejo de Edipo (muerte del padre y fusión con la madre) se impliquen mutuamente.

-          Que la estructura edípica suponga la constitución del inconsciente y viceversa.

Ni Edipo  sufrió el Edipo, ni el padre primitivo la castración.

El ser hijo único, haberse criado en un orfanato, el que el padre haya estado ausente, deben entenderse siempre que:

-          El concepto de Edipo y un concepto del inconsciente que lo correlacione.

-          El concepto de familia que permite afirmar la universalidad del Complejo de Edipo   independiente de la contingencia. 

-          Un concepto de sexualidad que delimite la sexualidad edípica o sexualidad humana de la animal.


¿Qué es el Complejo de Edipo?

Lo que llamamos Edipo normal dice que el primer objeto de amor es la madre. Este objeto persistirá  hasta la interdicción paterna en que lo transferirá a otras mujeres. La niña lo abandonará por el padre y luego por otros hombres.

Pero hay otra lectura del CdE. La libido es bisexual. No es cierto que los varones busquemos una mujer y viceversa. Edipo responde a que no hay relación sexual.  En los análisis de Freud no aparece el deseo incestuoso y la interdicción paterna, más bien lo que vemos aparecer es el amor al padre.

No se trata de la figura de la  madre o del padre, sino del deseo de la madre y el Nombre del Padre. Si Freud propone el deseo del niño por la madre, Lacan dice el deseo de la madre por el niño.

¿De dónde viene el deseo incestuoso? El Edipo nos da instinto y objeto libidinal.  El Deseo de la Madre viene de su propia historia. No hay instinto maternal.[9]

En definitiva, el Edipo es ver cómo ha solucionado esto mi papá y mi mamá. Tomo el camino que ha tomado uno de ellos. ¿Cómo lo hizo mi padre con el objeto perdido, lo buscó en una mujer y mi mamá, lo buscó en un hombre?

 

 

Es al observar la diferencia sexual anatómica, el momento en que se producen muchas fijaciones y donde tienen su raíz determinados comportamientos sexuales. Sus consecuencias son:

-          En el niño, orgullo y temor a sufrir la desgracia de la niña, su amputación. Comprobar las diferencias ocasiona miedo a ser castrado: Angustia de castración. En el niño, la amenaza de castración le dice que si quiere gozar de la madre puede ser castrado. Por ello soluciona su CdE antes que la chica. 

-          En la niña: “Ha visto la cosa, sabe que no la tiene y desea poseerla”. Envidia del pene. Las consecuencias pueden ser: Sentimiento de inferioridad, celos a los varones, hostilidad y rencor hacia la madre que le ha pasado la falta (estrago)

-      En la niña el complejo de Castración produce un alejamiento de la madre y una elección del padre como objeto de amor. No teme ser amputada porque ya lo está, pero envidia el pene. Hay equivalencia Pene=hijo. Su penisneid acaba como deseo de hijo del padre. El CdE puede no liquidarse nunca y se supera con las primeras relaciones sexuales.

 

Castración en Freud corresponde a

Real, Simbólico e Imaginario en Lacan

 

Diferencia anatómica de los sexos (en la realidad)

Privación Real

 

Envidia del pene

Frustración imaginaria

Castración.(del efecto imaginario de lo real)

Integración simbólica

 

 

El otro mito es:

La horda primitiva.


  Todo hombre debe una muerte a la naturaleza

 W. Shakaspeare

 Todo hombre debe una mujer

Guy Rosolato

Mientras los animales son fruto de la selección natural, el ser humano se adapta. El animal y el medio se relacionan y producen evolución o muerte. El humano responde a lo real con el lenguaje, no evoluciona, modifica lo real en realidad, se adapta a la inadaptación y se satisface. Si le falta el pecho lo fantaseará, metaboliza la insatisfacción.  La prohibición del incesto produce un corte en el instinto y lo convierte en sexualidad (deseo del Otro) La prohibición del incesto viene a afirmar que lenguaje y ley están ligados.

Robert Graves[10] nos menciona a  La Diosa Blanca”; comenta el pasaje de una tradición matriarcal a la patriarcal. En principio estaba la Gran Diosa Madre todopoderosa e inmortal que elegía un rey que después era sacrificado, al final del año,  para que su sangre fertilizara las cosechas.

El antropólogo  René Girard[11] (Avignon, 1923)  defiende que la unión entre hombres nace no de un contrato o acuerdo, sino del asesinato colectivo de una víctima: la víctima propiciatoria, “chivo expiatorio”. La cantidad y variedad de ritos en todas las culturas y mitologías sugieren este mecanismo universal. Las relaciones humanas marcadas por una rivalidad están siempre en peligro y pueden acabar violentamente. Por ello dirigen la violencia hacia alguien en concreto y se celebran ritos conmemorativos.

En Tótem y Tabú (Freud, 1912) se afirma la existencia de un asesinato como origen de la humanidad. Este crimen seguido de culpa sería la fuente de la religión, la moral, las estructuras sociales y sería reproducido en los rituales sacrificiales.

Un padre terrible que acapara a todas las mujeres es asesinado por el clan de los hermanos para acceder a ellas, erigiendo como símbolo del asesinato, un tótem sobre el que gravitará la función del tabú. Este padre todopoderoso es respecto a todos los demás un ser de excepción (lo hallamos en las angustias del obsesivo y en las identificaciones histéricas)

El padre que se define por imponer un límite, función simbólica,  a la función fálica ɸx, y al mismo tiempo, por hacer del lado masculino de la sexuación el lugar de un todo[12]   Roger Fouts[13] estudia el lenguaje de los primates y demuestra que se comunican con signos arbitrarios ya sea en cautividad o en la naturaleza. Tienen capacidad de abstracción y formulan el interrogativo ¿qué?, pueden preguntar. Más allá llegan a mentir o fingir (no fingir que fingen, mentir cuando mienten) Pero lo crucial es que afirma que tienen una especie de “moral”, cuando infringen las normas de los humanos o las suyas. Ante sus actos son castigados por la madre y llegan a entender el bien y el mal. A partir de aquí se establecen entre ellos normas, sienten atracción y culpa. Esta ley sola es fruto de su lenguaje, por ello concluye que lenguaje y ley están ligados. La prohibición  propicia el acceso al mundo simbólico.

Es como Tótem y Tabú donde la ley es motivada por la separación entre niños y madres. Aunque estos tuvieron que matar al padre y decidir que ninguno ocuparía su lugar, el lugar del falo..., pero mientras que para Fouts es la madre, para Freud es el padre el agente de la castración. El que no cumple la ley queda fuera del lazo social.

Si no se admite esa primera ley, lo real retornará como palabra-cosa.

El mito de Tótem y Tabú es la obediencia retrospectiva de los hijos. Sentimiento de culpabilidad. Deuda con el padre. Es el padre muerto el que impone retrospectivamente la institución de la interdicción del incesto.

Si seguimos lo manifestado por Lévi-Strauss con relación a lo que él entiende por natural y cultural, podremos apreciar que lo natural ha de obedecer a leyes universales por definición, lo cultural se basará en reglas particulares de funcionamiento. Si todos participan en una cultura, la cultura sólo puede aparecer como la única naturaleza del hombre.

¿Dónde encontramos el límite entre naturaleza y cultura? Posiblemente el ser tan prematuros y tan dependientes nos haga adaptarnos especialmente. Nos caracterizamos por seguir normas de comportamiento. Se sustituye el azar por contratos de alianza, por normas arbitrarias. Hay normas sociales particulares, pero en toda sociedad rige como norma fundacional la prohibición del incesto. No hay sociedad donde no se haya prohibido la alianza entre aquellos que se dan mutuamente los nombres de madre e hijo. Hay una ley universal, la prohibición del incesto, que no pertenece ni a lo puro cultural ni puro natural. La cultura nos diferencia del animal.

Lévi-Straus, en Mitológicas[14] citaba a la revista PlayBoy al decir que lo bueno del incesto es que queda en familia.

El falo y el complejo de castración 

El discurso de la ciencia es absorbente. Generalmente recurrimos a él para que los conceptos encuentren sentido. Así el recurso de los genes y las hormonas nos viene como anillo al dedo. Sentimos decir que este camino no conduce a ningún lugar.

Una de las características más singulares de lo reprimido es que aquello que fue objeto de la represión (cuando se vencen las defensas) y que retorna en forma de síntomas, es de naturaleza sexual. En lo reprimido localizamos un punto clave en torno al cual giran hombres y mujeres y que se llama complejo de castración, que encuentra su expresión en el temor a la castración en el caso del hombre y en la envidia del pene en el caso de la mujer.

¿Qué es el falo? Es el elemento organizador de la sexualidad humana. Decimos que el psicoanálisis es la teoría de la falta.

La libido es masculina. No es libido peniana, sino fálica. Su presencia o su ausencia se sistematiza en torno a la falta y al significante. En torno a él se organiza el complejo de castración.

Falo” aparece poco en la obra freudiana, sólo como “primacía del falo”, la “premisa del falo”. El niño es “hincha del falo”. Para el niño todos los seres tienen falo, hasta las cosas inanimadas. Más tarde observará que el mundo se divide en dos por la presencia o ausencia del mismo. No todos lo poseen. Primacía del falo, no es primacía del pene. Este órgano encarna la perfección, la falta, la renuncia. Por ello el destete, el control de esfínteres, la separación de la madre es reflejo de estas pérdidas. Hacia los 4 años, cuando el niño está lleno de pulsión, las normas sociales le quitan su ilusión. 

Pero, ¿Por qué tanta similitud y tanta distancia entre pene y falo? No es ese pedazo de carne que cuelga de más o menos la mitad de los humanos, se trata, siguiendo a Freud de un término muy valorizado por ambos sexos  y que con frecuencia  imaginan en el pene erecto, pero que no es el pene. Técnicamente lo llamamos falo, no por eufemismos, sino para mostrar su diferencia.

Falo imaginario.- es la representación psíquica inconsciente que resulta de tres factores: anatómico, libidinal y fantasmático.

Anatómico.- Como apéndice con pregnancia táctil y visual. San Agustín habla de sus propiedades autónomas en cuanto a su libertad de erección o flacidez.

Libidinal.- Carga que se  acumula en esta zona: tocamientos.

Fantasmático.- Angustia de que sea mutilado. Es decir que esté o no presente.

Falo simbólico.- Como valor de objeto separable del cuerpo, intercambiable, sustituible por heces, regalos, niño. Factor, patrón simbólico de la castración. Límite impuesto al goce en relación con la madre y la eterna insatisfacción del deseo.

“Rafael (Luego Mercedes) jugaba con los muchachos juegos viriles hasta el día que uno de sus amigos la insultó llamándola mujercita –y se lió a trompadas con él-. El Otro muchacho (que desde ahora fue el otro) se bajó los pantalones cortos y le enseñó su pequeño pene para retarla más que preguntarle:  - “¿a que tú no tienes esto?”. Mercedes no había visto nunca entre sus piernas lo que su otrora compañero exhibía. La constatación dio lugar a unas fiebres incoercibles hasta que su madre decidió vestirla de niña y llamarla por fin Mercedes. De ahí, de su nuevo género, nació una frase que ella creyó famosa: “¿Quién de nosotros tiene un solo sexo?”[15 

Lacan aborda el tema del falo a través de la perversión en la mujer (homosexualidad femenina) “Sobre la psicogénesis de un Caso de homosexualidad femenina”. Lo hace para probar que el falo no es lo que piensa la gente.

¿Realmente hay dos sexos o no hay diferencia sexual?

No es cuestión reproductiva, sino lo que representa para la sociedad. Lo que cuenta no es la cosita, sino la representación de la cosa: si el pene es un órgano, el falo es una representación.

La libido es masculina, es fálica, tanto hombre como mujer se relacionan a  través de un significante: el falo, que es independiente de su anatomía. Aunque ella no tenga pene, no deja de estar referenciada por el significante fálico y con la castración.

Lo que permanece es la diferencia hombre mujer. Puede haber contradicción con el sexo biológico. Un sujeto de sexualidad masculino puede identificarse con la mujer, pero se sentirá mujer en cuanto género. El género no se traiciona.

Hay no obstante una acusación de falocracia y misoginia hacia el psicoanálisis. Decir que el psicoanálisis faliciza y patriarcaliza todo es matar al mensajero que trae malas noticias.

Los postfreudianos reniegan del falocentrimo freudiano. ¿Por qué el falo y no la vagina? Criticaban K. Horney y Helen Deustch ¿Por qué no hay reciprocidad entre falo y vagina? Es el niño el que se cuestiona por el deseo de la madre, y observa que hay más que él que la madre desea. Este objeto de deseo es algo inexistente (significante) y por ello cualquiera (hombre o mujer) puede apropiarse e identificarse con él y sentirse falo de la madre.

Eso sí, posiblemente “El Falo es una cosa demasiado seria para dejar su uso a criaturas estúpidas como los hombres.”[16]

La observación de la vagina nos remite a la falta: Aquí falta algo. Y lo que falta en el otro está. Por tanto entre falta y presencia debe de haber una relación. Ellos se desean. El sujeto se pregunta cómo formar parte de ese deseo.

 

Por tanto no es falocentrismo.  Esta función fálica determina la ubicación del sujeto (que es en sí, asexuado) en los mundos que denominamos masculino y femenino, más allá de la diferencia anatómica.

Hablamos de la función del falo en la lógica de la diferencia sexual

a)  Hombre y mujer encuentran en el falo una misma referencia significante para su sexuación.

b)    La función sexual de la mujer no se limita al significante fálico. Es ella No-toda fálica.

c)    La relación con la sexuación es independiente de la diferencia anatómica. El papel es independiente del género sexual.

La diferencia sexual responde a la lógica fálica impartida desde el deseo materno. El falo pregunta por el deseo de la madre. Es la pregunta problemática sobre la diferencia de sexos. El padre (con falo) posee la clave del enigma.

Tener el órgano es temer perderlo, no tenerlo es buscar obtenerlo, Tenerlo o no tenerlo, de todas maneras, no es serlo.

Falo es el significante de la carencia de ser, de la castración y de la imposibilidad, de la impotencia.

 

a) Significante de la falta en ser.

El hijo viene al mundo como objeto “a” en tanto  parte perdida desprendida del cuerpo materno. Planteamos al hijo como producto de la madre, su primer gran A (Otro). Existe una fusión madre hijo. Ambos, niño y niña se confrontarán como objeto “a”, resto de la operación y es de aquí que surgirá el  -j como significante de una falta. Si no hay falta en la madre sería imposible que diera un sujeto deseante. 

Así, lo que le falta a la madre, lo que le falta a una mujer, simboliza lo que se puede perder, lo que puede faltarle al ser, es decir, lo que puede no acudir a su satisfacción. El falo adopta entonces la función del significante de la pérdida, de esa pérdida que el sujeto padece a causa de la fragmentación el significante, al tener que hacerse representar por un significante para otro. No somos una mitad más otra mitad que hacemos uno, somos una mitad, más otra mitad donde queda un resto. Por eso que el amor es dar lo que no se tiene a un ser que no lo es.

cuántos hombres estarían enamorados si no hubieran oído jamás hablar de amor[17]

b) Significante del goce (No exactamente del goce, pues el goce se resiste a ser representado)

En realidad no puede ser el significante del goce, pues el goce se resiste a ser representado.

Lo real del significante engendra en el imaginario del animal humano la referencia al falo, al falo como significante de la vida, pero también como significante del goce. El falo como signo del vínculo incestuoso.

Esta función del falo como simbólico en la estructura da cuenta del descubrimiento de Freud del complejo de castración que explica las particularidades clínicas de las respuestas del sujeto.

c) El falo es el significante del deseo.

El deseo se estructura siempre con relación a una falta, no a una completud, se desea lo que no se tiene. El significante del deseo materno, buscar ser reconocido por la madre al tener lo que a ella le falta (por ello no hay reconocimiento inconsciente de la vagina) La anatomía de la mujer no se presta a que la amenaza de la castración se inscriba en ella como en el hombre.

A partir de ahora el falo será la representación que deja una insatisfacción, que dejará esa huella cada vez que pretenda alcanzar algo que no es nada más que el deseo de un anterior.

d) El falo es la representación de ese deseo de todo.

El falo no es lo deseable por excelencia: el falo encarna al deseante, no a lo deseable.

Representa al pene universal que poseen los objetos de mayor valoración para él, como la madre. Ella como símbolo de omnipotencia, de completud. De la completud a comprender que la madre es una más entre las mujeres y hace que el niño se dirija al intercambio y la niña dirija su atención hacia otro punto.

Es la resignación de que nada ni nadie es todo, esto es lo que deben admitir, es de este falo del que deben ser castrados.

El Falo como objeto a.- El falo accede al estatuto de objeto a en tanto que falta. ¿Cómo se constituye un objeto falóforo?. Se convierte al estar en relación con un objeto que despierta su deseo.

Buscamos esa falta en el otro, cada uno a su manera. Pero el falo siempre desfallece (detumescencia) nunca se alcanza el goce.

Nos han dicho que hay hetero (otro) sexualidad (sexo), pero algunos no se lo creen.

Objeto castrador, sabemos por Freud que no hay deseante sino por la castració 

Es la representación que da cuenta de que es posible representar. En la psicosis, la representación-palabra es la representación-cosa, las palabras son objetos; falta el instrumento para representar, en las neurosis es la castración.

Identificación

Los humanos necesitamos que nos orienten hacia dónde dirigirnos. No venimos con manual de instrucciones.

Los padres identifican al ser nacido y lo inscriben en el registro civil basándose en la ausencia o presencia de algo, los hijos luego deciden, a veces lo contrario. La llegada de nuevos significantes que provienen del Otro, nos harán pasar de macho-hembra a hombres-mujeres. Me identifico a rasgos queribles por el Otro (amar es querer ser amado)  Ser hombre y mujer no es hablar de   complementación, eso es el mito de Aristófanes, y una excusa fácil contra la heterosexualidad.

Para que este niño se haga hombre necesitará identificarse a los de su mismo sexo. Para ello no basta con verse hombre, sino que anote que hay mujeres y que quiere relacionarse con ellas, tomar alguna y entregar otra cuando sea padre.

 “Uno jamás sospecharía que la humanidad está dividida en dos sexos ni que esta diferencia es la más importante que existe  tomando la frase de Freud. 

¿Cómo se accede a lo que llamamos ser hombres y mujeres? El psicoanálisis es el primero en plantear este interrogante. Veamos: Siguiendo una lógica clásica todo debería dividirse en dos clases en relación con algún atributo universal y que no existiera contradicción entre estas clases.

Hombre sería todo aquel humano que tuviera una cierta propiedad, y en el otro lugar las mujeres que tendrían la propiedad complementaria de la anterior. Uno tendría lo que al otro le falta.

Imaginemos que  ɸ es esta propiedad. Entonces diríamos que el hombre respondería al tipo    Vx ɸ x  (todos los sujetos x tienen el atributo ɸ) y ellas, el lado femenino respondería a la fórmula ( ver esquema )


La sexuación es una experiencia, un proceso simbólico que excede a la simple naturaleza y curiosamente se basa en el prejuicio. En el sujeto niño tanto existe la tendencia hacia lo masculino como a lo femenino. Freud diría bisexual, más que ser asexuado. De aquí se definirá hacia la homo o la heterosexualidad, para ello una de las tendencias deberá ser reprimida.

Identificaciones sexuales

Lo imaginario hace huella sobre lo real:

El Estadio del espejo es la experiencia fundamental de producción de las primeras imágenes que unifican el cuerpo (anamorfismos). Primera representación de sí. Surge un Yo que unifica las pulsiones parciales, anárquicas, autoeróticas. Hay separación entre yo y el sujeto; el yo y el otro, el yo y el mundo exterior.

Lo simbólico incide sobre lo imaginario

Esta imagen necesita del Otro para garantizarse. La madre y el niño se intercambian; el yo ideal estará cargado por el Deseo-de-la-madre, sostén del orden simbólico. El niño se constituye desde una imagen que viene desde el Ideal del Yo materno. Si esta identificación falta, se produce malestar físico, sentimiento de desunión, dislocación.

Este cuerpo “narciso” organizado como  ese –φ, objeto fálico imaginario: es imago completa, cerrada, “asexuada” capturada por el amor a sí misma. Si algo no rompe el hechizo quedará sumergida en el autoerotismo.

El sujeto se identifica con aquello que le falta para ser y que está en el campo del Otro, algo que falta al Otro. Este es el núcleo de la identificación. Se identifica al  -φ , al rasgo unario, se identifica con la falta con un significante S(/A) causa de su deseo.

Para la niña, la apuesta es carecer de falo imaginario y dárselo a su madre, como si ella fuera aun varón. Cuando sea mujer, se posicionará frente al hombre como “si ella fuera ese falo, en un contexto en que no lo tiene”. Joan Riviere lo llamó “Mascarada fálica”, hacerse desear bajo la máscara de los rasgos típicos de la feminidad, como si fuera el significante del deseo del hombre, se hace amar por lo que no tiene.

El hombre aprende a compartir una falta y encuentra en la mujer una satisfacción a su demanda de amor. Su deseo de falo elige un cuerpo femenino.

 

Identificaciones

Uno no se identifica nunca sino con un significante, no con una persona, un objeto o cualquier otra cosa. Identificarse es hacerlo con la falta del Otro.

1.- Por incorporación con el Otro a quien se demanda algo en la llamada de amor. Identificarse con el otro de la “necesidad”

2.- Con un rasgo unario tomado al Otro del deseo entendido como objeto. La identificación viene a sustituir la pérdida de la Versangung (frustración)

3.- Identificación imaginaria, expresa un deseo sexual reprimido. La histérica se identifica con el deseo del otro, en cuanto el otro porta una marca de un deseo insatisfecho. Identificarse al significante de la falta del otro, no para colmar a este otro, sino por el contrario, para recordar la marca de su insatisfacción (sueño de la bella carnicera)

Podemos hablar de dos tipos de identificación particulares:

-          Identificación narcisista. (Leonardo) Identificación homosexual masculina, determina la posición amorosa del yo y conserva la relación incestuosa primitiva.

-        Identificación melancólica corresponde a los modos más arcaicos de ambivalencia: “La sombra del objeto cae sobre el yo”.

La castración. El papel que representa el padre y la madre.

Las madres se sirven del hombre para tener un hijo en función de su deseo; pero para que el niño pueda acceder a su existencia debe de poder cancelar el deseo materno.

Padre, madre e hijo siempre están referidos a un tercer elemento, el falo.

 

Si vous êtes pris dans le revé de l’autre, vous êtes foutu

 Gilles Deleuze

El mito edípico tiene su eje en el complejo de castración. En este complejo coexiste en lo inconsciente una premisa universal del falo (la función fálica es para todos) en conjunción con la representación de la mujer como privada de falo[18]

¿Cuál es el mecanismo? ¿Cuál el proceso simbólico de la castración? ¿Cómo se inscribe el sujeto en el orden social? 

La castración es siempre un “renunciamiento del renunciamiento”, es decir, una reflexión sobre sí mismo de un renunciamiento, nunca un simple  renunciamiento de algo.

Lacan la define[19]: “La castración está estructurada de esta forma: le quitamos a alguien su deseo y a cambio entregamos a ese alguien a otro, en este caso, al orden social

y más allá:

privamos al sujeto de su deseo y a cambio enviamos a ese sujeto al mercado en donde se convierte en objeto de una subasta general[20] 

Los efectos en un ser humano del hecho de que se convierta en un sujeto de la ley son en síntesis, que es privado de lo que más le importa, y a cambio él mismo es entregado a la tela que es tejida entre generaciones”. 

Tres frases que remiten a la imposibilidad del goce. El goce es la medida más probable de desorden psíquico. La castración introduce una medida de orden (el orden fálico)

¿Qué obtiene el sujeto a cambio? Podría obtener reconocimiento simbólico, bienes materiales o algo por el estilo; sin embargo este acto provoca una pérdida adicional: el propio sujeto es convertido en objeto de intercambio. Por ello es castración simbólica. El sujeto dona todo al Otro y él es donado como objeto.

Un ejemplo de ello es el status de las mujeres dentro del orden simbólico (Lévi-Strauss) y emergencia de la subjetividad.

El advenimiento de la castración genera el corte por el cual el sujeto pierde un objeto que paradójicamente nunca formó parte de él. Con la función del Nombre-del-Padre al sustituir metafóricamente al deseo de la madre, el falo pasa de imaginario a simbólico (–φ a Φ); de objeto presente a articular la falta de objeto; del objeto que falta en el Otro (el objeto “a”), resto real de la operación significante. Si el  falo imaginario suplía la falta, el objeto “a” habla del decaimiento de la plenitud del Otro significante S (A)

El objeto “a” es producto perdido, genera un lugar, el de la falta. Hay falta en el sujeto y ella es causada por la falta en el Otro.

El falo y el objeto “a” organizan la sexuación del sujeto, la inserción del sexo en el cuerpo que al atravesarlo, lo descompleta. El cuerpo sexuado es el cuerpo seccionado, separado de una parte de sí “a”, porque es empujado a la búsqueda inacabable de esta pérdida  (vida de deseo y amor) para ser uno con el otro, desconociendo que su pareja es el objeto “a”.

El niño está preso de cierta forma de relación con la madre, respeto de la cual el padre, como padre real, es extraño. Hay una especie de fusión y un compromiso entre deseos difícil de separar. El niño se constituye como único objeto que puede colmar el deseo de la madre, se identifica con el deseo de la madre, con su falo, identificación puramente imaginaria.

El padre  aparece como quien tiene derecho respecto al deseo de la madre. La imagen del padre lo confronta con la castración. Este padre real, pasa a ser imaginario y molesto, prohíbe y frustra. Es el interdictor.

Hay un desplazamiento significativo del falo: ser o no ser el falo de la madre. Ni el padre es el falo, sólo lo tiene.

Aparece la ley del padre y la madre como dependiente el deseo del padre: El deseo de cada cual está siempre sometido a la ley del deseo del otro.

Si la madre reconoce también esa ley del padre, la que mediatiza su deseo, entonces el niño verá que el deseo de la madre ya no es el objeto niño, sino un objeto que supuestamente tiene el padre. El padre simbólico es aquel poseedor del falo.

La metáfora paterna (cuando se cumple, en casos de neurosis) su efectividad aliena el deseo del sujeto en la dimensión del lenguaje, instituyendo la división subjetiva, que lo separa de una parte de sí mismo. Si la metáfora funciona se pasa del registro del ser al de tener (represión primaria) Esta metaforización es el acto mismo de la simbolización primordial de la Ley del deseo al sustituir el deseo de la madre por el nombre del padre.

El significante Nombre del Padre inaugura la alienación del deseo en el lenguaje.

 



 

La función paterna es base y pivote de la estructuración psíquica del sujeto, la identidad sexual del sujeto tiene necesariamente que pasar por esta función para lograr que exista una inscripción del sujeto. El padre simbólico sujeta a la sexuación que no tiene nada que ver con la bipartición biológica de los sexos. Ningún padre es la ley, no es el poseedor, sino el garante y, a fortiori, fundador de la función simbólica a la que representa. Es un padre pura   metáfora.[21]

La función del padre es actuar para poner límite al narcisismo en el que quedaría fijado como ideal fálico de la madre. El hijo sale de la indeterminación de ser objeto pasivo de la madre y podrá sexualizarse gracias a la  identificación al padre del mismo sexo.


La diferencia entre Freud y Lacan respecto de la castración

Al observar las diferencias anatómicas (ausencia de pene en la mujer) sucede que vendrá un “temor a perderlo en él” porque lo tiene, amenaza de castración y envidia en ella por no tenerlo, castración de hecho.

La virilidad en Freud consistiría en darlo sin temor y la feminidad en recibirlo sin envidia.

Lacan marca una pequeña diferencia y dice que la solución a la castración pasa por el hecho tanto en ella como en él, no pasa por el dilema de tener o no tener el falo, sino “reconocer que no lo es[22]

Tanto la mascarada femenina como la impostura viril (comedia de los sexos) serán asumibles si se renuncia al falo imaginario del deseo de la madre como mujer, renunciar a tapar su privación. Privación como agujero en lo real de un objeto simbólico (Φ). Esta solución sirve para los dos sexos, es asexuada.

Este operador (Φ) deja de ser el significante del deseo para pasar a ser un función lógica que llamamos castración o función fálica.

Ahora son dos posturas, dos maneras de gozar diferentes: la masculina (fálica) y la femenina (No-toda fálica en su goce) De esta manera no emplea la misma medida para medir a la mujer y al hombre (lo fálico) Hay un parte de la mujer que no debe de ser ignorado. Algunos continúan pensando que lo que ella necesita es “dosis penis repetatur” Fantasma masculino, o localizar el punto “G” como su falo oculto.

Ya no es una falta simbólica en lo real del cuerpo femenino; introduce un imposible en la relación sexual. Esto es algo así como un “exilio” para los sexos en cuanto al encuentro sexual, relación inadecuada: “perverso” el de él, “loco, enigmático” el de ella[23]

Habría una manera para el hombre y otra para la mujer de fracasar en el goce sexual. Donde hay  armonía no hay goce, sino placer.

Se lo denomine la lógica del no-todo

Esta es la lógica que describa el lado femenino de la sexuación humana. El  lado masculino se rige por la lógica de la excepción, se caracteriza por la inconsistencia, el lado femenino, es la lógica del no-todo, se caracteriza por la incompletud.

 Hombres y mujeres no acceden al goce de la misma manera, por ello la relación sexual, la proporción no existe. Sólo les queda copular, donde hay cierta reciprocidad. LA mujer no existe. Existen las mujeres, pero al ser “no todas fálicas” tienen acceso a un goce que se sitúa más allá del falo, sin perder su relación  con él. El  Otro goce, el goce femenino, místico, psicótico, goce sin palabras del que no pueden informar: Lo inefable.

Algunos se pusieron del lado de la mujer, los místicos y lo que nos dicen no se puede explicar por el goce fálico, sólo lo experimentan pero no saben nada de él. Es el goce de Dios.

Es necesario aclarar que frustración se refiere a la falta imaginaria de un objeto real. El niño o la niña podía sentirse frustrados si piensan que les falta el pene (temor a la castración)

Mientras que la privación es la falta de un objeto que hemos simbolizado. Falta algo, diferencia anatómica; la mujer privada de algo que tiene el varón: Pero en lo real nada le falta. Sólo si simboliza que algo le falta, puede verse privada de ello. Es así una operación en lo  real  cuyo objeto es simbólico.

La castración como falta simbólica de un objeto imaginario, dice que la diferencia está asumida por el lenguaje y el significante. Con la castración se  puede tener o no tener y perder el falo. Nunca serlo. Todos como hablantes estamos a la castración. 

¿Hace falta necesariamente un hombre para que haya un padre?

No es necesario que haya un hombre para que haya un padre. El hombre real es contingente, el padre simbólico necesario. Este padre se aguanta por la atribución imaginaria del objeto fálico. La función paterna será estructuralmente identificada con la función fálica.

Padre real, en cuanto tirano, simbólicamente asesinado es investido como padre garante de la preservación de la Ley. Es el padre simbólico. El Padre real, nunca es el padre hombre real. Es necesario que sea reconocido como simbólico. Que tenga el atributo fálico, fuente de odio y envidia, como el único que tiene derecho.

Basta que un tercero haga de mediador del deseo entre madre y el hijo haga de argumento a esta función, para que su incidencia se signifique. Cualquier tercero que haga de argumento a esta función mediatizando los deseos respectivos de la madre y el hijo, instituirá por su incidencia el alcance legalizador de la prohibición del incesto.

El hombre, en cuanto Padre, tiene que dar la prueba, en un momento dado, de que posee cabalmente aquello de lo que todo hombre está desprovisto.

¿Puede haber Edipo cuando no hay padre? [...]  Hemos advertido que era tan sencillo, que muy bien podía constituirse un Edipo a pesar de no estar el padre [...] Los complejos de Edipo totalmente normales, normales en los dos sentidos, por un lado normalizantes y también normales por desnormalizar, quiero decir, por sus efectos neurotizantes por ejemplo, se establecían de una manera exactamente homogénea a los otros casos, incluso en el caso en que le padre no está[24] 

El padre no es un objeto real; entonces, ¿qué es? [...] El padre es una metáfora. Y, ¿qué es una metáfora?... Es un significante que viene a ponerse en el lugar de otro significante [...] El padre es un significante sustituido a otro significante. Y aquí está el resorte y el único resorte esencial del padre en tanto interviene en el complejo de Edipo.[25]

 

El Padre real ha sido investido como Padre simbólico por mediación del Padre imaginario.

El deseo de ser se permuta por el deseo de tener, y la metáfora marca el deseo del sujeto que se dirigirá hacia los objetos que lo causan. El deseo no tiene más remedio que hacerse palabra en la demanda y por eso se pierde en el discurso.

Cuando la metáfora materna no ha sido exitosa (rara vez lo es) lo vemos con la llegada del síntoma. Esto forma parte de la constitución del sujeto que para Freud se situaba en el Edipo y para Lacan en el enigma del Otro, en la alineación significante gracias a la castración. 

La histérica quiere hacerse desear,  para ello busca un amo para dominarlo con su deseo. Es la seductora, tiene el falo y ello explica la mascarada sobre el trasfondo del no tener: ella promete lo que no tiene.

El obsesivo ha encontrado al amo, pero en lugar de seducirle, espera su muerte para tomar su lugar. Mientras espera se muestra bueno y colaborador. Se hace el muerto. No sale del registro de la demanda para no perder el falo. Mantiene la satisfacción del Otro, reduciendo el deseo a la demanda. Hace funcionar al Otro no barrado, cree al Otro como completo, no castrado, así evita su propia castración. 


Nuevos retos familiares

Puede nacer otro orden social familiar que no se base en la diferencia sexual:

El deseo materno es fálico, tiene sexo.

Niño o niña buscan un significante para significar el deseo materno.

La particularidad del falo hace que podamos decir que los lugares pueden ser ocupados por diferentes protagonistas.

-          Los lugares entre un padre y una madre no son intercambiables.

-          Sí puede ocurrir que uno se identifique con el otro y viceversa.

Si hay cambio de posiciones identificatorias podrán dificultar la localización del falo.

Sabemos de mujeres que optan por la maternidad en solitario, sin hombre, aunque este será localizado en el lenguaje. No por la ausencia física del padre desaparecerá el Edipo. Se trata de amor como brújula orientadora del deseo.

¿Qué depara a la familia las parejas de mujeres homosexuales y su relación con los hijos? Hay un real con relación a la diferencia de sexos que parece ser irreducible y que hará que una de las paternaires femeninas  no podrá asumir nunca la función paterna ante el hijo, aunque se esfuerce. El papel materno y el paterno son invariables porque la base que lo sustenta es la diferencia de sexos. Lo determinante es la ley del falo. Uno de los dos paternaires marcará la diferencia respecto al otro en términos de palabra, de acciones, de deseos y así  el significante Nombre-del-Padre se referido explícitamente y sin tapujos a la existencia de un tercero señalado en su diferencia sexual con respecto al protagonista que se presenta como madre. Por ello aún en la ausencia de Padre real, el significante Nombre-del-Padre alcanza todo su simbolismo.

El falo simboliza la diferencia de sexos. Esto impone a todo sujeto negociar su propia identidad sexual frente a este significante fálico. El  significante fálico S(/A) es el significante de la falta en el Otro. Este significante especifica ante todo la prevalencia de la castración, lugar donde el deseo del niño se cruzará con la ley del deseo del otro, la del padre. Si ello funciona, la madre será un límite en cuanto objeto de goce.

Claro está que la familia y sus miembros no tienen la misma relación respecto del falo, por tanto los hijos deberán orientarse sobre la base de sus estructuras. Veamos 

 

Estructura Perversa 

En el ser humano la sexualidad al servicio de la reproducción está desvirtuada e influenciada por normas morales, religiosas y sociales.

Calificamos, en efecto, de perversa toda actividad sexual que, habiendo renunciado a la procreación, busca el placer como fin independiente de la misma... Todo aquello que se produce antes de este momento, se sustrae a  dicho fin o sirve únicamente para procurar placer, recibe la denominación peyorativa de perverso.[26]

Decíamos que el complejo de castración viene a afirmar que:  Para tener el falo, para valerse de él, es preciso no serlo”. No ser el falo de la madre.

¿Qué se negocia en las diferentes estructuras, en cuanto a la castración materna? Las salidas del sujeto son:

-          El psicótico no llega.

-          El neurótico se decepciona. La aceptará con nostalgia infinita de pérdida y creará el fantasma.

-          El perverso, realiza el encuentro, pero lo va a negar. Niega la castración y la muestra continuamente, niega el deseo del Otro. Si la acepta es con reservas de trasgredirla continuamente.  

 

Las perversiones y la importancia del falo.

  •  -        El travestismo: Es el sujeto quien se transforma en la madre fálica, una mujer con falo, pero un falo oculto bajo el velo, bajo el ropaje, oculto.  Rilke afirmaba que la belleza era el último velo que cubre lo monstruoso.
  • -        La homosexualidad masculina: Va a buscar el falo en el otro semejante. Busca su falo, pero en otro.
  • -       El fetichismo: es la parada en el punto, en el velo, detrás del cual existe la posibilidad de que el falo imaginario esté, pero también que no esté. La mirada se detiene justo en el punto, en el momento de la aparición de la castración. El sujeto se identifica con el objeto del deseo de la madre, el fetiche es alcanzar el falo faltante.

 

El perverso y la madre

Observaremos que siempre es necesaria la complicidad libidinal de la madre y la complacencia silenciosa del padre. Por parte materna  debe confrontar al hijo con el hecho de ser o no ser el falo del Otro.

Ella debería invitar al hijo a un más allá, hacia la instancia paterna de la que ella se señala dependiente. La intrusión del padre como competidor fálico indica el paso de la dialéctica del ser a la del tener. Sabemos que este acto puede fijarse, pararse “punto de anclaje de las perversiones”. Si las cosas no funcionan acarrearan una fijación particular relacionada con el ser o tener respecto a la castración de la madre.

Si el padre no es reconocido como rival advendrá un vacío marginal y este padre simbólico no será reconocido y será impugnado: Ello significa el desafío y la trasgresión. El padre debe ofrecerse al niño como aquel que supuestamente posee el objeto que la madre desea.

Pero ocurre que la madre psicotizante está “fuera de la ley”, mientras que la madre del perverso “no le hace la ley al padre”.

El perverso se mueve entre la virgen y la puta. La doble cara de la madre como ideal de virgen de todo deseo, objeto imposible, ideal femenino y su contrapartida la madre repugnante, deseosa y deseante, la puta. La mujer deseada y deseosa es peligrosa ya que le lleva al peligro de la castración “La vagina dentada” o la impotencia.

 

La homosexualidad.  
La historia de la homosexualidad.

Nunca como hasta ahora se ha sentido tanto la represión de la homosexualidad. Hoy día parece ser un malestar de nuestra civilización, desde el discurso religioso como pecado y una enfermedad para la ciencia. Homosexualidad no es lo opuesto a heterosexualidad. En el Otro, otro sexo es impensable; decimos que existe el falo como significante único del sexo.

La historia de la homosexualidad, lo es de la masculina. Los textos jurídicos, religiosos, filosóficos, literarios... son discretos en el tema de la homosexualidad femenina.

¿A qué se debe este silencio? Dos posibles respuestas vienen a la pregunta:

-          A que los historiadores eran hombres, o

-          A que la homosexualidad femenina era tabú.

Parece ser que la verdad pasa por el hecho de que hay un riesgo más en la homosexualidad  femenina.

Datos históricos (Licurgo[27]), afirman que en Esparta, las mujeres importantes se enamoraban de jovencitas. La homosexualidad en tiempos remotos era considerada como figura ideal del erotismo por Platón, Aristófanes, Plutarco. Sabemos que de los quince primeros emperadores de Roma, sólo Claudio fue heterosexual.

Hasta el siglo III dC, no fue sujeta a reglamentación en lo relativo a perseguir a violadores de menores y matrimonios entre hombres.

El derecho romano hasta el siglo VII no prohíbe las relaciones homosexuales. La diferencia sexual era concebida sobre la base del modelo de la dualidad amo esclavo. Lo prohibido era mantener una postura pasiva, secundaria siendo un hombre libre. La homosexualidad pasiva era rechazada, incluso la actividad de la mujer como el cunnilingus o la fellatio eran despreciables.

Parece ser que no fue la Iglesia[28] cristiana quien condenara a la homosexualidad.

La historia de Sodoma (Capítulo XIX del Génesis), fue relacionada con la perversión y la homosexualidad, en especial con la sodomía, aunque a posteriori lo que realmente se criticaba de sus habitantes era su falta de hospitalidad. 

En las Escrituras sólo encontramos una alusión en el Levítico.

No  yacerás con ningún hombre  como se yace con una  mujer; es una abominación”  (XVIII, 22)

“El hombre que yazca con otro hombre como se yace con una mujer, los dos han cometido abominación. Serán castigados de muerte; que su sangre caiga sobre ellos” (Lev. XX, 13)

En el Nuevo Testamento encontramos referencias en Romanos, 1,27; 1 Corintios 6,9; 1 Timoteo 1,10. El Nuevo Testamento habla de homosexualidad usando el término griego arsenokoitai (relaciones carnales entre varones)

La nueva moralidad no es obra del cristianismo. El concilio de Letrán es el primero en tratar el tema en 1179.

San Agustín en sus Confesiones describe la relación amorosa con un amigo. Se hace referencia a su frase:  Dilige et quod vis fac (Ama y haz lo que quieras), de su comentario a la Epístola de San Juan:

Como las flores que también tiene espinas, así algunas acciones parecen duras, ásperas, inhumanas, asimismo se hacen  por disciplina a las exigencias de la caridad. De una vez por todas, te doy este buen precepto: Ama y haz lo que quieras; si mantienes tu paz, mantenla con amor; si lloras, llora con amor; si corriges, hazlo con amor; si perdonas, perdona con amor. Deja que te penetre la raíz del amor, que de esta raíz no puede brotas sino lo que es bueno

En el 650, los visigodos prevén la castración para homosexuales.

En la Edad Media las estructuras propias de las comunidades monásticas y la particularidad de sus miembros, el Abad con sus novicios, promovieron el amor homosexual.

San Anselmo o San Bernardo de Claraval elogian estas relaciones. Ricardo Corazón de León con el rey de Francia.

Hasta el siglo XIII no se va en contra, pero no por la Iglesia en particular. Se declara la muerte a los homosexuales.

Parece ser que todo puede ser explicado por el racismo propio de las Cruzadas. La prostitución no fue descubierta en las Cruzadas, ya se practicaban en ciudades andaluzas. Las guerras viriles de las cruzadas hicieron que algunos soldados fueran sometidos a vejaciones, como le ocurrió a Lawrence de Arabia.

Puede que fuera el rechazo al árabe, al musulmán..., una manera de expulsar el goce del Otro, lo que se asoció con sus costumbres y fue rechazado.

Justiniano, propone el concepto moral de Naturaleza, condena la homosexualidad.

 

Homosexualidad

Todos comenzamos con un solo género (monosexualidad), sólo hay un significante en lo simbólico para ambos sexos: el falo.

La homosexualidad no puede ser considerada estructura, ni entidad clínica, incluso ni síntoma. Ser el falo, el signo, la figura del deseo, implica alguna mascarada, cierto engaño que hace vacilar la identidad del sujeto.

Lacan[29] califica de heterosexual a cualquiera que ama a la mujer con independencia de su sexo. Entonces ¿Cómo se genera la identidad femenina? Ha de desaparecer la parte masculina. No hay significante propio para la feminidad, la mujer debe de volverse hacia el falo. 

En una nota añadida en 1910 a “Tres ensayos[30] dice Freud no poder discernir “si lo que ha sido invertido es el carácter sexual del objeto o del sujeto  no está claro si la mujer ha dejado de atraer, o si por el contrario atrae tanto que el sujeto se identifica a ella y busca “hombres jóvenes y semejantes a su propia persona a los que quiere amar como la madre le amó a él

Homosexualidad y relación con el padre.

Las posturas diferenciadas del hombre y la mujer lo son en su finalidad:

-         El homosexual para no confrontarse con la castración en lo real y la destitución de su identidad sexual, cede las mujeres al padre y evita el conflicto con él.

-       Ella, la mujer homosexual, con el fin de desafiar al padre, se aleja de los hombres, cediéndoselos a la madre y así despejar el camino hacia el progenitor. Se trata del caso de la joven homosexual planteado por Freud; es una demostración dirigida al padre, de lo que debe ser el amor. Para Lacan[31] es la postura típica de la histeria. Éste lo considera en la joven homosexual y en Dora como “Acting out” dirigidos al Otro. Ambos casos ilustran el deseo de la histérica  el deseo del hombre es el deseo del Otro”. Los dos casos son desafiantes para con el padre; quiere que este sostenga su deseo de hombre respecto de la mujer.

 

Relación con la madre

Freud hace de la identificación con la madre la clave de la identificación homosexualidad masculina: El yo queda conformado en el carácter sexual al modelo de aquel otro que hasta ahora constituía su objeto, quedando perdido o abandonado el objeto. Algunos homosexuales se dedican a amar a la mujer sublimando a la madre cuya castración reniegan y deseando al chico que ellos mismos fueron fetichizando así el pene de sus parternaires, el falo que ellos fueron para su madre.


Homosexualidad masculina, homosexualidad femenina. Retorno de lo reprimido.

La homosexualidad masculina forma un circuito cerrado,

La cuestión siempre ha sido la del papel de los personajes. No hay reciprocidad entre erastés y eromenos. El acto entre hombres tropieza con un tabú al llegar al cuerpo a cuerpo: uno de los dos ha de hacer tratarse como mujer. Hay una cierta degradación de la virilidad y de su símbolo. Hay culpabilidad.

La homosexualidad es una defensa narcisista ante la castración, por ello se elige la mujer con pene, sin él carece de importancia como objeto sexual. Lo que el homosexual busca en su parternaire no es precisamente una mujer.

 

Homosexualidad femenina. 

Freud atribuye lo esencial de las perversiones verdaderas a los hombres, definiéndolas como activas. Freud 1920 “Sobre la psicogénesis... “ es su principal texto sobre el tema. Dijimos que de aquí toma Lacan su idea de falo con relación a la falta.

Se trata de una joven de 18 años que a los 13 se orientaba hacia la maternidad. En esta fecha la historia libidinal del caso equivale a la historia edípica. La posición edípica normal de la niña es el deseo inconsciente de tener un hijo del padre. Ante la decepción toma el camino de la homosexualidad. La madre, es la rival, la competidora a la que inconscientemente odia, es la que tiene el hijo. Por ello abandona “el amor al hombre y el papel femenino”; se convierte en hombre y toma a la madre como objeto de amor en lugar del padre. Se pavonea ante al padre paseando con una señora “Dama de dudosa reputación.” Ante la mirada del padre, ella opta por lanzarse por un puente a la vía Niederkommt (alumbramiento)

La mujer homosexual es père-versión (una vuelta al padre) Testimonian una intensa relación de amor con el padre (fijación)

Después de 1920 “Algunas consecuencias... (1925) diferencia niño y niña respecto al Edipo y la castración: “Mientras que el complejo de Edipo del varón sucumbe por efecto del complejo de castración, el de la niña se hace posible y es introducido por el complejo de castración

La homosexualidad femenina queda referida al complejo de masculinidad. Es un efecto a la Penisneid, una exageración de la masculinidad amenazada.

En 1958 “En ideas directrices para un congreso...” volviendo a Freud, Lacan dice que lo que la homosexual no acepta es un padre castrado, es decir, deseante, aunque no por eso ella renuncia a su sexo. La mujer se sitúa fuera y dentro de la ley fálica. No puede renegar la castración porque está marcada en su ser mismo con su sello. Se dirige hacia la feminidad, hacia el amor cortés. En la mujer hay un goce otro más allá de la sexualidad fálica. Ser mujer es hacer semblante de ser mujer ya que el lenguaje la sitúa por fuera de lo que se puede decir, así ella no existe si no está sujeta a la función del falo y ella no está toda sujeta a la sexualidad fálica.[32]

Sólo puede rechazar la función fálica, lo que la lleva a demandar el falo que le falta. Esto la predispone a la neurosis, posición histérica en un hacer “como si ella lo tuviera” por identificación imaginaria a un hombre.[33] 

Hay una homosexualidad histérica y una perversa (para ésta el rival es el macho, ella tiene algo mejor que el pene.)

La histérica desafía al hombre para que de pruebas de su virilidad. Quiere mostrar al padre y a los demás varones lo que es verdaderamente un hombre. Remarca la carencia del falo en su progenitor. Marca la diferencia entre pene y falo. Puede hacerle gozar con el pene pero no defenderla de un peligro con el falo.

La mujer homosexual no renuncia a “Tener el falo” que no “tiene”. Al revés que la histérica no espera recibir el “don” del falo pues se aleja de la heterosexualidad, pero sabe dónde se encuentra ese falo que no tiene: en aquel que no lo es sin tenerlo: El padre. Pero este padre nunca dio pruebas de tenerlo, no supo amar a la madre. Ella sin tener el falo podrá darlo a una mujer. Puede hacer  lo que cualquier hombre ya que ellos ofrecen a la mujer lo que no tienen. Ella puede hacer gozar a una mujer, siempre con la referencia a un tercer masculino. La joven homosexual demuestra al padre cómo  se puede amar sin tener el falo.

La homosexualidad femenina implica la presencia de un tercero masculino a quien se le presenta un enigma o desafío. Las homosexuales femeninas rinden culto al falo encarnándolo en su cuerpo. Para ellas reducir el falo al órgano es restarle trascendencia.

La mujer al no tratar al falo como órgano, no se siente culpable.

Es la ausencia de órgano la que funciona como condición de amor, más que satisfacción perversa. Elimina el elemento fálico.

En tres casos observamos la figura de “La doble madre”  Gide, Leonardo y Hans. En todos ellos veremos que su papel es suplir al déficit  de la función paterna. 

Leonardo. El ideal materno. La elección amorosa del objeto.

Hay mil maneras, mil ángulos bajo los cuales esos fantasmas de pasividad del niño pueden intervenir en el curso de un análisis para apresarlo en una posición fantasmática con el padre, en la que se identifica con la madre”.[34]

Leonardo  sufrió la acusación de homosexual (según algunos historiadores) La iglesia no rechazó su actitud hacia los hombres, sino los estudios de anatomía en los que exaltaba el desnudo femenino. Los modelos de Leonardo son  andróginos.

Hay dos madres en Leonardo. Una que fue abandonada por su marido, el padre de Leonardo; ella con su seducción encontró en su hijo un objeto sexual o su equivalente y una segunda madre esposa del padre, madre edípica pero estéril. Es adscrito tardíamente a la casa da Vinci. Su inhibición sexual era una manera de tapar la castración del A, revelando la esterilidad de su madre sustituta o de su padre, con dificultades para tener hijos.

Su vida es comentada por Freud a quien le interesó su disposición sentimental.

Freud interpreta su homosexualidad platónica, como efecto de una identificación narcisista con su madre. Madre, dama ideal que soluciona su vida erótica convirtiéndola en la pureza del amor cortés por ella.

Dice en su fantasma Leonardo:

Mi madre aplastó mi boca con infinidad de besos apasionados”[35]

 

Freud nos habla de un Leonardo “fijado en la madre” que le dirige en un doble camino:

-         A la hora de elegir el objeto, se abstiene... No entra en una pederastia agresiva, es casi ideal. No consigue liberarse de ese amor reprimido por su madre ya que con respecto a los hombres, sus criados o sus discípulos se comporta como una madre. Esta elección narcisista  (término acuñado por Sadger en 1909), hace que ame en los jóvenes al niño que él mismo había  sido para su madre (se reprime esta identificación como medio para desembarazarse de ella) Buscaba esos objetos idealizados.

-          Su objeto pulsional será visual y deseo de saber. Su falta de finalización de las obras mostraba una dificultad en el “dar a ver”.

 

Leonardo, pintó a mujeres amantes de sus patrocinadores. Estas “madonnas” reflejan la dama ideal. La mujer y el amor cortés, ideal, la cara hermosa.

Rivaliza con el padre con quien compite en vestidos, riquezas, caballos. Imita al padre abandonando sus obras o dejándolas incompletas. (Destruye “Leda y el Cisne”, obra que exalta el desnudo femenino)

Freud generaliza y dice:

En todos los homosexuales hombres hemos vuelto a encontrar, en la primera infancia, períodos olvidados después por el sujeto, un intensísimo apego erótico a una mujer, la madre generalmente, apego provocado o favorecido por la ternura excesiva de la madre misma y luego reforzado por un alejamiento del  padre de la vida del niño.[36]

Hay otras condiciones para la elección homosexual aparte de la referida a la madre, y en las que  siempre se encuentra una conexión con cierta carencia del padre.


Gide, Andre (Francia, 1869-1951)

Lacan diferencia perversión de homosexualidad. Comenta que la elección de objeto homosexual se centra en la problemática del segundo tiempo lógico del Edipo, como tropiezo de la inscripción del ideal paterno.

Manifiesta que Gide es el punto de convergencia de algunas posiciones particulares del amor, en la homosexualidad y en la perversión[37] André Gide et Eugénie Sojolnika (psicoanalista polaca)[38].  

Lacan nos presenta a Gide situado con relación al deseo materno. El padre había muerto prematuramente cuando Gide tiene 11 años, pero el Nombre del Padre estaba presente, y él queda a merced de esa madre tan “oscura”, y declara:

 Súbitamente envuelto por aquel amor que de allí en adelante se cerraba sobre él en la persona de su madre”... confrontado con ella, no podía sino “reproducir la abnegación de su goce y la envoltura de su amor

El poeta amaba las ropas que ocultaban la castración de su esposa y prima Madelaine Rondaux.:

Me pareció muy bella, con un vestido de orifrés que caía hasta sus pies sin pliegue, como una estola; se mantenía derecha, solamente inclinaba la cabeza con una sonrisa amanerada. Se le acercó a saltitos un nomo; levantaba el vestido meneando los flecos. Y yo tenía miedo de verlo; quería apartar los ojos, pero, a pesar de mí, miraba. Bajo el vestido no había nada; estaba oscuro, negro como un agujero; sollozaba de desesperación. Entonces, con las dos manos, ella tomó los bajos de su vestido y los echó hasta más arriba de su cara. Se dio la vuelta como un saco. Y yo no vi nada más; la noche era tan oscura que no sabía si era todavía la noche del sueño[39]

El primer encuentro de Gide es la pederastia. Madelaine no necesita del sexo, no soporta la homosexualidad. Cuando se entera de la orientación de Gide, quema las cartas amorosas que este le había enviado.

Lacan en “Juventud de Gide” se refiere a las dos madres:

 - La amorosa, la verdadera madre. Autoritaria, rigurosa, protestante. Una madre que desea más allá del padre en Dios. Gide presenta un amor lejos del sexo, más bien relacionado con el deber y la santidad.

- La madre deseante y seductora su tía adúltera, a la cual definiría como objeto erótico.  Su tía  intenta seducirlo: “[...] pasó alrededor de mi cuello su brazo desnudo, metió su mano en mi camisa[...][40]

Un cierto día vuelve a casa y ve a su tía con un joven desconocido, dos niños miran, el joven cae de rodillas. Gide huye y encuentra a su prima Madelaine llorando por su madre deseante:

 Este momento decidió mi vida; aun hoy no puedo recordarlo sin angustia [...] me ofrecía sin concebir otro objetivo [...] para proteger a esta criatura contra el miedo, contra el mal, contra la vida[41].

La perversión de Gide, se divide en un “amor embalsamado” por su prima y las cartas dirigidas a ella, objetos elevados a la categoría de fetiche que sostienen su deseo.

Le angustia la posibilidad del abrazo de la mujer. No soporta ser un objeto sexual para su tía. Separa el amor cortés hacia su asexuada prima Madelanine, objeto de deseo y el joven bribón con el que sólo es posible un goce masturbatorio.

Describe el asco que le causó la observación de un coito anal del compañero de Oscar Wilde. Su goce, el masturbatorio es: “El goce es triunfal, orgástico”.

Es un momento especial para Gide:

 “[...] desde que salí de mi primera infancia, mi amor por mi prima consiguió desprenderme de mí; pero, al comienzo de mi vida, mis miradas siempre estaban fijas en mí, como estaban las de mis padres, de quienes era hijo único[42]

 

“Hay gente que vive bajo el efecto [...] del  hecho de que uno de sus padres [...] no lo deseó.   Aun cuando sea acogido más tarde, esto no impide que algo conserve la marca del hecho de que el deseo no existía antes de dicha fecha [43]

Dice Gide[44]Dormía, me parecía al que no ha nacido aún.

Si pretendemos distinguir entre amor y deseo,  podemos observar que ese ideal del yo que viene del padre no lo ha encontrado. Para tenerlo debe procurárselo por sí mismo   identificándose con su tía, transformándose en el  eterno enamorado del niño que fue en sus brazos. “El sujeto deseante se halla trocado en mujer”.  

Esta es la raíz de su homosexualidad, el edipo invertido y un fantasma en la escena del tren: Gide “jadeante y palpitante” acaricia a unos chicos. “Mi mano deslizándose y subiendo a lo largo del brazo que contorneaba el hombre (...) Madelaine fingía no verme.

 

Mishima (Tokio 1925-1970)

En Mishima podemos observar lo siguiente: El neurótico accede a la virilidad enfrentándose a la pregunta ¿qué quiere una mujer? El perverso homosexual busca la esencia de la masculinidad, fuera de lo femenino, una virilidad pura, sin tener que recurrir a la diferencia de sexos. La virilidad no se plantea respecto de la mujer, sino respecto de la ley y la muerte, como ocurre con el suicidio de Mishima.

Sólo pudo situarse en un linaje materno sometido a una excluyente educación por su abuela, donde  los hombres eran sistemáticamente dejados de lado como insuficientes. Criado como una niña, orientado al sable por la abuela y a la pluma por la madre. El padre quería que fuera funcionario. Él opta por el culto desmesurado al cuerpo, práctica que le lleva a la deformación.

Mishima,[45] se suicida (harakiri o mejor el seppuku) después de años de preparación ayudado por su amante, el 25 de noviembre de 1970. Tenía un ejército que había asaltado un cuartel militar y secuestrado un general.

 en aquella época tenía varios libros de imágenes [...] mi imaginación había quedado seducida [...} por aquel libro y por una única imagen que para mí fue una revelación. [...] la imagen representaba a un caballero montado en un caballo blanco, con la espada en alto [...] su bello rostro se adivinaba a través de la visera, y él blandía su espada desnuda con un ademán terrorífico, bajo el cielo azul, como enfrentándose con la muerte [...] 

Así nos narra Mishima la imagen que contemplaba y que su niñera le reveló como que representaba a Juana de Arco. “Tenía la impresión de haber recibido un mazazo: La persona que había creído él, era ella- escribe Mishima. “Si ese magnífico caballero era una mujer y yo un hombre, ¿qué me quedaba?”  En efecto, cuando la identificación a los señuelos fálicos es tan sutil, mal asunto.

En “Confesiones de una máscara” sabemos la impresión sexual que le causó un cuadro del Renacimiento que representa el martirio de San Sebastián, contemplando este cuadro tuvo Mishima su primera eyaculación.

 

François Timoléon, abate de Choisy  (París, 1644-1724)

Escritor francés. Fue sacerdote y abate de Saint-Seine (1661-1675) Se le atribuye La historia de la condesa des Barres. Es autor de unas Memorias (1721)[46]  En ellas  refleja entre otras situaciones su búsqueda de la identidad sexual y el no retroceder ante el deseo por encima de prohibiciones. Resalta el hecho de que el individuo se desequilibra emocionalmente cuando la sociedad le pone barreras morales a sus razones sexuales.

Al igual que Rilke, el abate era vestido por su madre de nena y le hacía bucles (luego él siguió solo) Se vestía así para acostarse con mujeres. ¿Qué pasó con esa madre?

Otros personajes de su tiempo como el hermano de Luis XIV, Felipe de Orleáns, se transformaba en mujer, solo Choisy se atrevió a escribir sobre su transformación en madame de Sancy y en la condesa Des Barres.

 

Fetichismo 

Se trata de una desviación respecto al fin sexual. Es la negación de la realidad y la elaboración de una formación sustitutiva (con un objeto de la realidad)

 En el fetichismo se hacen coexistir dos componentes psíquicos irreconciliables:

-          Ausencia del pene

-          Negación de la realidad.

Reniega de la castración para escapar a la homosexualidad. Por tanto una escisión psíquica. El fetiche sustituye al falo. Su dimensión patológica  ocurre “cuando el fetiche se separa de la persona determinada y deviene por sí mismo único fin sexual”. Todo objeto conscientemente sexual es ya resultado de una sustitución.  

En el fetichismo se da una sustitución del objeto sexual por “una parte del cuerpo muy poco apropiada para fines sexuales 

¡Dadme un pañuelo de su pecho, o una liga que presione su rodilla!

 Goethe.


El fetichista coloca el objeto fetichista para negar la falta en el Otro. Garantiza para el sujeto su acceso al goce sexual, sin padecer el riesgo de castración. El fetiche recupera el falo imaginario, el fetichista asigna el falo a la madre, no al padre.

El objeto fóbico y el fetiche representan la marca de la castración en lo imaginario, supliéndola cada uno de una manera diferente.

El objeto fóbico hace de señal ante la presencia de la angustia.

No hay  fetichismo femenino.

 

Transexualismo masculino. 

¿Quién se ocupa de los transexuales? Los cirujanos. Son víctimas de la disforia sexual, del desacuerdo con su cuerpo. No se trata de hombres ni de mujeres, son diferentes. Para ellos falta el tercer sexo.

El neurótico se pregunta, el psicótico tiene respuestas antes de las preguntas. El perverso tiene la certidumbre, es un demostrador de que no hay relación sexual. Inventa nuevas relaciones. Quiere mostrar que hay un más allá de las diferencias sexuales.

Término acuñado por un médico, H. Benjamín en ’50. Proponía tratamiento hormonal: Estradiol. Hormona contra la pilosidad, pero que no actúa sobre la barba ni la voz. Para esta última necesitan reeducación de voz. La hormona produce una atrofia testicular y esterilidad. Gran desarrollo de los senos y que las grasas femeninas aparezcan.

Realmente es Robert Stoller[47] quien separó identidad sexual de sexo biológico.

  • -          Platean que lo real del cuerpo es modificable.
  • -      Tener un pene no es condición inexorable de goce, sino una protuberancia molesta.
  • -          El transexual masculino se extirpa el órgano, sin saber que en el inconsciente no hay significante hombre o mujer.
  • -          Por deber ser el falo, el paciente se consagrará a volverse una mujer... Si no puede ser el falo que le falta a la madre, le queda la solución de ser la mujer que les falte a los hombres”.
  • -          Más que deseo hay delirio en el transexual, ya que deseo implica objeto perdido de la estructura.

Stoller dice que el masculino es el único transexual. Su historia sexual está vinculada a su infancia: El sexo masculino les fue dado desde su nacimiento, son femeninos desde pequeños: “La esencia del hombre transexual fue su madre”, el padre es casi inexistente, se trata sólo de un cuerpo a cuerpo con ella, la madre es su falo.

Los transexuales se sienten mujeres y viven como ellas. No son homosexuales. Si le gustan los hombres es porque se sienten mujer, es cuestión de identidad femenina.

Travestís y homosexuales se sienten hombres, gozan del falo. El transexual no. Se siente mujer, femenina, no goza llevando ropas femeninas. No quiere que se interesen por su pene, órgano que rompe con el encanto madre-hijo.

Algunos se definen por el lesbianismo; en lugar de buscar hombres, buscan la mujer. Janie G. Raymond ve una amenaza masculina, pues el transexual femenino tiene más ventajas que la mujer (como Tiresias que había gozado de ser hombre y mujer)

Algunos rechazan neoplasias vaginales para no comprometerse a la degradante vida sexual: solo quieren parecer mujeres: serlo sin sexo. No se cuestiona ¿qué es una mujer? como la histérica.

La intervención quirúrgica no les hace más felices. El goce mortífero continúa atormentándolos. Lacan dice que los transexuales confunden órgano y significante. Confusión casi delirante que les convence de que quitando el órgano suprimen el significante.

El falo es impotente para posibilitar que el neurótico sostenga el discurso sexual con la máxima seguridad. El transexual y el homosexual no aceptan esto. Quieren liberarse de este error y se equivoca al forzar el discurso por medio de la cirugía. “La mujer no sabe gozar más que en una ausencia

El travestismo se diferencia del transexual en que en el hombre produce una excitación sexual al vestir ropas de sexo opuesto. En este sentido podemos hablar de que no hay travestismo femenino.

Rosolato diferencia:

-          Transexual heterosexual. Campo de la realidad sexual propiamente dicha.

-          Transexual exhibicionista. Espectáculo. Identificación con la madre fálica

-          Transexuales homosexuales. Prostitución masculina. 


Padres Travestidos. Diferencias entre padre transexual y padre travestí respecto a la nominación.

Si el travestí parodia la feminidad mientras que el transexual quiere definirse por otro género diferente al que la naturaleza le ha otorgado, nos queda cuestionarnos qué será del deseo y su circulación en una familia constituida por este tipo de padres.

Venimos afirmando que el deseo se articula sobre la base de esta diferencia sexual respecto al deseo del Otro. Para que el sujeto deseante se articule necesita de la falta en ese Otro. Precisemos:

-          La posición sexual a veces no coincide con la biología, es la denominación de género particular la que articula el deseo del padre o madre. Es decir que el transexual va más allá de ese trozo de carne, al contrario busca un lugar social para su deseo que relegue su anatomía.

-          Por tanto falo no es pene y no hay complementación entre falo y vagina. No hay dos significantes para la sexualidad. Si hubiera dos, nos acoplaríamos como los animales y no habría deseo. La observación de la vagina nos lleva al: “aquí falta algo” Ambos niños se enfrentan idénticamente ante la falta del deseo materno. La falta señala al falo como objeto.

-          Si el pene no es el falo se puede producir el llamar mamá a un hombre. Pero si esto es fácil en los homosexuales no ocurre igual en los travestís, pues éste engaña y el hecho de cambiar los significantes puede desorientar al sujeto niño que busca la falta. Estos referentes padre-madre son necesarios para garantizar el nacimiento del deseo. Las palabras son garantes del cuerpo. 

La cuestión básica es saber cómo se enfrentan ambos a la castración, porque si un adulto niega la diferencia entre pene y falo y los iguala, lo que llega es la perversión.

El transexual rechaza la lógica fálica. Para él no hay castración. No se conforma con el “no toda fálica” rechaza el no ser “toda no fálica”.

El transexual no altera la relación entre naturaleza y el nombre que la define y se ajusta a la nominación simbólica. Le pide a esta naturaleza que le solucione el desencuentro con su género y recurre al “cotello” pensando que así corta de lo que reniega y renuncia.

Un hijo tendrá ante sí una supermadre que ha dejado su huella  engendrando el significante en lo real del cuerpo.[48]

Los travestís  juegan a las mujeres” pero son hombres que gozan de su pene-falo. Juegan a la mujer madre, juegan con la feminidad. No pregunta como la histérica ¿Qué es una mujer?, se limitan a ocultar tras el velo, las ropas y la mascarada femenina el falo que no debe faltar. Se exponen a la mirada. Quiere afirmar que desea una madre completa, para ello esa mascarada tan ambigua de ser y no ser.

El homosexual también juega y busca la pareja con órgano. Como el travestí, no rechaza la diferencia sexual, busca la nominación simbólica, sin ella no es nada. Es claro así, que la homosexualidad necesita de la heterosexualidad.

Ello no priva para afirmar que rechacen las diferencias y sus derivaciones. Por ello el travestí quiere engañar al que mira, pero para seducirle basándose en el desconcierto, la incertidumbre.

El travestí aparenta el otro sexo, quiere ser conspicuo, reducir el falo al pene. No soporta una madre deseante (ausencia de pene en ella) Si diferencio pene de falo, nada falta.

 

Heterosexualidad

Platón habla de tres sexos: macho, hembra y andrógino. Desde la simplicidad, masculino y femenino, afirmamos que  hombre y mujer no lo tienen más claro. Tiresias, el que más sabía sobre la mujer.

El Génesis parecería simplificar las cosas: Macho-hembra (No son Adan y Eva, sino isch-ischa, es decir: hombre-hombra). Ella de una costilla para que se complementen; aunque caminen juntos no están hechos para andar juntos en cuanto al rapport sexual. Porque no hay significante que inscriba la diferencia sexual anatómica. Hombre y mujer solo son significantes. Adan y Eva en lugar de reproducirse, quisieron saber acerca del goce y fueron expulsados. Desde entonces la relación sexual arrastra tras de sí ese efecto de discordancia llamado culpa. 

Hombre y mujer se dicen: - Yo soy lo que le falta a tu goce. Uno quiere ser la falta del Otro, esta es la verdadera alteridad sexual.

El goce que cada uno tiene del cuerpo del otro no es el que el otro tiene del cuerpo de uno. Es la creencia en la complementariedad genital: ¿Aquello de lo que se goza, goza? No hay respuesta 

Venimos insistiendo en que la biología queda anulada por el significante cuando nos referimos a hombre y mujer. La anatomía es el soporte a la información significante. La posición respecto al falo es la determinante para la posición femenina o masculina. Un solo órgano.

No hay oposición entre los masculino y lo femenino, ni complementariedad. No hay significante que los oponga, en el inconsciente no hay contradicción.

Sólo existe  fálico-castrado y la dialéctica de tener o ser. Dice Lacan que lo que distingue “la pequeña diferencia” entre niñas y varones, no es lo natural, sino lo que él llama “un error”, en reconocerlos por los adultos en función del lenguaje, los dichos de los padres. Pasan a lo Real  la pequeña diferencia  por mediación del órgano. Tomar el falo por un significante. “cuando no es más que el significado; el significante es el goce”.

 

La búsqueda de la identidad femenina.

La sexualidad está presente en todo acto humano de forma perversa. Hay un más allá del goce fálico que nos hace interrogarnos, especialmente a la mujer. En ella hay un enigma que le plantea al hombre. Enigma incomprensible, inefable, narrado por los poetas 

Freud lo confunde con la homosexualidad de Dora. Dora tiene síntomas histéricos y fóbicos. Es presa de la dialéctica edípica. Amor hacia el padre y desvaloriza a su madre enferma y depresiva: El padre de Dora se aleja de su esposa para tener una relación con la Sra. K., mujer de un amigo. El Sr. K. corteja a Dora, la cual a la vez se interesa por la bella Sra. K. a quien toma como modelo. Dora piensa que su padre y el Sr. K. han hecho un pacto de complacencia: ante la relación con su mujer ella deberá complacer al Sr. K.

Dora busca el misterio de su propia feminidad.

Hay un saber sobre el propio sexo, pero cuesta afirmar que hay saber sobre el “otro” sexo.

Dice Freud al final de su obra ¿Qué quiere una mujer? Was Will das Weib?. Esta es la pregunta del hombre.

LA mujer no existe” se refiere a la existencia de una sola libido caracterizada fálicamente.  Esto creó una polémica entre la escuela de Viena y la escuela de Londres intensa en los años ’20 ’30. Intentaron crear el correspondiente femenino del significante fálico. Algunas feministas actuales ofrecen un axioma ad hoc, la existencia de un significante de la feminidad: el útero, que haría contrapunto al significante fálico. La simetría falo-útero es una dialéctica desviada. Decir que la mujer tiene vagina y el hombre pene y que al revés no lo tienen, rige para la biología, no para el inconsciente. Por tanto lenguaje y real de cuerpo no se entienden.

La castración en su sentido lógico consiste en el hecho de que el lenguaje comete un gran error y reduce el sexo a tener o no tener la connotación fálica.

Entonces ¿Cómo se inscribe alguien como sexuado al juntarse con otro sexo que llamamos opuesto? Pasan cosas en la cama, pero: ¿por qué a eso le llamamos relación?  ¿Cuando se dice tuvieron relaciones a qué nos estamos refiriendo? ¿Hay acoplamiento, afinidad, armonía, coherencia, concordancia? Parece ser que no. Lacan dice que entre los seres que hablan, la ley sexual sustituye a la relación sexual.

Entonces se dice que la mujer no tiene consistencia (ontológica), más bien es el síntoma de que el hombre retrocedió en su deseo. La mujer es un síntoma del hombre. Esto no es antifeminista. Significa que el hombre existe únicamente a través de la mujer como su síntoma. El hombre existe, todo su ser se encuentra “allí afuera” en la mujer. Pero ésta por su parte no existe, insiste, y no únicamente a través del hombre: hay algo en ella que se escapa a la relación con éste, la referencia al significante fálico: Decimos que hay un “no todo” femenino. El hombre descubre la impotencia que hay en él para hacer pleno el acto sexual.

La mujer al darse cuenta de que no lo tiene capta la potencia de su engaño. Por ello la apariencia es su arma, como una forma de revelarse la verdad. El Goce es apariencia.

Achacar la culpa del problema sexual relacional a la sociedad no es acertado, bien al contrario se trata de que en el inconsciente algo funciona como valor de cambio y es la mujer  la que ocupa el lugar donde se realiza esta falsa identificación, ella es el pivote.

Ella representa al falo y ella deviene eso de lo cual se goza, bajo al forma de objeto. La mujer se presta a ser objeto “a”, objeto causa del deseo (enmascara el deseo), de lo que se trata es de llenar la falta, el hueco. El objeto “a” mantiene la separación entre el cuerpo y el goce, pone un límite al “sin sentido” al goce ilimitado, prohibido. El sujeto solo puede gozar de algo. El goce fálico es el único que existe, si el sujeto cuenta con el significante: hace límite al goce puro e introduce la economía del goce posibilitando el acceso al goce no-todo sólo se puede gozar de una parte del cuerpo del otro.

 “El hombre y la mujer en el sexo quieren cosas diferentes. Y no se lo perdonan”.

Woody Allen

El cuerpo como lugar del objeto “a”

Las relaciones entre el hombre y la mujer se deben contemplar desde el mundo simbólico. Entre ellos hay relaciones; pero cabe diferenciar que no es lo mismo placer que goce. Goce y copulación no se entienden. Sexualidad es goce que nace de la falta, de la castración. Ambos intentan recuperar ese goce perdido y sólo encuentra la pérdida, el objeto “a”  como plus-de-goce que es el gran articulador, a través de esta función el goce excluido podrá ponerse en conjunción con el sujeto, en el deseo, en el síntoma, en el fantasma.

Es necesario actuar, que  cada uno de los miembros de la pareja debe de creerse un papel, que no es otra cosa que ficción (homosexuales) y estos papeles quedan resumidos al título macho o hembra. Lo que ocurre con este encuentro es la impotencia del hombre y el hecho de que la mujer no es su solución. Al final solo se goza del propio cuerpo. El compañero sexual se transforma en objeto fálico y se le pide hacernos sentir la causa de su goce.

Para persuadir al otro de que tiene lo que puede completarnos, nos aseguramos de que podemos seguir desconociendo lo que nos falta” Lacan 

No todos piensan así. Los discursos se enfrentan:

-          El discurso religioso separa saber y verdad afirmando que la relación sexual existe y que encuentra su razón de ser en la reproducción.

-          Por otro lado el discurso universitario, representado por la ciencia médica que sostiene que hay relación entre saber y verdad. Por tanto hombre y mujer son complementarios. Si surgen desajustes habrá que someterlos a la norma. Las posibles ambigüedades sexuales son cuestión de genotipo.

-          El discurso psicoanalítico se sitúa entre el saber y la verdad y decimos que de ese saber no se sabe y esa verdad sólo  puede ser dicha a medias. El mito de Edipo nos invita a pensar que el goce está prohibido, trae problemas que no cesan, tiene que ver con lo Real, con lo imposible.

“Habíamos llegado hasta la frase en que Jack Lemon se quita la peluca y grita: “¡Pero soy un hombre!”. Diamond contesta: - ¡“Nobody is perfect”! . Sobre un chiste que funcionaba entonces sobre un matrimonio que se pelea y la mujer le dice: - ¡“eres un perfecto idiota”!  y el marido contesta: -¡“Nadie es perfecto“!

“Con faldas y a lo loco” versión de Una Eva y dos Adanes de Billy Wilder

 

 

 

 

 

 

 



[1] -Sobre la degradación de la vida amorosa. Contribuciones a la psicología del amor. En cinco conferencias (Vol 11, 1910) James Strachey. Standard Edition.

-La desaparición del Complejo de Edipo (1924)

La diferencia entre sexos no es fruto de la anatomía, más bien de la postura del sujeto en lo simbólico. Napoleón decía “La anatomía es el destino”. La sexualidad depende de la relación  sujeto- falo como significante del deseo, lejos de lo anatómico y lo biológico

[2] Geneviève Morel, El sexo para la ciencia y para el psicoanálisis, Psicoanálisis y Medicina, Ed. Atuel.

[3] Oscar Masotta, El modelo pulsional, Ed.Argonauta, Barna, 1990.

[4] Sigmund Freud, Contribuciones de actualidad sobre la guerra y la muerte, 1915, O.C., Tomo II,  pág, 2144.

[5]Jaques Lacan,  Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión, Ed. Anagrama, Barcelona, pág. 51.

[6] Ilza Veith,  Histoire de l’hystérie, Paris, Seghers, 1973.

[7] Jaques Lacan,  El Seminario, Libro XVIII, De un discurso que no sería del semblante, mayo 1970.

[8]  Víctor Gómez Pin,  El Psicoanálisis. Justificación de Freud, Ed. Montesionos, BDT, núm 6.

[9]  Elisabeth Badinter, ¿Existe el amor maternal?, Ed. Paidos-Pomaire, 1981.

[10]  Robert Graves,  Les mytes grecs, París Fayard, 1967 (traducción castellana: Los mitos  griegos, Madrid, Alianza.)

[11] René Girard,  La violencia y lo sagrado, Barcelona: Anagrama 1983.

[12] Jacques Lacan,  El Seminario, Libro IV, Las relaciones de objeto y las estructuras freudinas, pág. 212.

[13] Robert Fouts, Nuestros primeros hermanos, Ed. Debate, Barcelona 2001.

[14] Claude Lévi-Straus, Mitológicas.” Lo crudo y lo cocido”, Ed. Fondo de cultura Económica, Méjico 2002.

[15]  Cabrera Infante, G: País Semanal 12 de Agosto de 2001, Grandes historias de amor de Hollywood, en concreto la mantenida por Greta Garbo y Mercedes de Acosta.

[16] Slavoj Zizek,  El Acoso de las fantasías, Siglo XXI Editores, pág 115 

[17] Denís de Rougemont, El amor y Occidente, Ed. Jkairós Barna, 1979, Pág. 178.

[18] Jacques Lacan,”Radiofonía”, Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión, Anagrama, Barcelona 1977, pág. 7.

[19] Jacques  Lacan, El Seminario, Libro VIII, La Transferencia., versión anónima, 1981, pág 380.

[20] Ibídem, pág. 381.

[21]Joel Dor,  El padre y su función en psicoanálisis, Nueva visión.

[22] Jacques Lacan, El Seminario, Libro V, Las formaciones del inconsciente, cap. XXV. Barcelona, Piados, 1999.

[23] Jacques Lacan, El Seminario, Libro XX, cap. XI. Paidos, Barcelona, 1985

[24] ibídem, 15 de enero de 1958.

[25]  Ibídem.

[26] Sigmund Freud, Lecciones Introductorias al Psicoanálisis, Biblioteca Nueva, Tomo II, pág. 2320.

[27] Legislador de Esparta, reformador de las antiguas leyes dóricas. Vivió en el siglo IX a. de C.

[28] J. Boswell, La Iglesia. Christianisme, tolérance sociale et homosexualité (1980), París, Gallimard, 1985. (traducido del inglés)

[29] Jacques Lacan,  El Seminario, Libro XX, Aun. Paidós

[30] Sigmund Freud,  Tres ensayos...  O.C. Tomo I, pág 1178.

[31] Jacques Lacan, El Seminario, Libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del inconsciente.

[32] Jacques Lacan, El Seminario, Libro  XX, Aun, Barcelona, Piados, 1985, pag. 90.

[33] Valas, P., Freud et la perversión” Orinicar? Nº 45, París, Navarín, pág. 40.

[34] Jacques Lacan, El  Seminario, Libro V Las formaciones del inconsciente, 5-03-58, Pág. 20-21.

[35] Sigmund Freud, Un recuerdo de infancia de Leonardo (1910).

[36] Sigmund Freud, Un recuerdo de infancia de Leonardo (1910)

[37] Jacques Lacan, El Seminario, Libro V, Las formaciones del inconsciente.

[38] Jacques Lacan,  “La juventud de André Gide o la letra y el deseo”, Suplemento de sus Escritos. Ed. Argot. Ver también Ornicar? 37.

[39] Extraído y traducido de “Cahiers d’André  Walter”, aparecido en un Suplemento de Escritos, o.c.

[40] Andre Gide, La puerta estrecha. Buenos Aires, Poseidón, 1947, págs. 35-36-37.

[41] Andre Gide,  o. c. pág. 35-36-37.

[42] Andre Gide, Diario (1889-1949), Buenos Aires, Losada, 1963, págs. 573-574, 680-681,807.

[43]Conferencia en Ginebra sobre el Síntoma”. Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, 1988, pág. 12.

[44] André Gide,  Si la semilla no muere... (autobiografía), Buenos Aires, Losada, 1969, Pág. 45-48.

45 Y. Mishima, Confesiones de una mascara, Ed. Planeta pág, 19.

[46] F. Timoléon de Choisy, Memorias del Abate de Choisy,  Manantial, Buenos Aires.

[47] Catherine Millot, Exsexo. Ensayo sobre el transexualismo, Ed. Paradiso, Point Hors Ligne.

[48] E.Foulkes, La razón, el deseo y la agorafobia de la subjetividad.

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